Era tal y como lo recordaba y mucho mas. Su masculinidad era exigente, arrolladora y, al mismo tiempo, habia en el una ternura inimaginable la conminaba a compartir su jubilo. Andreas recorria su cuerpo, explorando y saboreando cada milimetro de su piel con verdadero placer…, pero esperaba lo mismo de ella, que disfrutara del mismo modo y le diera el mismo placer.
Cuando por fin llego el momento en que se sumergio en ella, en que la hizo completamente suya, Holly grito de pura alegria. Se fundieron en un solo ser y la noche estallo en una lluvia de deseo. Despues se quedaron tumbados, sus cuerpos saciados, pero aun unidos, hasta que volvio a invadirlos la necesidad del otro.
No era una noche para amarse solo una vez. Sus cuerpos parecian exigir algun tipo de compensacion por todos los anos que habian estado separados. Era una noche demasiado importante como para dormir. Holly habia sonado con el durante anos y no pensaba perder el tiempo durmiendo, ya lo haria en otro momento.
Lo unico que importaba era Andreas.
Habia cambiado, penso, maravillada, durante la larga y languida noche. Aquel ya no era el cuerpo de un muchacho, sino el de un hombre que parecia haber encontrado un sustituto al trabajo en la granja que tanto le habia gustado, porque su cuerpo era todo musculo.
Fabuloso. Aquella palabra resono una y otra vez en su cabeza durante la noche, mientras sus dedos exploraban, su lengua descubria y sus piernas lo atrapaban. Cada vez estaban mas cerca, mas unidos, pero la noche no era lo bastante larga. Deberian haber quedado agotados, pero de ningun modo podian acabar semejante experiencia durmiendo.
– Eres mucho mas hermosa de lo que recordaba -le dijo el en algun momento de la noche-. Mi bella Holly, mi maravillosa princesa australiana.
Se aferraron el uno al otro como dos jovenes amantes hasta que llego el amanecer y una luz anaranjada inundo la habitacion, llenandolo todo de una paz que Holly no habia experimentado jamas. Estaban desnudos, abrazados. Ella sintio que volvia a tener diecisiete anos, tenia al hombre que amaba y el mundo a sus pies, nada podia salir mal.
– ?Puedo llevarte a nadar, mi amor? -susurro Andreas.
– Puedes llevarme donde quieras -dijo ella, adormecida.
El sonrio y, un segundo despues, estaba de pie y le tendia una mano.
– No puedo creer que pueda mover ni un dedo -comento Holly al tiempo que aceptaba su mano y se dejaba arrastrar fuera de la cama… y de la habitacion-. Estamos desnudos.
– ?Si? -Andreas se detuvo en seco como si no se hubiera dado cuenta, pero luego la miro y se echo a reir-. Es maravilloso, ?verdad?
Salio al patio y de ahi se dirigio a la playa como si nada.
– Andreas, estamos desnudos -insistio Holly, esa vez con una especie de chillido, pero riendose al mismo tiempo.
Resultaba increiblemente erotico, pero debia conservar un poco de sentido comun, alguien tenia que hacerlo. Dios, era tan hermoso. Su principe desnudo. Su Andreas.
Su esposo.
– Sophia… -dijo desesperadamente-. Georgios.
– No te preocupes, Sophia se encargara de que nadie se acerque a este lado de la isla.
– ?Es lo que suele hacer cuando traes aqui a otras mujeres?
El volvio a detenerse en seco, pero ahora la miro con el ceno fruncido.
– No -dijo con voz grave-. Ya te he dicho que nunca he traido a ninguna mujer.
– No te creo.
– Tienes que creerme -insistio y acompano sus palabras con un beso que no dejo lugar a dudas, no dejo lugar a nada excepto al deseo y a la pasion-. Te he traido a ti, a mi mujer, a mi esposa. Ya era hora de traerte a casa.
No volvieron a detenerse hasta llegar a la orilla del mar. A Holly se le corto la respiracion al sentir el agua sobre su piel ardiente, pero entonces sintio tambien los brazos de Andreas a su alrededor, tomandola con un deseo que anunciaba que no iba a ser un bano tranquilo.
– Pense que ibamos a nadar…
– Piensa lo que quieras -rugio al tiempo que la tumbaba sobre la arena, con las olas rompiendo a sus pies. Le tomo el rostro entre las manos, clavo la mirada en sus ojos y volvio a sumergirse en su cuerpo, volvieron a fundirse-. Yo no puedo pensar. Mi Holly,
Capitulo 9
Los siguientes dias fueron un sueno. Una verdadera luna de miel. ?Seis preservativos? Hubo muchos, muchos mas, porque una vez que empezaron era imposible parar.
Holly sentia la misma locura que habia sentido a los diecisiete anos, estaba tan locamente enamorada como entonces. Andreas solo tenia que mirarla para hacer que se derritiera, solo tenia que tocarla y todo su cuerpo respondia a el de inmediato con el deseo mas puro.
– Mi ardiente mujer -la llamaba el mientras la estrechaba en sus brazos una y otra vez-, mi esposa cautiva. Estoy pensando tenerte aqui prisionera para siempre.
A ella le parecia bien. El tiempo que habia compartido con el en el pasado habian sido momentos robados, una pasion cargada de culpa. El miedo y la cautela la habian hecho dudar en la noche de bodas, pero una vez olvidadas ambas cosas, descubrio que no habia nada de lo que preocuparse. No existia nada mas que el amor que sentia por el.
Podia hacerla suya de todas las maneras posibles, y lo hacia. Holly tambien lo hacia suyo a el porque, porque, si Andreas podia ser exigente, tambien podia serlo ella. Podia ser tierno y despertaba en ella una ternura que ni siquiera sabia que poseia.
Sophia volvio a aparecer y tambien lo hicieron Nikos y Georgios, pero se mantuvieron en un segundo plano. Aquella era su isla desierta, su paraiso, solo para ellos dos.
Deefer formaba parte de su mundo, una bolita peluda y alegre que los seguia a todas partes, que perseguia a las gaviotas en la playa mientras sus amos daban rienda suelta a la pasion y al placer.
Sin embargo, aquel paraiso no podia durar siempre. Tuvieron tres dias, despues el cuento de hadas llego a su fin.
Acabo con una llamada en la puerta del dormitorio. Eran las once de la manana. Habian estado nadando y habian hecho el amor a la orilla del mar antes de volver a disfrutar de un desayuno tardio. Mientras Deefer dormia, Andreas y Holly se habian metido a la ducha con la intencion de vestirse despues, pero no habian llegado a hacerlo. La cama resultaba demasiado tentadora.
La llamada a la puerta llego cuando yacian juntos, exhaustos de placer.
– Alteza, tiene una llamada del principe Sebastian -anuncio Georgios desde el otro lado de la puerta, en tono de disculpa.
Maldita sea -protesto Andreas al tiempo que apartaba a Holly con un beso para poder levantarse-?Me prometes que me esperaras aqui?
– !No tengo energia para moverme! No tardes.
Andreas se vistio rapidamente y desaparecio, dejando a Holly con un mal presentimiento.
Un presentimiento que no tardo en cumplirse. Andreas estuvo fuera mas de media hora. Cuando volvio, Holly ya se habia duchado de nuevo y vestido, y estaba a punto de salir de la habitacion en el momento que el abrio la puerta. Con solo mirarlo a la cara, supo que la luna de miel habia terminado.
– Tenemos que irnos -anuncio con gesto sombrio.
– ?A Aristo? -pregunto ella, con el corazon encogido.
– Yo tengo que ir a Grecia. Hay rumores de que han vendido el diamante a un comprador privado. La gente de Calista ya esta siguiendo el rastro y, si lo encuentran antes que nosotros… -no termino frase, no era necesario-. Georgios esta preparando el helicoptero. Nos vamos dentro de media hora.
Eso fue todo. No le pregunto si tendria tiempo suficiente, ni le dijo que sentia que hubieran interrumpido su luna de miel. Andreas estaba ya centrado en otra cosa, volvia a ser un principe. Y… ?en que situacion la dejaba a