Reyhan miro el gato que dormia en el sofa y penso el arrojarselo a su padre a la cara. Pero reconocia la mirada testaruda de su padre y sabia que no tenia eleccion. Llevarse a Emma… Era una peticion absurda, y se nego a admitir que en el fondo le gustaba.

Dejo a su padre y se dirigio hacia sus aposentos. Al menos las actividades de Fadl no habian llegado a la violencia. No tendria que preocuparse de que Emma se viera atrapada en medio de un tiroteo.

Hizo acopio de fuerza y determinacion para no reaccionar al verla. Emma estaba sentada en el sofa, leyendo, y levanto la mirada cuando el entro.

– Tengo que irme al desierto -dijo-. Estare fuera un dia o dos. El rey ha sugerido que me acompanes.

Emma lo miro con ojos muy abiertos. Parecia dolida, como si su alma hubiera sufrido demasiadas heridas mortales.

Reyhan se avergonzo. Era culpa suya, por rechazarla una y otra vez. Agarro el telefono y marco un numero. Mientras esperaba a que respondieran, se pregunto si habria algun modo de explicarselo todo a Emma, de hacerle ver que no era por ella, sino por el mismo. Aunque dudaba de que nada pudiese consolarla.

Tras hacer su peticion por telefono, colgo y se fijo en ella. Emma no se habia movido.

– ?Son para mi? -le pregunto, refiriendose a la ropa tradicional que el habia encargado.

– Si. Las necesitaras mientras estemos en el campamento. No creo que haya ningun problema, pero te ayudaran a pasar desapercibida por si acaso.

– No quieres que vaya contigo.

– Lo que yo quiero no importa.

– A mi si me importa.

– Son negocios -dijo el, apoyando las manos en el respaldo de un sillon-. Ha habido un arresto y no estoy seguro de que todo vaya a salir bien. Preferiria que no fueras.

– Entonces, ?solo quieres que me quede para mantenerme a salvo?

El asintio.

– No te creo -dijo ella-. Hay algo mas -se levanto y lo encaro-. Quiero hablar con el rey y decirle que mi presencia te resulta intolerable. No hay razon para quedarme y torturarnos a los dos. No creo que sea ese su proposito. Cuando vea que no hay esperanza para una reconciliacion, accedera al divorcio y podras librarte de mi.

Hablaba con una firmeza y seguridad que sorprendieron a Reyhan. La nina asustada que fue en su dia habia desaparecido, y su lugar lo habia ocupado una mujer autosuficiente que, erguida ante el, le ofrecia su libertad. Y todo lo que el queria era estrecharla entre sus brazos y reclamarla como suya para siempre.

– Cuando volvamos, hablaremos los dos con el rey -dijo.

La luz se apago en los ojos de Emma, como si la ultima llama de su espiritu se hubiera extinguido. Reyhan queria acercarse y tocarla, decirle que las razones no eran las que ella pensaba… Pero permanecio donde estaba y clavo los dedos en el sillon.

– Supongo que deberia hacer el equipaje -dijo ella con voz inexpresiva-. ?Que me pongo bajo esa ropa?

– Lo que te resulte mas comodo. Los dias son calurosos, pero las noches son frias. Unos vaqueros te daran libertad de movimiento.

Emma asintio y se marcho a su dormitorio. El fue al suyo a recoger unas cuantas cosas. Cuando volvio al salon, ya habian traido la ropa tradicional, que estaba sobre el sofa.

Emma no reconocia a la mujer del espejo, pero no sabia si era por toda la tela que la cubria de la cabeza a los pies, o por la punalada mortal que la desgarraba por dentro.

Reyhan queria que se fuera. Ella habia confiado en hacerlo reaccionar con la amenaza de hablar con el rey, pero el habia estado de acuerdo. Iba a conseguir lo que queria y ella iba a pasarse el resto de su vida enamorada de un hombre que no la amaba.

Emma no sabia cuando se habia enamorado de el. Quiza lo habia estado durante seis anos, sin saberlo. ?Acaso importaba? Lo unico importante era que habia perdido a Reyhan por segunda vez.

El la llevo al helicoptero y le hizo abrocharse el cinturon y ponerse los auriculares. Cuando los motores empezaron a moverse, Emma sintio que los nervios aliviaban parte del dolor en su corazon.

– Vamos a adentrarnos cientos de kilometros en el desierto -dijo el por el microfono-. Hasta el borde occidental de los yacimientos petroliferos.

El helicoptero empezo a elevarse y Emma se aferro a los brazos del asiento. La sensacion era muy distinta a la de un avion, pero no era desagradable. Pronto dejaron atras la ciudad y ante ellos se abrio la inmensidad vacia del desierto.

– Un joven ha sido arrestado hoy -le explico Reyhan-. Estaba robando piezas de repuesto para las torres de perforacion. No estamos seguros de si planeaba venderlas en el mercado negro o sabotearlas para luego devolverlas.

– Supongo que unas piezas defectuosas provocarian un desastre economico y ecologico.

– Exactamente. Sus amigos estan siendo acorralados y tambien seran detenidos. Tenemos a su jefe, Fadl, pero no quiere decirnos nada. Voy a hablar con el a ver si puedo convencerlo para que colabore.

– ?Ira a prision? -pregunto ella, recordando lo que Reyhan le habia contado sobre la necesidad de los nomadas por ser libres.

– Probablemente. Dependera de la gravedad de su crimen. En este caso, seria un alivio para todos que solo estuviera robando.

Emma se volvio hacia la ventanilla y contemplo en silencio el paisaje.

– Hay un pequeno campamento de nomadas junto a los pozos petroliferos -dijo Reyhan al cabo de unos minutos-. Son muy amistosos y estaras a salvo con ellos. Aun asi, te asignare dos hombres para que se queden contigo. Solo por si acaso.

– Muy bien. ?Hay alguna regla cultural que deba tener en cuenta?

– No. Simplemente se tu misma y todos te adoraran.

«Como yo te adoro», anadio para si mismo. Pero a Emma le parecio oir las palabras flotando entre ellos, tan fuertes como los motores del helicoptero. Miro a Reyhan, pero el tambien se habia vuelto hacia la ventanilla y no pudo ver su expresion.

Una hora mas tarde, el aparato se poso en tierra. Emma vio los edificios bajos y apinados y mas alla las torres perforadoras. A la izquierda habia una docena de tiendas en torno a un oasis. Reyhan le habia explicado que el estanque se alimentaba de un manantial subterraneo.

Salio el primero del helicoptero y le tendio la mano para ayudarla. Emma la tomo y sintio al instante el calor de sus dedos. Una debilidad la azoto, recordandole que tenia que aprender a controlar sus reacciones.

A su tiempo, se prometio a si mismo. Las heridas sanarian a su tiempo.

Reyhan entro en la sala de interrogatorios y miro al joven que estaba alli sentado. Fadl tenia dieciocho anos como mucho, era delgado y parecia muy antipatico. El hijo menor de un poderoso jefe. Aunque no recibiera nada de su padre, podria haber prosperado en la tribu. En vez de eso, habia elegido el camino del robo y la extorsion.

– Has hecho que me enfade -le dijo Reyhan-. Sabias que tu padre no queria que te hicieran dano ni que te arrestaran. Pensaba que acabarias dandote cuenta de tu error. Pero yo no soy un viejo estupido que sigue consintiendole todo a un nino mimado. Soy el principe Reyhan de Bahania, y ahora jugaremos segun mis reglas.

El miedo destello en los ojos de Fadl.

– Eso son tonterias. No puedes hacerme dano. Se lo prometiste a mi padre.

Reyhan se permitio esbozar una pequena sonrisa.

– Accedi a dejarte libre y a que jugases a ser hombre mientras no quebrantaras la ley. Y eso es lo que has hecho al robar las piezas. Ahora el trato esta roto y tu estas en mis manos.

El joven se retorcio en la silla.

– No te creo.

– Bien. Me gustara meterte en prision. Por tu culpa, las torres perforadoras tendran que ser inspeccionadas para buscar las piezas saboteadas. Eso le costara a mi pais cientos de miles de dolares. Como se que no tienes dinero con el que compensarme, me cobrare lo que pueda de tu piel.

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