lata de tomate frito, algunos limones del arbol que hay fuera y ?voila! ?Tienes hambre?

?Que si tenia hambre? Rose inspiro el aroma y el estomago empezo a hacerle cosas extraordinarias. Pero no era solo por el aroma, penso. Era por aquella situacion. Habia un hombre en casa de Hattie. ?Un hombre en su vida!

Pero ya habia bastantes hombres en su vida. Tenia cuatro hermanos a los que adoraba, y habia tenido que enfrentarse a un padre negligente y a un primo violento. No necesitaba mas hombres.

Pero Marcus le estaba sujetando la silla para que se sentara, un gesto que nunca nadie habia hecho por ella. Marcus le estaba sonriendo. Nunca nadie le habia sonreido…

?Se estaba volviendo toca? ?La gente le sonreia todo el tiempo! Pero nadie como Marcus…

Estaba en casa, se dijo, y la vida tenia que volver a la normalidad. ?Podria?

Rose y Harry se sentaron frente a Marcus y comieron como si nunca lo hubieran hecho antes, saboreando cada bocado.

Para Marcus, cocinar era su placer secreto. Durante los primeros anos de su vida se habia alimentado de hamburguesas y Coca-Cola. Pero entonces uno de los novios de su madre la habia cortejado contratando a un chef por una noche. A Marcus lo habian enviado a la cama mientras los dos tenian un romantico encuentro, pero los aromas que le llegaban lo habian atormentado. Al dia siguiente, los ingredientes sobrantes estaban en la cocina. Marcus habia investigado y despues habia tenido una larga charla con la vecina de al lado.

Aquel habia sido el comienzo de una habilidad que hasta entonces no habia compartido con nadie. Pero compartir era fantastico, penso. Rose y Harry habian disfrutado comiendo. Habia disfrutado de verdad.

– ?Donde aprendiste a hacer esto? -pregunto ella.

Marcus se lo conto, sintiendose extrano al hablar de su pasado con una mujer que parecia interesada de verdad. Incluso parecia que le importara.

Pero no, eso no podia ser, se dijo Marcus. La vida de Rose era la granja. Sin embargo, cuando ella se levanto para irse, Marcus sintio una extrana sensacion de perdida.

– Preparare cafe -dijo, pero ella nego con la cabeza.

– Tengo que ordenar por la manana. A las cinco. Necesito dormir. Y Harry tiene que ir al colegio.

– Pero… -empezo a protestar Harry.

– Son solo las ocho -dijo Marcus-. Incluso el principe del cuento podia disfrutar un poco mas.

– Dejaste a Cenicienta en Nueva York -repuso Rose con firmeza.

Capitulo 8

Marcus se quedo en su casita rosa, a solas con sus pensamientos. Ordeno y limpio la cocina y deshizo la maleta, colgando su ropa en perchas rosas.

Encendio su portatil. Eran las nueve de la noche, lo que significaba que en Nueva York eran las cinco de la manana. Tenia que haber alguien conectado.

Habia esperado un monton de correspondencia de Ruby, pero no habia nada. ?Donde estaba todo el mundo? Le echo una mirada al movil. Podria llamar. Habia muchos asuntos que discutir. Despertaria a todo el mundo…

Pero trabajaban para el, tendrian que aguantarse…

– Tomate unas vacaciones -le habia dicho Ruby-. Lo digo en serio, Marcus. Tomate dos semanas sin nada de trabajo. No quiero saber nada de ti. A ver si eres capaz de hacerlo.

Ruby lo habia planteado como un desafio y el habia reaccionado como si fuera estupida. Pero al mirar el movil y el portatil supo que no lo era. Lo conocia mejor que el mismo.

«Esta noche ha estado bien», penso. «De hecho, ha estado genial». No solo habia ensenado a un chico de doce anos a preparar curry, sino que habia visto como disfrutaba. Y habia visto como Rose disfrutaba al ver el placer de Harry.

Habia hecho feliz a Rose y se sentia bien por eso. Pero, ?en que estaba pensando? Aquella situacion era solo por dos semanas. «Dos semanas, Benson, y despues te vas».

Encendio la television y en la pantalla aparecio una absurda serie americana. ?Como se habia metido en aquel tio?, se pregunto. Ademas, no podia dormir. Su cabeza le decia que eran las seis de la manana y estaba muy despierto.

Rose tambien se habia acostumbrado al horario de Hueva York, penso. ?Como podria haberse ido ya a la cama? ?En el porche? Aquello era otra cosa en la que pensar. Una chica durmiendo en el porche…

Se la imagino tumbada en una cama con muelles rotos y mantas deshilachadas, poniendo el despertador al alba para ir a ordenar las vacas.

Era una verdadera Cenicienta, decidio. Y el se habia ofrecido para rescatarla.

No podria dormir. Sobre todo, si los muelles se le estaban clavando en el cuerpo. Y… ?como era aquel cuento del guisante? Una princesa que dormia sobre cien colchones, pero que sentia la molestia de un pequeno guisante…

Se estaba volviendo loco. ?Acaso iba a ir a rescatarla de un guisante?

«No voy a ir a ningun sitio». Pero no era cierto. Se negaba a estar un minuto mas en aquella pequena habitacion rosa y en aquella pequena casa rosa.

Solamente iria hasta el porche, se dijo, pata asegurarse de que Rose estaba bien.

«No lo hagas», penso. Simplemente saldria a dar un paseo. Y si se acercaba…

Rose estaba tumbada en la oscuridad sin poder dormir, preguntandose donde estaba la alegria que siempre habia sentido en aquella cama. En aquel lugar.

Aquel era su lugar privado, donde podia taparse hasta los ojos y perderse en sus pensamientos mientras en el mundo exterior las vacas pastaban, los arboles se agitaban con el viento, las olas del mar acariciaban la orilla y los buhos ululaban.

La granja estaba viva por la noche y le hacia compania. La habia echado muchisimo de menos en Nueva York y ahora deberia estar disfrutandola. Deberia estar durmiendo. Sin embargo, miraba el cielo estrellado y solo podia ver a Marcus.

Marcus se alejo un poco mas de su pequena casa rosa. Distinguia los perfiles de las vacas en los prados, el contorno de los arboles y de las montanas y podia oler los eucaliptos y la sal del mar.

Continuo caminando, siguiendo las huellas de las generaciones de la familia de Rose. Acercandose a ella.

Harry le habia dicho que Rose visitaba a Hattie con frecuencia. Gracias a la presencia de la tia, los ninos habian podido quedarse en la granja cuando su padre murio. Pero Hattie habia sido una mujer debil que, aunque se habia preocupado por Rose, no habia conseguido protegerla de su propio hijo.

– No recuerdo mucho de Charles -le habia dicho Harry-. Yo era muy pequeno cuando se marcho. Daniel dice que era una sabandija Se pegaba con todo el mundo. La tia Hattie tuvo que quedarse aqui cuando Charles era un nino porque no tenia otro sitio donde ir, pero el odiaba la granja. Y a nosotros. Todos nos alegramos mucho cuando se fue, pero era horrible cada vez que volvia a casa. Dan dice que solo volvia por dinero y que hacia llorar a la tia. Siempre queria mas dinero y Rose se enfadaba mucho por eso. No le dejaba que pegara a la tia Hattie, asi que Charles le pegaba a ella. Mucho.

Charles era como Marcus se habia imaginado, pero le ponia furioso pensar que habia pegado a Rose.

De pronto, se encontro pensando en su propia infancia. Habia gente que habia tenido una infancia peor que la suya, y lo habian superado. ?No podia hacer el lo mismo? La imagen de su madre y de sus numerosos novios aun le provocaba escalofrios, pero no era solamente eso. Sabia lo que pasaba cuando se encarinaba con la gente. Cosas terribles. Era mucho mejor mantenerse alejado…

Pero sus pies seguian moviendose, y Marcus se acercaba cada vez mas a la casa de Rose. De repente, los perros salieron de la nada, asombrados de ver a un humano despierto, y rodearon alegremente a Marcus, ladrando y saltando. Entonces se escucho una voz en la noche.

– Tip, Bryson, ?Quien esta ahi? Venid aqui, chicos.

Rose. Y el la habia asustado, penso con consternacion.

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