– No sabia que estuvieras aqui.

– Pues estaba -suspiro ella.

– Podrias habernos avisado de que estabas oyendo la conversacion.

– La viuda es una chica muy discreta -replico Susie, ironica-. Angus estaba muy orgulloso de sus naranjas, Hamish.

– Alguien podria estar orgulloso de una piscina olimpica -dijo el.

– Si, Marcia seguramente.

– A mi me parece buena idea. Eso aumentaria el precio del castillo.

– Pero… si vendes el castillo, ?el dinero no tenia que ir a un fideicomiso?

– Si, asi es. Yo solo me quedare con los intereses.

– ?Marcia y tu pensais tener hijos? ?Alguien que lo herede?

– Pues… -Hamish no sabia como contestar a eso-. No tengo ni idea.

– ?Tu hijo preferiria heredar un castillo o un monton de dinero?

– Susie…

– Esa es la decision que debes tomar. Y debes hacerlo rapido.

– ?Que haria si conservara este sitio?

– En lugar de pensar cual es la mejor manera de ganar dinero con este castillo, podrias quedarte. Tu eres rico, ?no?

– Si, pero…

– Pero vas a cortar estos preciosos naranjos -suspiro Susie-. ?Sabes que este es el unico sitio en mil kilometros en el que crecen naranjos? La gente de Dolphin Bay come las naranjas de Angus durante todo el ano. Tenemos mas vitamina C que en toda Australia.

– Vaya -sonrio Hamish.

– Te da igual.

– Susie, tenemos que seguir adelante.

– Yo sigo adelante -replico ella, irritada-. Eres tu el que no se mueve. Vas a llevarte el dinero para volver a Manhattan a hacer lo que has hecho siempre. ?Que pasa con el dinero? ?Por que es tan importante para ti?

– El dinero es importante para todo el mundo.

– Para comprar lo que uno necesita, si. Incluso para darse un lujo de vez en cuando. Pero Marcia quiere ganar mas, mucho mas. Y tu tambien.

Hamish dejo escapar un suspiro.

– ?Que estas haciendo?

– Recoger fresas.

– ?Para que?

– Para hacer mermelada.

– Pero si no sabes cocinar.

– Pienso aprender -dijo ella, muy digna-. Me ire de aqui pasado manana y pienso llevarme mermelada de fresas conmigo.

– Asi que aprenderas a hacerla hoy mismo.

– ?Por que no?

No tenia miedo de nada, penso Hamish. Entonces la recordo en la playa. Una mujer con cicatrices, que cojeaba ligeramente, lanzandose de cabeza hacia las olas.

– Seguro que encontramos una receta en Internet.

– Muy bien, gracias. Si la encuentras, dimelo.

– Pero manana llega el representante de la agencia…

– Hablare con el mientras hago la mermelada.

– Pero tienes que hacer el equipaje.

– Ya casi he terminado de hacerlo.

– Tenemos que ir a la playa…

– Si, bueno…

– ?No quieres ir a nadar el ultimo dia?

– Si, pero…

– Pero tambien quieres hacer mermelada -sonrio Hamish-. ?Por que no la hacemos ahora mismo? Supongo que solo nos hace falta un monton de azucar y tarros de cristal.

– ?Como sabes?

– Porque la mermelada siempre va en tarros de cristal. Ademas, mi tia Molly solia hacerla…

– ?Tienes una tia que se llama Molly? -sonrio Susie.

– Si, y es una cocinera estupenda.

– ?Y tu solias mirarla mientras cocinaba?

– Si, algunas veces -le confeso Hamish, tragando saliva. Aquella conversacion era demasiado profunda para el. O quiza los ojos de Susie eran demasiado profundos. O quiza la idea de que a partir del dia siguiente no volveria a verla.

– Si queremos terminar antes de medianoche, deberiamos empezar ahora mismo -sugirio.

– Rose esta durmiendo y Taffy tambien -murmuro Susie entonces, como para si misma-. Y si me voy a la cama, sonare con naranjos arrancados de raiz, asi que sera mejor hacer mermelada.

– Susie…

– Lo se, lo se, no es asunto mio -dijo ella, encogiendose de hombro-. Estoy siendo injusta. Ademas, es muy amable por tu parte ensenarme a hacer mermelada. Acepto encantada. ?Crees que Marcia querria ayudarnos?

Capitulo 8

Hacer mermelada no era tan facil como parecia. Hacia falta azucar; fresas, tarros, una receta, concentracion…

Tenian todo lo que necesitaban… salvo la concentracion. Susie no era capaz de concentrarse en que estaba haciendo porque no dejaba de mirar a Hamish de reojo. Rose y Taffy estaban durmiendo, Marcia en su habitacion usando el ordenador… Dos personas que trabajaban juntas deberian hablar, ?no?

Hamish era tan alto, tan masculino. Y limpiaba cada fresa con la misma atencion que pondria mientras negociaba un contrato por millones de dolares.

Era tan… tan…

Susie era tan…

?Tan que? No lo sabia. Estaba cortando fresas en silencio, concentrada en la tarea. Concentrada en hacer mermelada.

?Y por que hacer mermelada de fresas con ella le parecia algo tan… tan normal? ?Tan encantador?

– ?Cuantas necesitamos? -le pregunto Susie entonces.

– ?Eh?

– ?Cuantas fresas mas necesitamos?

– Yo creo que tenemos suficientes. Solo hay que mezclar las fresas con el azucar y poner todo a cocer.

– ?Nada mas? Pues podria haberlo hecho yo sola.

– ?Te habria gustado mas hacerlo sola?

Susie vacilo.

– No -dijo por fin-. No sabria que hacer despues de que todo estuviera cocido.

– Aqui dice lo que hay que hacer -sonrio Hamish, senalando la receta.

– Genial. Tu lo vas leyendo y yo remuevo. ?De acuerdo?

Вы читаете El Castillo del Amor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату