Holly estuvo a punto de ahogarse y, mientras lo miraba, penso en esos seis preservativos. No. no, no.
– Dejame -consiguio decir, con actitud de muchacha virtuosa-. Tengo que concentrarme.
– Hay mucho en lo que concentrarse, asi que tu; sigue concentrandote y yo seguire alimentandote.
Y asi fue. Lo cierto era que tenia hambre y todo estaba delicioso; la mezcla de sabores de unos ingredientes que a menudo no sabia identificar era sencillamente perfecta. Apenas hablaron, Holly no podia, solo podia repetir una y otra vez el mismo mantra en su cabeza.
Sensatez. Sensatez. Sensatez.
Pero ?como iba a actuar con sensatez? No podia dejar de seguir los movimientos de Andreas, y sus ojos, unos ojos oscuros que la observaban mientras comia. Deberia protestar. Deberia…
«Sigue comiendo», se dijo. «Disfruta de la magia de los manjares e intenta relajarte un poco». Ya le diria mas tarde que las cosas no iban a ir mas alla.
Andreas le sirvio una copa de vino de postre… que resulto ser australiano, de una bodega que Holly conocia; era un vino que siempre le habia encantado.
– ?Como…?
– Me acorde -reconocio Andreas con una sonrisa en los labios-. Le encargue a Georgios que lo encontrara para esta noche.
El primer sorbo disolvio gran parte de la sensatez de Holly, con la segunda copa se dio cuenta de que estaba… no borracha, sino… ?cautivada?
?Seducida?
?No!
Andreas habia recordado el vino que le gustaba.
Su camarero particular le llevo despues unas fresas que sabian como debian saber las fresas y nunca sabian, pero esa noche si, esa noche era todo perfecto. Andreas la observaba cada vez que se llevaba una a los labios y sonreia, era como si estuvieran haciendo el amor. La llama de las velas titilaba, acercandose ya al final; iban apagandose poco a poco, por lo que la luz era cada vez mas tenue.
Holly se bebio el ultimo sorbo de cafe.
– Tengo que irme a la cama -anuncio con cierta inseguridad.
Andreas fue de inmediato junto a ella para ayudarla a levantarse. Sus manos la agarraron con firmeza y deseo, con la seguridad de saber lo que iba a ocurrir.
– No hemos bailado el vals nupcial -le susurro al oido.
Holly no pudo hacer otra cosa que sonreir. -Has pensado en todo.
– Sabia que habia construido este pabellon para algo, creo que fue para esta noche.
Ella podia sentir su respiracion en la piel, el calor de sus manos le invadia el cuerpo. Lo vio desabrocharse los primeros botones de la casaca y luego, antes de que ella pudiera hacer nada, la levanto en brazos y la llevo hasta un lateral del patio, donde apreto unos discretos botones con los que hizo que empezara a sonar un vals.
Asi la llevo de nuevo junto a la piscina, la dejo en el suelo, la rodeo con sus brazos y comenzo a bailar con ella.
Era la escena de seduccion mas perfecta que se podria imaginar. Holly sabia que debia resistirse, que debia apartarlo de si y salir corriendo.
Pero ?como iba a hacerlo, estando entre los brazos de Andreas?
Simplemente, siguio bailando.
Gracias a la ambicion social de sus padres, habia aprendido a bailar antes incluso que a montar a caballo y nunca lo habia olvidado, a pesar de que hacia anos que no practicaba. Pero recordaba haber bailado con Andreas la primera noche de su estancia en Munwannay, durante la fiesta que habian organizado en honor de su invitado. Andreas la habia invitado a bailar un vals, la habia llevado al centro de la sala… y la vida de Holly habia cambiado para siempre.
Nada habia cambiado desde entonces. Ahi estaba, enamorandose de nuevo de el. Andreas la estrechaba en sus brazos como si fuera una delicada porcelana, como si fuera la mujer mas deseable del mundo.
Y el fuera su hombre. Su principe. Su marido.
Holly estaba derritiendose entre sus brazos. Tenia la cara apoyada en su pecho, sobre su piel y era… irresistible. Su olor era irresistible, masculisolo el podia llenar. Sus pies se movian al unisono como si el anticipara sus movimientos, o quiza era ella la que anticipaba los de el. ?Quien sabia?
– Andreas -susurro.
– ?Si, amor?
– Creo que ya esta bien con la escena de seduccion.
– ?No te gusta?
– He dicho que ya esta bien -respondio al tiempo que levantaba las manos para agarrarle el rostro y besarlo en la boca-. Ya no puedo mas. Al diablo con los riesgos. Dios, Andreas, se que es una locura, pero te deseo tanto:
– Yo deseaba que me desearas -dijo el con una sonrisa-. ?Y tu, quieres que yo te desee? -le pregunto, mirandola fijamente a los ojos-. Holly, ya te he dicho que no voy a hacer nada que tu no quieras que haga. Te deseo mas que a nada en el mundo, pero quiero que estes conmigo por tu propia voluntad, nada mas. ?Me deseas tanto como yo a ti?
Solo podia darle una respuesta. Era la unica respuesta posible en el mundo. Fuera sensata o no.
No lo era. Era una locura, pero no le importaba. -Si -dijo sencillamente, y luego dejo que el volviera a levantarla en brazos.
Despues de eso no hubo tiempo para nada mas, no era el momento de las palabras.
Era una noche calida y tranquila. El dormitorio de Andreas estaba completamente abierto a la noche, por lo que la cama parecia situada en un mirador con vistas al mar y a las estrellas. La llevo hasta alli con gesto tierno y triunfal mientras ella pensaba que era alli exactamente donde debia estar. «Con mi marido. Mi corazon, mi hogar».
«Mi Andreas».
Ya no habia vuelta atras. La dejo en el suelo junto a la cama y Holly se dio cuenta de que apenas se mantenia en pie sin el, su cuerpo lo reclamaba, palpitaba de deseo. Lo miro a la cara y vio el mismo deseo, la misma necesidad, reflejada en los ojos del hombre al que amaba.
Andreas.
– Holly -susurro el con la voz ronca de pasion-. Mi esposa…
Y entonces… de pronto ya no llevaba ropa. De repente no habia nada que se interpusiera entre ella y el, solo habia deseo. ?Como habia hecho para desnudarla tan rapido? Seguramente mientras ella lo despojaba a el de todas aquellas prendas que apenas vio porque estaba completamente concentrada en su cuerpo. El era lo unico que deseaba. Anos atras habia disfrutado del cuerpo de aquel hombre y ahora se sentia como si estuviera volviendo a casa.
– Eres tan hermoso -susurro, maravillada, en cuanto estuvieron ambos tumbados en la cama.
El solto una suave carcajada y la envolvio con su cuerpo.
– Tu… no sabes lo que es que me digas eso, mi amor…
Entonces empezo a besarla, y no solo en los labios sino en todo el cuerpo, de los pies a la frente y vuelta a empezar, mientras ella se estremecia y gemia de placer. Estaba despertando bajo sus manos, su cuerpo volvia a la vida despues de un largo sueno. Su piel, todas las terminaciones nerviosas, estaban despiertas por vez primera en mucho tiempo.
Ella tambien lo tocaba, recorria su desnudez con la yema de los dedos, deleitandose en la masculinidad de su cuerpo. Se dejaba derretir en su calor, una sensacion que habia llegado a olvidar que era capaz de sentir. Andreas era suyo, penso apasionadamente.
Llevaba arios creyendo que lo que recordaba no era mas que una fantasia, que sus recuerdos no eran mas que una idealizacion romantica de la realidad; su primer amor, su principe.
Desde entonces habia habido chicos y hombres con los que podria haber salido. Vecinos, otros profesores… Pero al mirarlos, Holly siempre los comparaba con Andreas y todos habian salido perdiendo en la comparacion. Era duro volver al mundo real despues de haber vivido un cuento de hadas.
Se habia aferrado a esa fantasia a pesar de saber que era solo eso, imaginacion y nostalgia.
Pero ahora sabia que no era asi. Lo que Andreas le hacia sentir era… real.