empujon y solto una exhalacion.

– ?Esta coqueteando conmigo? -pregunto Emma.

– Si. Le gustas. Saldremos a caballo y el Jeep nos seguira.

Le murmuro algo al caballo y se puso a un lado para ayudar a subir a Emma. Esta recordaba lo suficiente de sus clases para saber que debia dar un salto a la silla. Respiro hondo para armarse de valor y puso el pie en las manos que Reyhan le ofrecia.

No solo estaba a casi dos metros del suelo, sino que la silla ofrecia tanta proteccion como un panuelo.

– No tengo nada a lo que sujetarme -dijo con desesperacion.

– No te pasara nada -le aseguro Reyhan mientras le tendias las riendas.

No, tan solo quedaria mutilada e invalida para siempre, penso. Reyhan volvio a las caballerizas, presumiblemente a buscar su propia montura.

– Emma, no puedes montar esa bestia -dijo su madre-. No es seguro. Baja y sientate con nosotros.

Aquella orden fue el incentivo que necesitaba para erguirse en la silla y sonreir.

– No me pasara nada. No vamos a galopar.

Al menos eso esperaba. Habia una larga caida hasta el suelo.

Reyhan volvio con un semental gris aun mayor que Principe y monto con facilidad.

– El Jeep ira por una ruta mas larga, siguiendo la carretera -le dijo a Emma-. Nosotros cruzaremos el desierto y nos encontraremos con tus padres en el oasis.

– Estupendo -dijo ella, pensando que asi tal vez tuvieran oportunidad para hablar.

Reyhan ordeno al conductor del Jeep que se pusiera en marcha y luego le dio a Emma unas cuantas instrucciones. Ella recordo rapidamente lo aprendido y, tras unas vueltas por el patio, estuvo lista para salir a la inmensidad salvaje del desierto.

La manana era calida y soleada. Tanto, que Emma agradecio llevar sombrero y proteccion solar. El pedregoso sendero era facil de seguir. Principe y ella caminaban tras Reyhan y su caballo, pero tras unos minutos de trote y ligeras sacudidas, marcharon a medio galope y Reyhan dejo que Emma cabalgara a su lado.

El viento le solto a Emma varios mechones de la trenza. Sacudio la cabeza para apartarse los pelos de la cara y casi se cayo del caballo. Reyhan alargo una mano y la agarro del brazo. Ella consiguio a duras penas permanecer en la silla. De repente, el cuero resbaladizo le parecia mas pequeno y precario.

– Iremos despacio -dijo el, tirando de las riendas.

Ella hizo lo mismo y miro a Reyhan.

– Siento ser una molestia.

– La culpa es mia. Parecias tan comoda en el caballo que crei que tenias mas experiencia.

Cabalgaron lentamente, el uno al lado del otro. Emma penso en varios temas de conversacion, pero todos le parecian tan forzados y estupidos que eligio la verdad.

– Se que no querias hacer esto hoy. Que no querias estar conmigo y mis padres. Te agradezco que lo hayas organizado todo y que hayas venido.

– Es importante que disfruteis de vuestra estancia en Bahania. Ver el desierto os ayudara a entendernos. El desierto esta lleno de tradiciones. Durante siglos los nomadas han recorrido la vastedad de estas tierras. Los ladrones asaltaban a los comerciantes y viajeros que usaban la ruta de la seda.

– Genial. Mi madre esta muerta de miedo pensando que la pueden atacar.

– Esos tiempos han quedado muy atras -dijo el-. Hoy los que viven en el desierto protegen los yacimientos petroliferos para ganarse la vida. Una combinacion de lo nuevo y lo viejo.

– Eso esta muy bien.

– Hay algunos que no quieren trabajar. Y prefieren… ser como los ladrones de antano.

Emma miro alrededor. Solo se veian dunas salpicadas de matorrales.

– ?Y que quieren?

– Dinero. Amenazan con incendiar nuestros pozos petroliferos si no les pagamos.

– ?Pero eso no es ilegal?

– Si, y sabemos quienes son esos crios. En su mayoria son los segundos y terceros hijos de los jefes nomadas. Al no recibir herencia, no pueden acceder a la riqueza de la familia. Y en vez de trabajar para ganarse la vida, prefieren buscar un metodo mas sencillo y mucho mas rentable. Juegan a ser mayores.

– ?Vas a hacer que los arresten?

El nego con la cabeza.

– Les he dado mi palabra a sus padres de que no los encarcelare sin una causa. Las amenazas no prueban nada, asi que esperaremos y observaremos. A veces los jovenes maduran. Otras no.

– No lo entiendo -dijo ella-. ?Por que no hacen nada sus padres?

– Para un hombre del desierto no hay mayor tortura que la de ser privado del sol. No arrestare a nadie a menos que tenga una razon. Mi jefe de seguridad no esta muy contento con esta actitud mia.

– No me sorprende.

Era la conversacion mas larga que habian tenido desde que pasaron la noche juntos. Emma se pregunto si Reyhan se estaba acercando a ella o simplemente haciendo lo mas soportable posible una situacion incomoda.

– Siento que todo esto sea tan dificil para ti -dijo ella-. Tenerme aqui, y a mis padres…

– Todo pasara.

No eran exactamente unas palabras que la consolaran. Emma queria recordarle que unos dias atras el la habia deseado con una pasion irrefrenable.

– ?Y si me marcho? -pregunto.

– No cambiaria nada -respondio el mirando al frente-. Cuando volvieses, el reloj seguiria su curso. Mi padre puede ser el hombre mas cabezota del mundo.

Emma penso en como la evitaba Reyhan. Como si ella tuviera alguna enfermedad contagiosa. Apenas le hablaba y no se reia.

La testarudez parecia ser un rasgo heredado de su padre.

Llegaron al oasis una hora mas tarde. Los padres de Emma ya estaban alli, y corrieron a saludar a su hija. Reyhan se extrano de verlos tan ansiosos. El habia estado con Emma y habria dado su vida con tal de mantenerla a salvo. Pero sus padres no confiaban en el.

Desmonto y se acerco al caballo de Emma. Su madre lo miro furiosa cuando la ayudo a bajar. Pero incluso con sus padres mirando y censurandolo, sintio el calor que desprendia el cuerpo de Emma y como se apoyo contra el para guardar el equilibrio.

– Me falta mucho para ser una amazona -dijo con una sonrisa-, Pero al menos he sobrevivido.

Reyhan quiso devolverle la sonrisa y decirle que estaria encantado de ensenarle a montar. Queria abrazarla y estar con ella. Pero en vez de eso retrocedio y se alejo.

– Este oasis no es muy grande. Hay otros mas lejanos que cubren varios acres. Pero muchas familias vienen aqui porque asi pueden estar cerca de la ciudad y al mismo mantener su estilo de vida tradicional.

– ?Es seguro que paseemos por aqui? -Pregunto Emma-. ?Hay algo que no debamos hacer? No quiero ofender a nadie.

– Sois invitados de honor. Sereis bienvenidos. Miro el pequeno campamento instalado en torno al tanque. Los ninos jugaban, las mujeres hablaban alrededor de hogueras y los hombres se ocupaban de los camellos. Todos se habian percatado de la llegada de Reyhan, pero esperarian a que fuera el quien diera el primer paso.

– No tienes nada que temer -le dijo a Emma.

– ?Estas seguro?

El asintio. Comprendia su preocupacion. Una de las cosas que mas le habia gustado de Emma cuando la conocio habia sido su buen corazon. Siempre se preocupaba por los demas… una caracteristica que no solia encontrar en las mujeres que conocia.

– ?No os parece fabuloso? -Les pregunto Emma a sus padres, tomandolos del brazo-. Vamos a presentarnos a los nomadas.

– Son desconocidos -dijo su madre-. No sabemos si hablan ingles.

– Casi ninguno lo habla -confirmo Reyhan.

– Entonces tendremos que fingir -dijo Emma, y tiro de sus padres hacia las mujeres.

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