Reyhan reprimio el impulso de ir con ella y demostrarles a todos que era suya teniendola cerca. Su presencia era proteccion suficiente, aunque Emma no necesitaba ninguna.
Miro a los hombres que paseaban junto al redil de los camellos y les asintio. Cuando ellos se aproximaron e hicieron una reverencia, Reyhan reconocio al mas anciano, el jefe de la pequena tribu. Era un hombre que habia cabalgado por el desierto con su padre.
– Bihjan -lo saludo, devolviendole la reverencia-. Te traigo saludos de mi padre.
– Devuelveles los mios con los mejores deseos para ti y tu familia.
– Y para los tuyos.
El viejo miro a Emma y a sus padres.
– Mi mujer -dijo Reyhan con orgullo.
– Veo que tu bendicion ya ha empezado -dijo el viejo sin mostrar sorpresa-. Te gusta.
Reyhan asintio en vez de explicar la verdad… que «gustar» no definia ni de cerca lo que sentia. Emma era su vida, su aliento, y no estaba seguro de poder sobrevivir sin ella.
– Te dara buenos hijos.
– Si Dios quiere -respondio el simplemente, ignorando el nudo que se le habia formado en el pecho al pensar en hijos.
Habia hecho el amor con Emma sin usar proteccion. Habia estado tan cegado por la pasion que ni siquiera habia pensado en ello ni en las consecuencias. Si estaba embarazada… No, no podia estarlo. Si lo estaba, se quedaria para siempre en Bahania, y el sabia que eso lo destruiria. Pero tener un hijo con ella…
– Has sido bendecido con muchos hijos -le dijo al viejo.
Bihjan asintio. Una sombra de preocupacion cubrio su rostro.
– Mi hijo menor, Fadl, dirige a los rebeldes -dijo tranquilamente-. Se lo que hacen y cuales son sus amenazas.
– He dado mi palabra -le recordo Reyhan-. Si todo se queda en amenazas, no hare nada. Tal vez lleguen a madurar y se conviertan en hombres de provecho.
Bihjan suspiro con alivio.
– Eso habia oido, pero queria preguntartelo en persona. Se que esos jovenes estan agotando tu paciencia.
– Y la de mi jefe de seguridad, tambien. El cree que habria que arrestarlos y meterlos en prision. He tenido que explicarle que para un hombre del desierto estar encerrado es peor que la muerte -entorno la mirada-. Pero te lo advierto. Mi paciencia tiene sus limites. Si alguno de los rebeldes pasa a la accion, por insignificante que esta sea, mi castigo sera inmediato y severo.
El viejo asintio.
– Como debe ser, principe Reyhan. Como debe ser.
A Emma le encantaba el oasis. La gente era encantadora, y al menos dos de las mujeres comprendian un poco el ingles, lo suficiente para intentar comunicarse. Los ninos eran preciosos y muy amistosos. Y adoraba los perros y las crias de camellos.
Incluso sus padres parecian estar disfrutando, ya que formulaban mas preguntas que quejas. Tal vez hubiera esperanza para ellos, despues de todo.
– Nos han invitado a cenar con ellos -dijo Reyhan, acercandose a ella-. He aceptado.
Emma miro el redil de los camellos y trago saliva.
– ?Y que… eh… en que consistira el menu?
– No temas -la tranquilizo el con una sonrisa-. Pollo.
– Es un alivio. No creo que pudiera masticar algo que acabo de acariciar.
– No me lo esperaria de ti -la tomo del brazo y la aparto de los demas-. Les he dicho que eres mi mujer, sin mencionar nada del divorcio.
– De acuerdo. Es logico. La situacion es complicada.
– Queria que lo supieras.
– Gracias.
Los llamaron a la cena y todos se sentaron en torno a un circulo. Los platos fueron pasados de persona en persona. Emma probo un arroz picante y pollo tierno. Habia pan de pita y verduras asadas. Dos adolescentes tocaban unos instrumentos de cuerda, y una joven con cascabeles en las munecas y en los tobillos bailaba para ellos.
– ?Pueden permitirse darnos de comer asi? -Pregunto Emma despues de que les ofrecieron una bandeja con datiles cubiertos de miel-. No quiero que pasen hambre por culpa de su generosidad.
Reyhan le clavo la mirada de sus penetrantes ojos oscuros.
– Aprecio tu preocupacion por mi pueblo. Pero puedes estar tranquila. Me he ocupado de todo.
Emma lo creyo. Reyhan era un buen hombre. Un hombre al que podia admirar. ?Que diria si ella le dijese que deseaba que aquella gente fuera tambien su pueblo? ?Que cuanto mas tiempo pasaba en Bahania, mas le gustaba el pais y mas lo sentia como si fuera su hogar?
Despues de la comida, varias de las mujeres se levantaron y desaparecieron en una de las tiendas. Unos cuantos hombres se fueron hacia los camellos. Emma se dispuso a levantarse tambien, pero Reyhan le puso una mano en el brazo.
– Aun hay mas.
– Estoy llena. No puedo comer mas.
– No se trata de comida.
Una chica se acerco, se arrodillo frente a Emma y le ofrecio un precioso collar esmaltado azul y rojo. Emma lo miro y luego miro a Reyhan.
– No puedo aceptarlo.
– Tienes que hacerlo. Eres su princesa y quieren mostrarte respeto – se inclino hacia ella para susurrarle al oido-: Tranquila. Lo unico que se espera de ti es que muestres entusiasmo por todo. Cuando nos vayamos, los regalos se quedaran aqui.
– Estupendo -murmuro ella. Beso a la chica en ambas mejilla y acepto efusivamente el collar, que Reyhan procedio a deslizarselo por el cuello.
Hubo mas piezas de joyeria, panos de seda, cuatro camellos adultos y una cria. El unico regalo que le costo devolver fue un perrito que le lamio todo el rostro y se acurruco contra ella.
Despues de darles las gracias a todos y dejar con cuidado los regalos pequenos sobre una manta junto al fuego, se dirigio hacia el todoterreno con Reyhan.
– Son gente maravillosa. ?Los ninos van a la escuela?
– Si. Asisten durante varios meses seguidos y luego vuelven con sus familias. Somos afortunados de poder permitirnos buenas escuelas y profesores.
Emma penso en lo que Cleo le habia dicho sobre el trabajo que hacia en obras beneficas. ?Habria sitio para ella tambien? Aunque le encantaba su trabajo y sabia que ayudaba en uno de los milagros mas hermosos de la vida, queria empezar a ayudar a una escala mucho mayor.
Pero eso no era probable, se dijo a si misma. No cuando ella iba a marcharse y Reyhan iba a casarse con otra mujer.
Al final de la semana, los padres de Emma se habian acomodado a la vida en Bahania. Emma observo complacida como cambiaban lentamente la desconfianza hostil hacia todo por la aceptacion y el agrado. Le hubiera gustado discutir la sorprendente transformacion con Reyhan, pero el continuaba evitandola. Podian estar bajo el mismo techo, pero rara vez se hablaban, penso mientras se maquillaba frente al espejo. Reyhan trabajaba largas horas seguidas y luego desaparecia en la habitacion de invitados. La unica vez que lo veia era en las cenas que ordenaba el rey.
Pero aquella noche seria diferente. Habia una recepcion oficial, que al mismo tiempo serviria como fiesta de bienvenida para sus padres, y Reyhan ya la habia informado de que el seria su acompanante. No parecia muy entusiasmado, pero ella estaba decidida a hacerlo cambiar de opinion.
Tras acabar de maquillarse, se quito los rulos calientes del pelo y se ahueco las puntas. Doblandose por la cintura, se sacudio la melena por debajo y dejo que los rizos cayeran sueltos.