llevo aparte.

– Veo que te las has arreglado para mantenerlo a tu lado -bromeo mientras admiraba su anillo-. Has elegido bien.

– Eso creo.

Zarina rio.

– Reconozco esa sonrisa. Estas enamorada.

– Es un hombre maravilloso.

– Eso es lo que toda novia deberia pensar de su prometido.

Zarina la llevo hacia un grupo de mujeres y se las presento. Kayleen conocia a varias por su visita anterior y las saludo en su idioma. La miraron con sorpresa y dos de ellas empezaron a hablar tan deprisa que solo entendio una de cada diez palabras.

– No tengo ni idea de lo que habeis dicho -confeso en ingles-. Todavia estoy aprendiendo…

– Pero lo intentas -dijo Zarina, encantada-. Y nos honras con tu esfuerzo.

– Esperaba que pudieramos ser amigas…

Zarina sonrio.

– Lo somos. Pero tienes que recordar tu cargo. Cuando seas princesa, las cosas cambiaran.

– No para mi.

– Entonces, seremos grandes amigas… Ven, ya estamos preparando la cena. Puedes hacernos compania y te ensenaremos unas cuantas palabras. Palabras de amor para impresionar a tu futuro marido…

– Vaya, eso me gustaria mucho.

Kayleen se sento en la cocina al aire libre. Las mujeres charlaban y reian y ella se lo paso muy bien a pesar de que entendia muy poco. Trabajaban juntas, sin jerarquias aparentes, y los ninos jugaban por todas partes y no se acercaban a los mayores salvo si los necesitaban por alguna razon.

Era como una familia gigantesca; en ciertos sentidos, muy parecida a la del convento donde se habia criado. Pero con la gran diferencia de que en una tribu se tenian raices y era una familia para siempre.

Oyo risas y vio que Zarina le susurraba algo a una de las jovenes. Segundos mas tarde, la llevaron a una tienda.

– No hacemos esto muy a menudo -le conto su amiga-. Solo en ocasiones especiales… el poder conlleva responsabilidad.

– No se de que estas hablando.

Zarina abrio un arcon y saco un monton de velos.

– El truco consiste en mantener el misterio -afirmo mientras acariciaba la tela-. Es una cuestion de confianza, no de talento. Ningun hombre se puede resistir a los encantos de una mujer que baila para el. No debes preocuparte demasiado por tu aspecto ni sentirte insegura por ningun otro motivo… simplemente, recuerda que el se vuelve loco de deseo cada vez que te mira. Tu tienes el poder, tu decides. El ruega y tu concedes.

– Si estas diciendo lo que creo que estas diciendo…

– Despues de cenar, enviaremos a Asad a una tienda privada. Tu estaras alli y bailaras para el -Zarina sonrio-. Sera un recuerdo que no olvidara nunca.

– Pero no se bailar… esas cosas no se me dan bien.

– Eres la mujer con quien desea casarse. Sabes todo lo que necesitas saber. Y en cuanto al baile, es muy facil. Ven aqui y te ensenare.

Zarina dejo la tela a un lado y se quito la tunica. Debajo llevaba un top sin mangas y unos pantalones cortados. Un atuendo perfectamente moderno y adecuado para la vida en el desierto.

Zarina empezo a bailar. Parecia tan facil que Kayleen la imito, pero sin tanta soltura.

Sin embargo, unos minutos mas tarde ya habia aprendido el movimiento de las caderas y hasta que hacer con los brazos.

– Muy bien -dijo Zarina-. Ahora, girate lentamente… Baila durante un minuto o dos. Luego te giras y te quitas uno de los velos.

– No puedo bailar desnuda…

– No tendras que estarlo. Ningun hombre se resiste a la danza de los velos. Cuando te hayas quitado dos o quizas tres, estara tan excitado que te quitara el mismo el resto.

– ?Y si piensa que estoy haciendo el ridiculo?

– Que estupidez. Pensara que es el hombre mas afortunado de la Tierra. Pero venga, te prepararemos para la noche.

Zarina la llevo a una tienda donde la vistieron con los velos y la maquillaron. En los ojos le pusieron un color oscuro, y en los labios, rojo.

– Esto es mejor que el carmin -dijo su amiga-. No se quita.

Le recogieron el cabello con una diadema y le pusieron docenas de brazaletes en cada brazo. El toque final consistio en unos pendientes tan largos que casi le llegaban a los hombros.

Zarina le acerco un espejo y Kayleen se miro. No pudo creer que esa mujer tan exotica fuera ella. Y por si fuera poco, tambien parecia sexy y misteriosa.

– Te dejare a solas para que practiques unos minutos y volvere despues. Cree en ti misma, Kayleen. Con ese baile, conquistaras el corazon de Asad y sera tuyo para siempre. ?Que otra cosa podria desear una mujer?

Cuando se quedo a solas, Kayleen se dijo que tenia razon. Ya le habia entregado su corazon al principe, y ahora tenia que conquistar el suyo. Habia llegado el momento de cambiar. Debia sobreponerse a sus temores y demostrarle que ella era mucho mas de lo que habia imaginado. Solo tenia que usar su fuerza interior para alcanzar lo que deseaba.

Se miro de nuevo en el espejo y se dirigio a la entrada de la tienda para esperar a Zarina. Ya no estaba asustada. Conseguiria que Asad se arrodillara ante ella y que le implorara. Y eso, solo para empezar.

Asad disfrutaba de la compania de Sarif, pero se sentia profundamente decepcionado. Habia ido al desierto para estar con Kayleen y se la habian llevado nada mas llegar. Ni siquiera habian cenado juntos.

Cuando sirvieron el cafe, miro la hora y se pregunto cuanto tiempo tendria que esperar para poder marcharse sin resultar grosero. Con un poco de suerte, podrian ir a la ciudad y pasar un par de horas juntos. Conocia unos cuantos locales nocturnos interesantes donde se podia bailar. Tenia ganas de sentirla contra su cuerpo.

Poco despues, Zarina se acerco e hizo una reverencia.

– Principe Asad, ?podria acompanarme?

Asad miro a su anfitrion.

– ?Debo confiar en tu hija?

Sharif se rio.

– ?Crees que yo se lo que se trae entre manos? Zarina, ?para que necesitas al principe?

– Oh, para nada que le vaya a disgustar.

Asad se excuso y la siguio. Ya era de noche y el cielo estaba cuajado de estrellas. Penso brevemente en su hermano y se pregunto si volveria a Palacio a tiempo de asistir a la boda. Tenia ganas de ver a todos sus hermanos juntos.

Zarina lo llevo a una tienda que estaba casi al final del poblado.

– Es aqui, senor -dijo, abriendo la entrada- le deseo la mejor de las noches.

Asad entro. El interior estaba muy poco iluminado. Era un espacio abierto, con una alfombra en el medio y unos cuantos cojines para sentarse al fondo.

– Sientate, por favor.

La voz llego desde una esquina oscura, pero reconocio la voz de inmediato. Era la voz de su prometida de Kayleen.

Asad se sento en los cojines y penso que la noche habia mejorado considerablemente.

De repente, comenzo a sonar una cancion. Un tema tradicional, lo cual le sorprendio tanto como la vision de Kayleen cuando salio de entre las sombras. Y luego no penso nada mas. Su racionalidad desaparecio durante muchos minutos.

Llevaba velos. Docenas y docenas de velos que le cubrian el cuerpo. Pero eso no era tan arrebatador como los pequenos destellos de su piel desnuda: su cintura, sus piernas, unos centimetros de sus brazos.

Era la Kayleen de siempre, pero muy distinta. Llevaba maquillaje oscuro en los ojos, pendientes en las orejas y brazaletes en los brazos. Su piel brillaba bajo la luz tenue. Y cuando empezo a bailar, lo volvio loco de

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