Em deseo poder dormir tambien.

Esperaron hora tras hora. Sam dormia y se despertaba y ella lo consolaba. Una y otra vez.

Cuando supo que podia alcanzarle la muneca, llamo a Jonas y el' le envio lo necesario para ponerle un gota a gota de suero salino. Le inserto la aguja en la muneca y se colgo la bolsa en la cintura.

«Ojala no tenga ninguna herida interna», penso. Tenia el pulso debil, pero eso podia ser por el shock.

Colgada en la oscuridad, se habria vuelto loca si Jonas no hubiera estado alli arriba. El le hablaba y la animaba y la iba informando de los progresos del tunel paralelo. Lo estaban excavando a mano porque el terreno era inestable y querian evitar las vibraciones.

Parecia como si todo Bay Beach estuviera alli reunido: los bomberos, sus amigos, Lori, Shanni, Erin, Wendy. Y hasta Bernard que, segun Lori, estaba desesperado.

– ?Bernard desesperado?

– Bueno, se esta mordiendo la cola, que para el, es la maxima expresion de desesperacion -aclaro Lori.

Y por encima de todas las voces, siempre la de Jonas, suave y alentadora.

– Em, aqui esta Lori con tu perro. Y Nick. Nick ha estado cavando. ?Has visto alguna vez a un magistrado con la cara llena de barro? Tambien estuvo Ray, dispuesto a cavar, a pesar de su reciente bypass. Me parece que esta aun mas loco que tu. Le he dicho que no puede cavar porque si le pasa algo necesitaria otro medico y tu no estas disponible.

Otras veces, solo estaba Jonas.

– Em, sigo aqui. Todos seguimos aqui. No te dejaremos sola.

Y cuando la noche se alargaba y se hacia mas oscura, un mensaje aun mas corto pero muy elocuente. -No te dejare.

Y, mas tarde…

– Em, No te dejare nunca.

La incomodidad era increible. Em colgaba de su arnes y se mantenia despierta. Acariciaba la cabeza del pequeno una y otra vez. Ese era el unico contacto que se atrevia a tener con el nino.

Habia sido casi imposible ponerle el gota a gota. Al ponerle la via, Sam se habia movido y ella se habia asustado mucho. Pero se la habia colocado y podia administrarle el suero y los analgesicos segun los necesitaba. Y mantenia contacto con el acariciandole los rizos.

Em empezaba a necesitar ese contacto tanto como el.

Cuando cayo la noche y la luz desaparecio de la boca del pozo, le parecio que las paredes se le caian encima.

– Jonas… -susurro, y el estaba alli. Claro que estaba alli. Lo habia prometido.

– Ya estamos a cinco metros -le dijo-. Estamos perforando mas deprisa de lo que creiamos. Al paso que vamos, os sacaremos hacia el amanecer.

Em respiro hondo.

– Necesito luz.

– ?Se te han terminado las pilas de la linterna?

– No. Quiero decir alli arriba, para poder ver… Para poder verte.

La voz de Em se debilitaba, pero Jonas intuyo lo que pasaba. Era imposible predecir la claustrofobia, pero si ocurria, era muy dificil controlarla.

– ?Necesitas subir? -el tono de Jonas era de ansiedad.

– De ninguna manera -no podia dejar a Sam. Entre otras cosas, porque pasar de nuevo por el estrechamiento podia hacer que se desprendieran tierra y piedras y, entonces, volver a bajar seria imposible.

Tenia que controlar la claustrofobia que empezaba a sentir.

– Solo necesito ver la boca del agujero…

– Eso tiene arreglo -la tranquilizo Jonas, y comenzo a dar ordenes. Enseguida pusieron focos encima del pozo y ella pudo mirar y ver la luz. Y el rostro y la sonrisa de Jonas-. No tardaremos mucho, Em -dijo para tranquilizarla-. Estamos recubriendo las paredes con tablones a medida que avanzamos, y eso es lo que nos esta demorando. No podemos movernos demasiado deprisa, o nos arriesgamos a tener una tragedia, pero estamos avanzando lo mas rapido posible.

– Seis metros… -le dijo Jonas.

Aunque lejano y muy amortiguado, Em podia oir el rumor de las voces de los hombres trabajando.

Nueve metros.

Luego oyo ruidos que atravesaban las paredes de tierra mas o menos al mismo nivel en que ella estaba. Estaban perforando a tres metros de distancia, pero aun tenian que perforar a mas profundidad y luego hacer el tunel.

– Tardaremos alrededor de dos horas mas -dijo Jonas. El tono de su voz estaba lleno de optimismo y exigia una contestacion optimista-. ?Podras aguantar tanto?

– Claro que puedo -afirmo Em.

Al fin se oyo el ruido de tierra y piedras que caian y un rayo de luz se filtro por debajo de la barbilla de Sam. Alguien estaba por debajo de el.

Em ya no podia mas. Tenia calambres en todos los musculos, y estaba tan cansada que ya no sentia su cuerpo. Ademas, necesitaba urgentemente ir al bano. Pero Sam se estaba moviendo y no debia hacerlo todavia.

– No -dijo bruscamente, y lo acaricio-. Los hombres han llegado abajo de nosotros, pero aun no han terminado de colocar los tablones para que no puedas caerte. Aun es peligroso que nos movamos. Sam, carino, ?Puedes aguantar un poquito mas? -el pequeno estaba consciente solo a ratos y Em no sabia si era por el shock, los danos internos o por los analgesicos que le habia dado-. Ya estan muy cerca -le dijo al nino, y penso, «apresuraos»-. Pronto estaras con tu mama.

En cuanto a Em, ella sabia que era lo que ansiaba. Pronto estaria con Jonas.

– ?Lo tenemos!

Era un grito de triunfo que llegaba directamente de debajo de Sam. Em se sorprendio gratamente al ver que el cuerpo del nino se elevaba un poco. Era evidente que alguien desde abajo lo habia alzado lo suficiente para poder escarbar las rocas que lo tenian sujeto.

Finalmente, los hombros de Sam se despegaron de la roca y, en lugar de caer en picado a cuarenta y cinco metros de profundidad, lo agarro en brazos el hombre que lo habia liberado.

Em, incredula, se quedo mirando hacia abajo la cara sonriente de jubilo del hombre que habia rescatado a Sam.

– ?Podemos llevarnos a su paciente, doctora? -pregunto abrazando a Sam. Le pidio a Em la bolsa de suero y la sujeto a la cintura del pequeno-. Ven, jovencito. Hemos hecho este otro pozo para poder sacarte.

Dicho eso, manejaron a Sam con mucho cuidado hasta sacarlo del pozo. A Em ya no le quedaba nada mas que hacer, excepto que la izaran fuera.

Hacia Jonas.

Jonas permitio que los bomberos la izaran, pero nada mas. En cuanto vio que emergia a la luz del amanecer, se adelanto para agarrarla y estrecharla entre sus brazos.

Y la estrecho como si nunca mas la fuera a soltar.

Nunca.

CAPITULO 11

EM SE desperto con el murmullo del mar.

El hospital estaba situado sobre un acantilado con vistas a la ciudad y el dormitorio de Em miraba a la playa, igual que el que tenia en casa de su abuelo cuando era nina. Asi era como se sentia. Como una nina.

Estaba echada, quieta y en silencio, repasando despacio los acontecimientos de las ultimas veinticuatro horas.

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