– Entonces adios.

Clic.

– Marcia viene a Dolphin Bay -le dijo a Alice, mientras aceptaba el perrito caliente.

– ?Marcia es buena?

– Si, muy buena.

– ?Le gustan los perritos calientes?

– Supongo que si.

– Mi tia Susie dice que tienes que venir. La tala de troncos esta a punto de empezar y el baron tiene que ser el primero.

– Hay algo en un hombre con falda escocesa… -murmuro Kirsty, mirando a Hamish-. Tiene buena figura nuestro nuevo baron.

– No es nuestro nuevo baron -la corrigio Susie-. El nuevo baron no venderia el castillo y saldria corriendo.

– Aun no lo ha vendido. Ademas, es guapisimo.

– Kirsty, que esta prometido.

– Pero te habras dado cuenta de que es guapisimo -insistio su hermana.

– Tendria que estar ciega para no verlo.

Mientras tanto, Hamish hacia lo que podia para cortar un tronco enorme. Tenia ampollas en las manos, pero estaba seguro de que no debia quejarse. De modo que golpeaba con el hacha sin parar mientras enormes gotas de sudor caian desde su gorro hasta la frente.

– Me encantan las faldas escocesas. Tengo que hacer una para Jake -dijo Kirsty.

– Yo estoy guapo sin falda -replico su marido-?Como vas a mejorar algo que ya es de por si irresistible?

Susie seguia mirando a Hamish, pensativa. ?Como seria la tal Marcia?

Aunque no era asunto suyo, claro.

– Me voy a casa -dijo abruptamente-. Harriet esta cuidando de Rose y del cachorro y la pobre debe de estar harta.

– ?Vas a quedarte con el cachorro?

– Claro. Sera mejor que me lo lleve hoy mismo, asi se acostumbrara a mi. Aunque nuestra casa sea solo temporal.

– Susie, ?de verdad lo quieres?

– Claro que si, me encanta.

– Pero Hamish…

– Hamish nada. Esta prometido, Kirsty.

– Pero si os llevarais bien…

– Nos llevamos bien. Pero por muy bien que nos llevemos, piensa vender el castillo. Es lo mas sensato, ademas. ?Alguien puede llevarme a casa?

– Si, claro -dijo Jake-. Si de verdad quieres irte.

– Tengo que irme.

Gano.

Hamish se coloco con las piernas abiertas sobre los dos trozos del tronco que acababa de partir, mas orgulloso que cuando consiguio su titulo en la Universidad de Harvard. Le dolian las manos… le dolian de verdad, pero ?que importaba un poquito de dolor? se sentia como transformado, como si estuviera en otro siglo. En otra vida.

Habia ganado.

Entonces se volvio para buscar a Susie con la mirada… y habia desaparecido.

– ?Donde…? -empezo a preguntar. Jake se acerco a el.

– Bien hecho. Enhorabuena.

– ?Donde esta Susie?

– Se ha ido a casa.

De repente, el dolor en las manos era absolutamente insoportable.

Aquello era absurdo… pero ya no se sentia transformado.

Hamish no fue al castillo a cenar y a Susie no le importo. No le importo, no le importo y no le importo. Habia comido demasiados perritos calientes como para preocuparse por la cena, ademas.

– Voy a llamarte Taffy -le dijo al cachorro-. Ya se que me han sugerido otros sesenta y tres nombres, pero nadie puede decirme como llamar a mi cachorro.

Taffy levanto la cabecita y luego siguio durmiendo.

– El cachorro, la nina y yo. Tengo una familia completa -sonrio Susie-. ?Donde puedo ir? ?Donde llevare a mi pequena familia?

Volveria a la casa que habia compartido con Rory. Claro. Era lo mejor, lo mas sencillo.

Pero la idea de volver a la casa en la que habia vivido con su marido…

– Estara vacia, Taffy. Incluso contigo. Es una casa preciosa en la costa, enfrente del mar… pero no se si Rosie y yo vamos a ser suficiente compania para ti.

Como respuesta a su pregunta, Taffy no dijo nada en absoluto.

– Pero tengo que volver a casa…

– ?Hablar solo no es la primera senal de cura?

Susie se levanto de un salto.

– ?Que haces?

– Volver a casa -contesto Hamish.

– Me has asustado.

– No era mi intencion.

– Es tu cocina -dijo ella, pero sonaba a la defensiva-. ?Has cenado?

– Si. Y lo he pasado muy bien.

– Nada parecido a Manhattan, ?verdad?

– Nada parecido. No habia pasado un dia como este en toda mi vida. Me han hecho «adjudicador oficial», de modo que he tenido que probar tartas, galletas, pasteles… algunos estaban buenisimos.

– Ah, ya.

Los dos se quedaron en silencio. El ambiente habia cambiado. Era… diferente.

Susie no se habia sentido asi desde que Rory murio y, de repente, le parecio como si le faltase el aliento. ?Por que? ?Sentia que estaba traicionando a Rory?

No. Se sentia libre. Era como si una enorme nube gris hubiera desaparecido del horizonte.

– ?No te importa que venga Marcia? -le pregunto Hamish entonces.

– No, claro que no. Esta es tu casa.

– Deberia habertelo dicho antes.

– No importa, hay sitio para todos. Y yo siempre puedo irme…

– No quiero que te vayas, Susie. Aun no.

– Pero tengo que irme.

– ?A Estados Unidos?

– Esta noche, no creo -sonrio ella-. Y gracias, por cierto.

– ?Gracias?

– Por lo de hoy. A todo el mundo le ha gustado tener al baron de Loganaich en la feria.

– Ha sido un placer.

– ?En serio?

– Si, en serio.

Y alli estaba otra vez. Bang. Como en los comics, penso Susie. Bang, bang, zing. La nube desaparecia por segundos y su corazon saltaba de alegria. No sabia por que.

– Buenas noches, lord Douglas.

Вы читаете El Castillo del Amor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату