la cabeza por los halagos de una mujer tan bella con la misma facilidad que el hombre que estaba junto a el-. ?Cual es su nombre de pila?

– Amanda, senor. He venido a Newmarket para el Spring Meeting.

– La nieta del duque de Montville, ?no es asi?

– Si, senor -le contesto adoptando una leve y bonita inclinacion-. A su servicio, senor.

– ?Quien es su padre?

– Harold, el baron Oakes.

– El hijo menor, ?eh? Una lastima, pero asi son las cosas. Tiene un buen activo con usted, mi cielo. Una lastima para su marido, pero es lo que pasa cuando te arriesgas con las vallas tan altas, ?eh? Me imagino que su padre la ha puesto de nuevo en el mercado del matrimonio.

– Actualmente estoy comprometida, senor.

– ?Quien es el joven afortunado?

– El baron Rhodes.

– El hombre de Pitt [2].

– Si, senor.

– Al menos no es un maldito liberal calumnioso.

– Estoy segura de que estaria totalmente de acuerdo con usted. ?Puedo pedirle que me ensene sus establos, senor? Mi papa siempre me ha hablado de sus magnificos purasangres.

– ?De veras? Bien, no dire que no -El, un viejo libertino que habia enterrado a dos esposas, no habia perdido el buen ojo por las mujeres atractivas a pesar de los achaques-. Venga querida, se los mostrare. -Mas interesado en quedarse a solas con Amanda que preocupado por dejar a su esposa en compania de otro hombre, mando a su lacayo que le empujara la silla y salieran de la habitacion sin ni siquiera mirar a Elspeth y a Darley.

Tal vez su vista no era tan buena como antes.

Tal vez se habia olvidado de la reputacion del marques de Darley.

Por otra parte, a lo mejor no se preocupaba de la reputacion del marques. Sabia que su esposa no se pasaria de la raya. Rehen de la carrera de su hermano, ella sabia quien tenia las llaves de la caja fuerte que aseguraba el futuro de Will.

* * *

Capitulo 5

Darley dejo la taza de te a un lado y hablo bajito para que la criada que estaba sentada en la esquina no escuchara sus palabras.

– Digame su nombre.

Elspeth levanto la mano en un pequeno gesto disuasorio y se volvio hacia la criada.

– Sophie, ?nos traes un poco de te caliente?

La mujer, bien vestida, regordeta y de mediana edad, aparto la mirada de su bordado.

– No tardara en volver -le respondio frunciendo el entrecejo-. No corra ese riesgo.

– Tal vez podrias avisarme de su llegada -Elspeth se inclino hacia delante para depositar su taza sobre la mesita de te.

– No tiene ni que decirmelo -dijo la criada con desden-. Estare alerta, desde luego. Aunque, en mi opinion, el viejo bastardo deberia haber muerto hace mucho tiempo -mascullo, dejando a un lado el bordado y levantandose de la silla.

– Sophie, por favor, un respeto…

– ?Hacia el? -la criada movio la cabeza en direccion a Julius y las alas de su cofia se balancearon con la vehemencia de su sentencia-. Como si no supiera todo el mundo lo que usted esta aguantando -siguio despotricando mientras cogia la tetera-. Su marido es un engendro del diablo y esa es la santa verdad.

Se hizo un breve silencio en el momento en que Sophie abandono la habitacion.

Cuando se oyo cerrarse la puerta, Julius sonrio a su anfitriona, ruborizada.

– Una criada con muchos anos en el servicio, supongo.

– Le pido disculpas por la franqueza de Sophie. Fue mi ninera y se piensa que todavia estoy a su cargo - explico Elspeth, apenada-. Me temo que pone demasiado empeno en protegerme.

– Tiene una buena razon para preocuparse con Grafton. Su caracter es de sobras conocido.

– Por favor, no quiero que piense que estoy sufriendo demasiado. Muchas mujeres se hallan en matrimonios parecidos -esbozo una sonrisa-. Y siempre cuento con una amiga fiel en Sophie.

– ?Le gustaria tener otro amigo?

Ella enarco ligeramente las cejas.

– ?Un hombre de su reputacion interesado en mi amistad? Permitame que me muestre esceptica. -Albergaba serias dudas de que Darley hubiera pasado por casualidad… y sospechaba que Amanda Bloodworth habia hecho desaparecer a su marido para complacer al marques.

– Usted no me conoce. -No estaba muy seguro de entenderse a si mismo en ese momento; los instintos voraces del carpe diem, a los que estaba tan acostumbrado, curiosamente se atemperaron-. Ahora, digame su nombre. -Su sonrisa emitio un destello-. Prefiero no pensar en usted como Lady Grafton.

– Tambien yo intento no pensar en mi como Lady Grafton -respondio con franqueza. La sonrisa del marques era encantadora sin tener en cuenta su motivacion-. Mi nombre es Elspeth Wolsey - respondio con una mueca-, o lo era.

– ?Y ahora es prisionera de su matrimonio?

– Si. -Ella podia ser tan directa como el. En cualquier caso, para que andarse con rodeos; su matrimonio era lo que era.

– Pensaba que usted podria haberlo…

– ?Hecho mejor? ?Es lo que iba a decir?

– Queria decir escoger con mas sensatez.

– Curioso… viniendo de un hombre que se prodiga en malas elecciones. No me mire de esa manera. Sus travesuras y flirteos aparecen en todas las cronicas de sociedad. Y para su informacion -le dijo con una voz sorprendentemente decidida-, en el Yorkshire rural las opciones son limitadas. La pension de mi padre, a su muerte, no vinculaba a sus hijos, y mi hermano menor tenia la imperiosa necesidad de una manutencion.

El sintio deseos de decirle: «?Cuanto necesita para la manutencion de su hermano?», porque su fortuna era inmensa. Pero ella estaba educada con demasiada exquisitez como para negociar con tanta sangre fria.

– Mi intencion no era ofenderla -le dijo en su lugar.

– Las personas como usted creen que todo el mundo puede escoger a voluntad. ?Y por que no iba a pensarlo? Su fortuna es legendaria. No quise insinuar… quiero decir… no estoy sugiriendo que…

– ?Existe alguna posibilidad -la interrumpio amablemente, aprovechando la oportunidad que le habia brindado- de que pudiera tentarla con una ayuda referente, digamoslo asi, a sus opciones? No es necesario que nadie se entere. Su compania seria enormemente apreciada y mi mansion queda muy cerca.

Dispuesto con elegancia en el sillon donde tan a menudo se sentaba su marido, el marques contrastaba asombrosamente con el monstruo viejo y soez con el que estaba casada. Atractivo como un dios, el abrigo de color verde botella, el chaleco de piel, la frescura del lino blanco resaltaba su poderosa masculinidad a la perfeccion.

– Si no tuviera tanto que perder, le dejaria tentarme… y gustosamente -le comento ella, tan susceptible a los atractivos del marques como cualquier mujer… tal vez incluso mas, teniendo en cuenta su lamentable matrimonio-. Pero no tengo opcion, senor. Ninguna en absoluto.

El podria haber rebatido ese argumento, ya que desde pequeno habia comprendido que el dinero lo compraba casi todo. Pero ella habia respondido como la hija de un vicario que era y el no tenia intencion de hacer tambalear

Вы читаете Cuando Amas a Alguien
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×