– ?Quieres nadar un rato? Yo me quedo con la nina.
– Bueno -contesto ella, como si le estuviera haciendo un favor.
– Oye, Susie, escuchame… no quise ofenderte…
– No me ofendiste. Solo dejaste caer que te veia como un marido en potencia. Y nada podria estar mas lejos de la verdad.
El lunes por la noche, cuando Marcia llego al castillo, casi fue un alivio para Hamish. Jake habia ido a buscarla al aeropuerto porque tenia que hacer algo en Sidney.
– Hola, carino -lo saludo, bajando de la furgoneta.
Hamish la abrazo con todas sus fuerzas. Tanto que ella lo miro, sorprendida.
– Vaya. Si solo han sido unos dias.
– Te he echado de menos.
– ?La viuda esta mirando?
La viuda. Hamish tardo un momento en entender a quien se referia. Marcia parecia pensar que la habia besado para que Susie los viera.
– ?Le has hablado a Marcia de Susie? -pregunto Jake.
– Pues… no, no le he contado mucho.
– Solo que todo el pueblo espera que se case con el -respondio Marcia-. Puedes decir la verdad, carino. Para que no haya malentendidos.
– Ningun malentendido -dijo Jake-. Ya veo.
Hamish carraspeo.
– ?Que tal el viaje desde el aeropuerto? ?Habeis venido charlando?
– No, yo he venido durmiendo -contesto Marcia-. Me temo que he sido muy aburrida.
– No, en absoluto -dijo Jake, con amabilidad-. Bueno, me voy, te dejo con tu Hamish.
– Eso seria estupendo.
Estaba despidiendo al campesino, claramente.
– Muy bien -sonrio Jake, subiendo a la furgoneta.
– Hasta pronto, Jake. Y gracias.
– De nada.
Hamish se quedo mirando la furgoneta hasta que desaparecio por el camino.
– Has sido un poco antipatica con el, ?no te parece?
– ?Por que? -pregunto Marcia-. Es un medico de familia, carino. Y yo no tengo juanetes de los que hablar.
– No, supongo que no.
Marcia estaba fuera de su territorio, penso Hamish. Normalmente no era desagradable con nadie. Tampoco era excesivamente agradable, pero… se portaba mejor con la gente que era como ella.
El era como ella, penso entonces. Aquella era la mujer con la que iba a casarse. Le gustaba su sentido del humor sofisticado. Era tan inteligente…
– ?Donde esta la viuda?
– Dentro. Ven, voy a presentartela.
Marcia miro alrededor. El castillo a la luz de la luna era como un sueno.
– Esto se vendera por una millonada. Hamish, imaginate las fotografias en el
– Escocia es un sitio estupendo -replico el, sorprendiendose a si mismo.
– Pero si nunca has estado alli.
– No, pero soy descendiente directo de…
Marcia solto una carcajada.
– Te has convertido en el baron de Loganaich, ya veo. Mi baron, defendiendo la tierra de sus antepasados. En cualquier momento subiras a la torre para tocar la gaita.
Hamish sonrio.
– Me he puesto una falda escocesa.
– Eso tengo que verlo.
– Pero antes tengo que presentarte a Susie.
– La viuda, si. Bueno, vamos a quitarnos de en medio la parte horrible y luego nos divertiremos un rato. Este sitio sonaba bien sobre el papel, pero ahora que lo veo en persona… tenemos que pensar cuanto vamos a pedir por este maravillo castillo.
La reunion entre Susie y Marcia no fue un exito precisamente. Susie estaba en la cocina, limpiando, y recibio a Marcia con cautelosa cortesia. Su prometida respondio de la misma manera… sin soltar el brazo de Hamish. Susie se excuso enseguida porque tenia que atender a su hija.
– Hay filetes en la nevera, Hamish. Los haria yo, pero…
– Yo los hago mejor que tu -sonrio el, deseando que no pareciera tan tensa. Deseando que Marcia no estuviera tan pegada a el.
– Bueno, me voy a dormir. Hasta manana.
– Pero si solo son las nueve -objeto Marcia.
– Susie esta recuperandose todavia de un accidente -le explico Hamish. Y enseguida deseo no haberlo dicho porque ella lo fulmino con la mirada.
– No estoy recuperandome, ya me he recuperado.
– Pero cojeas -senalo Marcia.
– Pues si, es mi pequena idiosincrasia. A mi me gusta -replico Susie, intentando contener su indignacion-. Me voy a la cama. Voy a leer una novela de amor y no pienso recuperarme en absoluto. Hamish, tienes que ensenarle el castillo a Marcia. Seguro que estara interesada en el inventario que has hecho. Y cuando termines… Marcia, tienes que decirme cuando vendran los de la agencia porque tengo que organizar todo antes de marcharme. Buenas noches -se despidio, tomando a
– ?La he ofendido? -pregunto Marcia en voz baja.
– Supongo… no creo que sea buena idea decirle a alguien que cojea.
– ?Que quieres decir? Es obvio que cojea, ?no? No esperaria que no me diese cuenta.
– Marcia… bueno, da igual. ?Tienes hambre?
– No, he comido en el avion y estoy agotada. Quiza la viuda ha tenido una buena idea con eso de irse a dormir tan temprano.
– No la llames asi. Se llama Susie.
– Bueno, como se llame. ?Donde dormimos?
– He pensado que podrias dormir en la habitacion que hay al lado de la mia. Ven, voy a ensenartela.
– ?No dormimos juntos?
– No. Me parece…
– Carino, si le gustas a esa mujer cuanto antes se de cuenta de la realidad, mejor para todos.
– No es eso. Es que… esta es su casa y quiero que siga siendo asi hasta que nos vayamos. Creo que lo mejor es dormir en habitaciones separadas.
Ella levanto una ceja.
– Muy bien. Como quieras. En realidad, tengo una cita con mi ordenador. Esta noche yo no pienso leer novelas de amor.
Hamish durmio hasta muy tarde. Solia despertarse temprano en Nueva York para llegar a la oficina antes que nadie. No recordaba la ultima vez que habia dormido ocho horas seguidas.
Pero alli, con aquel silencio… y le gustaba aquella habitacion, ademas. Con sus edredones tan mullidos, la cama con dosel. Se estaba convirtiendo en lord Douglas, desde luego.
Necesitaba a Marcia, se dijo. Seguramente ella haria una broma que lo devolveria a la realidad.
Pero no dejaba de pensar en Jodie. ?Donde estaria en aquel momento? ?Estaria haciendo bancos de madera con su Nick? Echaria de menos a su peculiar secretaria cuando volviese a Nueva York, penso.
Cuando volviese a Nueva York. Cuando se fuera de alli.
Cuando dejase a Susie.