– Quiere decir que te has olvidado de tus responsabilidades, doctor Lunn -aclaro Em-. Es hora de que Amy se vaya, y tenemos que alimentar y cuidar a nuestros cuatro ninos.
– Pero…
– No hay pero que valga. Se llama responsabilidad.
Ella tenia razon. Claro que tenia razon. El se habia ofrecido a cuidar de esos ninos y tenia que atenerse a las consecuencias.
Lo que significaba que no podia invitar a una chica a una cita sin llevar tambien a los cuatro ninos.
– Entonces te invito a pescado frito con patatas en la playa -dijo resignado, y ella sonrio.
– Sabia eleccion. Mientras este cacharro no suene -dijo senalando el busca.
– Sera mejor que no lo haga. Hace una noche magnifica, acabamos de recibir buenas noticias y nos merecemos una cena fantastica. Todos nosotros. ?Que opinas?
Em sabia lo que debia decir. Debia decir que cenaria con Robby tranquilamente en casa, mientras Jonas llevaba a los hijos de Anna a la playa. Debia insistir en que se mantuvieran separados..
Pero la invitacion era muy tentadora. Una cena familiar en la playa. Jonas y ella y cuatro ninos maravillosos.
?Como podia rechazar una oferta asi?
?Como podia rechazar a un hombre como Jonas?
Sin duda fue una noche llena de magia.
El pescado frito con patatas nunca habia sabido mejor. Los ninos estaban tranquilos sabiendo que su madre estaba bien. Ya se habian acostumbrado a la compania de su tio y de Em y se dedicaron a divertirse. A esa hora el sol de verano ya no quemaba, pero aun calentaba lo suficiente como para sentarse a la orilla del mar y dejar que las olas les banaran los pies.
Hasta Bernard estaba alli y, para sorpresa de Em, saltaba las olas y corria de un lado a otro como un cachorro.
– Quiza echaba de menos tener ninos a su alrededor -aventuro Em-. Puede ser que todos estos anos haya estado deprimido y no supieramos por que. Pero mira… -Sam le acababa de dar una patata y el perro meneaba la cola como si fuera una bandera-. ?Lo que necesitaba era una familia! -una familia. Que idea tan dulce y tentadora ?Que mejor vida que esta? -exclamo Em con alegria-. Cuidado, Ruby. Esa ola es muy grande. Se va a llevar tu cena.
Ruby levanto los brazos para que la ola no mojara su bolsa de pescado y luego siguio comiendo hasta la siguiente ola.
A su vez, Em hacia juegos malabares con Robby a caballito sobre sus rodillas y tratando de que no se le mojara la bolsa de pescado.
– No va a funcionar -le dijo Jonas riendose-. Vete hasta donde no rompen las olas. Es la unica forma de solucionarlo. Ademas, asi evitaras que se mojen los vendajes de Robby. Si se mojan, tendras que cambiarselos y tardaras al menos media hora.
– Ni lo suenes. A Robby le encanta el mar. ?Verdad, Robby? -el bebe grito dichoso-.Y a mi tambien. Si supieras las ganas que tenia hoy de venir a la playa…
– Entonces, deja que te ayude -le quito la bolsa de pescado frito y comenzo a darselo mientras ella saltaba las olas con Robby. Un trozo para ella y un trozo para el.
Todo extranamente intimo.
Robby reia a cada bote que daba su caballito y sus vendajes se mojaban mas y mas. Pero Em no hacia caso, porque tanta diversion bien valia la pena tener que cambiarle las vendas despues.
Era una sensacion indescriptible. Miro a su alrededor. El bebe, los ninos, Jonas… Una ola rompio sobre sus pies descalzos. Jonas le metio en la boca otro trozo de pescado. Se altero tanto que, por un momento, penso que iba a llorar.
?Que estupidez!
– Deberia irme a casa -dijo ella sin fuerzas-. Tengo trabajo.
– Pero el telefono no ha sonado.
– Tengo un monton de papeleo legal por hacer.
– Yo te ayudare cuando los ninos se hayan ido a la cama -se ofrecio Jonas, y eso la altero aun mas. Pensar en ese hombre sentado a su lado por la noche, trabajando en la montana de papeles…
– No es necesario que lo hagas.
– Quiero hacerlo -dijo Jonas con dulzura, y le arrebato a Robby de los brazos-. Bueno, chicos. ?Sam, Matt, Ruby! Recoged toda la basura, llevadla a la papelera y volved enseguida.
– ?Por que? -pregunto Sam, desafiante. Sam tenia los ojos verdes y el pelo rojo como su tio. Em sonrio al verlo. Era igual que Jonas.
– Porque nos vamos a nadar. Y el que no venga, que se prepare.
No sabian lo que les esperaba, pero sonaba divertido. -No te atreveras -reto Sam. -No vengas si quieres averiguarlo. -No -contesto el nino riendo. -Entonces, ?a que esperamos? ?Vamos!
Em se quedo en la orilla mirando como Jonas y los ninos chapoteaban y gritaban.
Robby iba seguro en brazos de Jonas, y los otros se envalentonaban, adentrandose mas y mas en lo profundo del agua. Tambien Jonas se estaba adentrando mas y mas en lo mas profundo del corazon de Em.
Eran casi las diez cuando terminaron de acostar a los ninos. Em salio de su cuarto despues de darle a Robby el ultimo biberon y se encontro con que Jonas estaba ordenando los papeles de su escritorio.
– ?Que estas haciendo? -pregunto perpleja, y el se rio.
– Haciendo sitio para los dos. Pero yo, en tu lugar, me cambiaria antes -dijo mirando con aire virtuoso su camisa limpia de lino y sus pantalones.'Se habia duchado con los ninos. Por el contrario, Em habia banado a Robby,.le habia cambiado los vendajes, lo habia ayudado con los ejercicios y dado el biberon y aun llevaba puesto el banador. «Esta preciosa», penso el. «Preciosa». ?Pero no podria trabajar con ella asi!-. No creo que pueda trabajar mucho a tu lado con esa ropa que llevas -le dijo.
– No creo que puedas trabajar conmigo de ninguna manera -dijo ella con firmeza-. Se trata de mi papeleo.
– Somos socios.
– No sabes nada sobre mis pacientes.
– Puedo hacer el papeleo legal con las manos atadas -dijo, y senalo el ordenador-. En tu ordenador estan las cartas de los abogados y las notas sobre tus pacientes. Yo tengo mi ordenador portatil. Tu puedes mirar tus notas y decidir lo que podemos decir y yo voy escribiendolo y editandolo sobre la marcha. ?Alguna objecion?
Ninguna», penso Em mirando la enorme pila de cartas. Parecia que uno de cada dos de sus pacientes tuviera alguna reclamacion de seguros pendiente.
– Pero duchate primero. Si me siento a tu lado con esa indumentaria, no respondo de las consecuencias.
Ni ella tampoco. Miro a Jonas, que se estaba riendo, y salio volando. Porque no se fiaba de si misma. Nada.
Habia un problema. Su pelo.
Em solia lavarselo una vez por semana. Tenia una mata espesa que tardaba horas en secarse.
No queria lavarselo en ese momento porque tendria que deshacer la trenza. Pero estaba lleno de arena y sal.
– Deberia cortarmelo. Es pura vanidad llevarlo asi -dijo delante del espejo. Pero a su abuelo y a Charlie les gustaba. Y a ella tambien-. Asi que lavalo y secalo con el secador -se ordeno-. Pero eso tardara casi una hora y Jonas esta esperando. Esta haciendo tu trabajo…
Se deshizo la trenza, se lavo la cabeza y se peino. Se puso el pijama y volvio a la sala con el pelo suelto.
Jonas se puso en pie al verla entrar. La miro fijamente y silbo, haciendo que Em se sonrojara.
– No hace falta que silbes -dijo cortante-. Sigo pareciendo un gnomo, solo que algo mas peludo.
– Me gustan los gnomos peludos -dijo el con una mirada franca. Estaba claro que le gustaban mucho. -Venga. Si insistes en ayudarme, empecemos de una vez -dijo ella en un tono frio y profesional.
– Tu pelo esta goteando todavia. -No importa.
– Dejame que te lo seque con la toalla.