Pero Susie iba a marcharse primero.

Quiza podrian seguir en contacto. Al fin y al cabo, eran casi parientes. Ademas, ella tenia que cuidar de una nina y de un perro estando sola. Quiza podria echarle una mano. Decia que iba a trabajar disenando jardines otra vez, pero cualquiera podia ver que tenia problemas fisicos. Sus piernas no la sostendrian durante mucho tiempo.

El podria… podria…

No podia hacer nada. No era asunto suyo. Pero el era el jefe del clan. El baron de Loganaich. Era su obligacion cuidar de…

?De la reliquia?

La idea de que Susie fuese una reliquia era completamente absurda. Tanto que le dio la risa mientras se metia en la ducha. Aquello era una locura. Iria a buscar a Marcia y le mostraria aquel loco castillo de arriba abajo. Se reirian de lo ridiculo que era, hablarian de asuntos practicos y le preguntaria como iban las cosas en la oficina. Marcia era justo lo que necesitaba.

Si, eso era.

Marcia estaba en la cocina. Con Susie, Rose y Taffy. Una fiesta, desde luego. Cuando Hamish abrio la puerta, ellas se volvieron para mirar. Y ninguna de las dos parecia contenta.

Un hombre mas cobarde habria dado marcha atras. Evidentemente, habia problemas. ?Problemas de mujeres?

– No tenemos leche de soja -dijo Susie-. Tenemos platanos, pero a Marcia no le gustan. Las naranjas aun no estan maduras, asi que no podemos hacer zumo. Y a Marcia no le gustan las fresas por la manana.

– Tienen demasiadas calorias y yo llevo una dieta muy estricta -explico su prometida.

– Puedes tomar un filete -sugirio Hamish.

– ?Un filete para desayunar? Hamish, por favor, dame las llaves del coche e ire al supermercado a comprar algo.

– Esta a diez kilometros y no abren hasta las diez. ?No puedes tomar una tostada?

– Aqui la gente suele desayunar gachas -dijo Susie.

– ?Gachas? -repitio Marcia, poniendo cara de asco-. Ademas, eso debe de tener muchisimas calorias.

– Oye, Marcia, que esto no es un hotel -le advirtio Hamish.

– Bueno, no pasa nada. En realidad, no tengo hambre.

– Pero estas muy delgada -dijo Susie.

– Una mujer nunca esta demasiado delgada.

– Pues yo estuve demasiado delgada durante un tiempo y era horrible.

– Yo no tengo intencion de sufrir anorexia si es a eso a lo que te refieres. Controlo mi dieta perfectamente.

– Yo no tenia anorexia…

Hamish carraspeo.

– Yo voy a tomar un cafe.

– Y yo voy a desayunar en el jardin -anuncio Susie, tomando a Rose en brazos.

– Deja que te ayude -se ofrecio el.

– Gracias, pero puedo hacerla yo sola.

– Susie, he hablado con los de la agencia -dijo Marcia entonces-. Llegaran manana. ?Estaras aqui?

– Claro que estare aqui. Se lo prometi a Hamish. Y despues me ire a casa.

Marcia se llevo el ordenador y el movil a la playa.

– Ah, menos mal que hay cobertura. Esto es el fin del mundo, carino.

– Si -murmuro Hamish, distraido mirando a Susie, que estaba banando a Rose en la orilla mientras Taffy ladraba como un histerico.

Hamish descubrio que estaba sonriendo. Pero Susie y Rose y Taffy no eran perfectos. Marcia era perfecta.

?Que estaba haciendo? ?Por que estaba comparandolas?

– Voy a quedarme con la nina para que Susie pueda nadar un rato -dijo entonces.

– ?Tu vas a quedarte con la nina? -exclamo Marcia, atonita.

– Se cambiar panales y todo.

– Yo que tu no pondria eso en mi curriculum. No es la clase de habilidad que te consigue un buen trabajo en nuestro mundo.

«Nuestro mundo». Hamish miro el ordenador.

– ?Quieres echarme una mano?

– Lo diras de broma.

– Si, claro que lo decia de broma -suspiro el-. Sigue con lo tuyo. Cuidar ninos no es una tarea en la que piense ocuparme despues de esto.

– Ve, ninera Douglas -rio Marcia-. Y ten cuidado, me estas manchando el ordenador de arena.

Hamish se quedo jugando con Rose en la orilla mientras Susie nadaba un rato. No tenia que hacer nada para divertirla porque la cria era feliz dando patadas a las olas.

?Habria olas donde vivirian a partir de entonces?

No lo sabia.

Y no deberia importarle.

Susie desaparecio en cuanto volvieron al castillo. Subio a su habitacion con dos enormes maletas que saco de un armario y no volvieron a verla durante el resto del dia.

– Me alegra mucho que este siendo sensata -dijo Marcia-. No hacia falta que yo viniera, Hamish. Yo no creo que este interesada en ti.

– No.

Marcia miro alrededor.

– Este sitio es precioso. Es una pena venderlo de inmediato.

– ?Y que sugieres que haga? ?No estaras diciendo que te gustaria vivir aqui?

– No, pero he pensado que podriamos hacer algunas mejoras antes de venderlo… para conseguir un precio mejor. Ven, voy ensenarte a lo que me refiero.

– ?Que?

– Ven -insistio ella-. No entiendo como no se le ha ocurrido a nadie antes que a mi.

Marcia lo llevo al jardin.

– Hay que tirar ese muro para que puedan entrar las maquinas.

– ?Que maquinas?

– Para que los turistas puedan ver la playa desde aqui, hombre. Y aqui construiriamos una piscina. La mayoria de los turistas prefieren banarse en una piscina olimpica que hacerlo en la playa.

– Pero…

– Hamish, el ano pasado, cuando estuvimos en Bermudas, ?pasamos algun tiempo en la playa?

– Estabamos en una conferencia.

– Claro, teniamos cosas, que hacer. Habia una playa, pero no la usamos. Ese es el tipo de cliente al que queremos atraer. Hombres de negocios gente que aprecie el verdadero lujo. ?Crees que podriamos convencer a la viuda para que se quedase aqui durante unos meses, mientras duren las obras?

– Sospecho que no hay ninguna esperanza.

Marcia se encogio de hombros.

– Bueno, encontraremos a otra persona -dijo, colocandose el movil en la oreja-. Charles, soy Marcia. Queria pedirte un presupuesto…

Su prometida se alejo por el jardin para hablar con el constructor, dejando a Hamish pensativo. Una piscina olimpica. Destruir el jardin de Susie.

– ?De verdad cortariais los naranjos de Angus?

Hamish se volvio al oir la voz de Susie.

Вы читаете El Castillo del Amor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату