No poseia nada de valor, asi que Marcus no podria enganarla ni robarle. Solamente tenia la mitad de una granja. Si Marcus pretendia casarse con ella por otra cosa que no fuera altruismo, se iba a llevar una gran sorpresa.
Pero podria quedarse con Harry. El pensamiento, sorprendentemente, le parecio bueno. A Marcus le gustaria Harry, y a su hermano posiblemente tambien le gustaria Marcus. Ella queria a su hermano con locura, pero si Marcus tambien lo queria, estaba dispuesta a compartirlo.
Compartir. Era un buen concepto. Un concepto fantastico, de hecho.
El pensamiento la distrajo y su mente dejo de dar vueltas. Finalmente, el cansancio pudo con ella y se quedo dormida.
Se desperto con los gritos. No era nada nuevo, porque la mitad de los clientes de aquel hotel estaban borrachos, drogados o las dos cosas. Pero aquella vez los gritos parecian mas fuertes y mas cercanos.
En la habitacion habia ocho camas, y en cuatro de ellas habia gente peleando, dando punetazos, aranando y rodando. Se escucho el sonido de cristales rotos y una mujer grito.
Rose abrio los ojos y sintio que alguien la agarraba, levantandola.
– ?Bajame!
– No llames la atencion -le dijo su futuro marido-. ?Es este tu bolso? Callate y deja que te saque de aqui.
Marcus la llevo a su apartamento, un atico, y durante el camino no contesto a ninguna de sus protestas.
– Me voy a casar contigo. Eso implica mantenerte viva, al menos hasta manana. Asi que haz el favor de obedecer mis ordenes -dijo el al cerrar la puerta a sus espaldas.
Rose aun estaba confusa, y medio dormida por los calmantes, pero aun le quedaban fuerzas para protestar.
– No se me da muy bien obedecer ordenes.
– ?Por que sera que no me sorprende? -dijo el.
Estaban de pie en la entrada del apartamento y Rose solo podia ver marmol negro y espejos. Penso que si no fuera por la medicacion, le entraria el panico.
– No puedo quedarme aqui contigo.
– Tambien suponia que ibas a decir eso -senalo tres puertas mientras decia-: Bano, dormitorio y cocina. Yo me quedare en el club. Te vete por la manana.
– Pero…
Rose lo miro, totalmente confundida. Solo sabia que aquel dia habia empezado como un desastre y que todo se habia solucionado gracias a aquel hombre con unos ojos preciosos y una sonrisa igualmente preciosa.
– Gracias -acerto a decir.
– Esta bien -contesto Marcus.
– Lo digo de verdad -se acerco y le tomo una mano; despues, antes de que el adivinara lo que iba a hacer, le dio un suave beso en los labios. Fue muy leve, simplemente un beso de gratitud, pero a Marcus le causo una gran confusion.
– Sera mejor que me vaya -su voz sonaba extrana. Ronca. Insegura.
– No tienes que irte -queria decirle que ella podia dormir en el sofa, pero el cansancio y los calmantes le impidieron anadir nada mas.
Le habia dicho que no tenia que irse y lo habia dicho en serio. Queria que se quedara. Se sentia sola.
– Quiero decir… -intento explicarse.
– Se lo que quieres decir -la interrumpio Marcus, y sonrio. Aquella sonrisa era capaz de derretirla, de cambiarlo todo-. Pero sigo pensando que es mejor que me vaya.
La acaricio levemente, deslizando un dedo por su mejilla. ?Estaba Rose imaginandose cosas, o Marcus parecia reacio a irse?
– Cierra la puerta con llave cuando me vaya. Y no te metas en lios hasta manana.
Y eso fue todo. Marcus se dirigio a la salida y cerro la puerta tras el. Rose estaba tan confusa que ni siquiera podia pensar. Agarro las muletas y se acerco a la primera puerta, al dormitorio. A la cama. Era una cama alta y mullida con un monton de cojines. Se subio a ella y se dejo caer.
Cinco minutos despues estaba dormida. Y mientras dormia mantuvo una mano en la mejilla, donde los dedos de Marcus la habian acariciado.
Tumbado en su cama del club, Marcus maldijo en silencio. Una ceremonia y habria terminado con Rose para siempre.
Pero cuando habia entrado en aquel hotel de mala muerte y habia visto la pelea entre borrachos, los cristales rotos. Ya Rose, durmiendo como si estuviera tan cansada que ni siquiera podia protegerse…
Y despues lo habia besado. Marcus no sabia que pensar. Solo sabia que habia tenido que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no quedarse con ella y llevarla a la cama.
«Cuidare de ella hasta que se vaya de Nueva York», se dijo. «Y despues la olvidare».
Cuando Rose se desperto y miro a su alrededor, lo que vio no le gusto en absoluto. Aquel lugar era comodo, silencioso y seguro, pero tambien era aseptico. Supuso que el apartamento lo habia decorado un profesional con gusto clinico, moderno y masculino. Todo era frio, en gris y negro, con cristal y cromo.
Se bajo de la cama y camino hacia la ventana. Por lo menos, habia unas excelentes vistas de Central Park, Pudo ver unos coches de caballos paseando por el parque.
Paseo de nuevo la mirada por el apartamento e hizo usa mueca. No habia nada personal, ni siquiera una fotografia. Aquel lugar era tan frio como un hotel. Incluso mas.
?Quien demonios era el hombre con el que se iba a casar? ?Que hacia ella en su casa? Pero no tenia tiempo para contestar a esas preguntas. Miro su reloj y casi dio un grito. ?El funeral era en media hora!
Se ducho rapidamente, se vistio con la ropa que Marcus le habia comprado el dia anterior y se detuvo un momento en la puerta, dispuesta a marcharse.
Miro de nuevo el piso y penso que no le daba pena irse. El hotel en el que se habia hospedado era horrible, pero aquel apartamento tampoco era un hogar… Era la casa de Marcus. ?Y que? Marcus no significaba nada para ella. Nada en absoluto.
Capitulo 4
– Marcus…
La llamada telefonica de Ruby lo desperto. Siempre se levantaba al amanecer, pero aquella noche casi no habia dormido, pensando en los acontecimientos del dia.
No sabia como, pero Rose habia conseguido atravesar sus defensas. Y el se habia involucrado. Hasta el fondo.
Esperaba que estuviera durmiendo, que su cama no le pareciera demasiado grande y extrana.
Penso en ella, sola en su frio apartamento, y por primera vez deseo haberlo decorado mas acogedoramente. Tambien habia pensado en ello por la noche, y cuando finalmente habia conseguido dormirse, practicamente habia decidido contratar a otro decorador. Pero no, eso seria una perdida de tiempo, porque en cuanto Rose se marchara, a el dejaria de interesarle el piso.
Consiguio contestar a Ruby al telefono, con voz somnolienta.
– ?La sacaste de alli? -pregunto ella.
– ?Que?
– De aquel hotel. ?La sacaste? -Ruby parecia impaciente.
– Si. Esta en mi casa.
– ?En tu casa? -Marcos pudo oir el tono de interes en la voz de Ruby.
– Yo estoy en el club.
– De acuerdo. En el club, en la otra punta de la ciudad. Muy acogedor.
– ?Que es lo que quieres, Ruby?
– Una boda.
– ?Hay algun problema? -pregunto, preocupado.
– Ninguno para casarte. He encontrado un juez que esta dispuesto a hacerlo, y nuestro equipo legal ya lo