– Es muy simpatica -anadio Brittany-. Me cae muy bien, y a ti te gusta. Puedes tener novia, papa. No tiene nada de malo, y no es que te vayas a casar con ella.
– No necesito tu permiso para salir con una mujer.
– Lo se, pero de todos modos te lo estoy dando.
Era adorable y completamente irritante, penso Hawk mientras meneaba la cabeza.
– ?Que voy a hacer contigo?
– Adorarme, como todo el mundo. En serio, papa, Nicole te gusta mucho.
– Lo se.
– Entonces, adelante. Disculpate.
– ?Como sabes que soy yo el que debe disculparse?
– Porque tu eres el hombre. Pero ya sabes, no vayas demasiado en serio con ella.
– Eso no va a suceder -respondio el.
Nunca podria reemplazar a Serena. No podia. Habia sido el amor de su vida. ?Por que iba a querer enamorarse de otra persona?
– Entonces ?vas a llamarla? -pregunto Brittany.
– Quiza.
– Deberias. Nicole es estupenda.
Era cierto, penso Hawk mientras bajaba las escaleras. Pensandolo bien, ademas, su discusion no tenia sentido. El conocia a su hija y confiaba en ella. Fin de la historia. Nicole no lo entendia, pero eso no era una tragedia.
– ?Vas a llamarla? -le grito Brittany.
– Dejame tranquilo, nina.
Ella se echo a reir y el sonrio.
Jesse paro en el pequeno aparcamiento para calmarse. Estaba llorando demasiado como para poder seguir conduciendo sin ponerse en peligro.
Sabia que solo ella tenia la culpa de la situacion en la que se encontraba, pero eso no hacia que se sintiera mejor. Lo habia echado todo a perder. Habia perdido todo lo que queria, todo lo que le importaba.
Mientras se enjugaba las lagrimas, se dijo que tenia que ser fuerte. Tenia que decidir lo que iba a hacer con su vida. O, al menos, como iba a sobrevivir durante los meses siguientes. No tenia dinero, apenas le quedaba gasolina y estaba a cuatrocientos ochenta kilometros de Seattle, en Spokane. ?Y ahora que?
Como si quisiera responder a la pregunta, alguien dio unos golpecitos en el cristal.
Bien. Justo lo que necesitaba. Una interferencia.
Bajo la ventanilla unos centimetros, pero no se molesto en mirar a la persona.
– ?Que? -pregunto con aspereza.
– ?Estas bien?
Era la voz de un hombre, y tenia tono de preocupacion.
– Estoy perfectamente.
– Pues no lo parece.
Ella se volvio a mirar. Era mayor, de la edad de un abuelo, pero de aspecto amable. Jesse tuvo ganas de contarselo todo, pero no lo hizo porque su historia podria causarle un infarto, y ella no queria tener que sentirse culpable de una cosa mas.
– Vayase -dijo.
– Eso no es muy amable por tu parte.
Ella se enjugo los ojos.
– No lo decia en el mal sentido. Mire, gracias por interesarse, pero usted no tiene por que involucrarse.
– ?Y como lo sabes?
– Porque en realidad, no esta interesado en mi vida. Nadie esta interesado en ella, ni siquiera yo.
– Parece el primer verso de una cancion country -comento el hombre.
Era cierto, y Jesse se echo a llorar otra vez.
– Bueno, bueno -dijo el, y abrio la puerta del coche-. Vamos, ven conmigo. ?Tienes hambre? La comida de mi bar no es nada del otro mundo, pero hago unas hamburguesas estupendas.
Antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo, se vio dentro del bar. El hombre encendio las luces y senalo la barra.
– Sientate.
Ella se sento en uno de los taburetes. El le paso varias servilletas y un vaso de agua.
– Empieza por el principio. ?Que es lo que va mal?
– Todo.
– ?De veras?
Jesse penso que era agradable, y que ella tambien debia serlo. Sin embargo, lo que dijo fue:
– Estoy embarazada. Mi hermana piensa que me he acostado con su marido, y no es cierto, pero no me cree. Mi novio es el padre de mi hijo, y el tampoco se lo cree. Me dijo que no le importaba si era suyo -entonces comenzo a llorar de nuevo, y se sono la nariz-. Me he peleado con mi hermana y con Matt, y he decidido marcharme de Seattle. No tengo dinero ni ningun sitio al que ir, ni trabajo ni casa. ?Le parece suficiente?
– Por algo se empieza -dijo el hombre-. Pues consigue un trabajo.
Ella lo miro con cara de pocos amigos.
– ?Haciendo que? ?Le parece que tengo mucha capacitacion?
– Seguro que hay algo que sabes hacer. Todo el mundo es capaz de hacer algo.
Ella sabia hacer pasteles, penso Jesse con tristeza. Hacia bizcochos perfectos y galletas deliciosas. Sin embargo, todas las recetas eran de la pasteleria, y no le parecia bien usarlas. Por no mencionar que, la ultima vez que lo habia intentando, Nicole la habia metido en la carcel.
– Nada -dijo, finalmente-. No se hacer nada.
– ?Cuantos anos tienes?
Ella volvio a fulminarlo con la mirada.
– ?Como? -?acaso estaba insinuandosele? Era repugnante-. Me marcho de aqui.
El alzo ambas manos.
– No te pongas tan altanera conmigo, hija. No te lo he preguntado por la razon que tu piensas. Eres tan joven como para ser mi nieta. Ademas, a mi me gustan las mujeres con un poco mas de edad. Tienen mas conversacion y no les gustan las tonterias -dijo, y senalo el letrero que habia en la pared. Decia «Bill's Bar»-. Este es mi bar. Si tienes edad suficiente, puedo darte trabajo. Algo temporal, hasta que consigas levantar cabeza.
– Tengo veintidos anos -dijo Jesse, no del todo convencida de que el hablara en serio-. Tengo el carne de identidad.
– Te creo.
Nadie la creia. Todos llevaban mucho tiempo sin creerla.
– ?Y por que iba a hacer algo asi? ?Por que le ofrece trabajo a una desconocida?
– Una de mis camareras dejo el trabajo anoche. Todavia no he puesto el anuncio en el periodico. Tu me ahorraras tiempo y molestias, por no hablar del dinero.
– Pero si no sabe nada de mi.
– Se trata de servir bebidas. No es dificil. Ademas, eres muy guapa, y los clientes no se molestaran si cometes un error.
Ella no se sentia muy guapa.
– Sabe que estoy embarazada, ?verdad?
– Ya lo habias mencionado. No te preocupes. Nadie fuma en el bar.
No era eso lo que preocupaba a Jesse, aunque deberia. Ella se referia a que no iba a ser atractiva cuando empezara a notarsele el embarazo. Sin embargo, no dijo nada. Un trabajo le proporcionaria tiempo para pensar.
– Acepto el trabajo -dijo-. A proposito, me llamo Jesse.
– Me alegro de conocerte, Jesse. Soy Bill.
Ella sonrio.