– La unica chica. Un rollo, si quiere que le diga la verdad -dijo Billie, sentandose-. Por suerte soy una excelente piloto y si mis hermanos se pasan conmigo los desafio a un combate aereo -sonrio-. Y perder conmigo es una buena cura de humildad.
– Me imagino.
Muffin se acerco a olisquear los zapatos del hombre.
– Mi perrita Muffin -dijo Billie-. Me habian dicho que habia gatos, pero no esperaba tantos. No quiero que Muffin termine en la cazuela.
– No tiene que preocuparse. Esta perra parece muy capaz de cuidarse sola.
– No cuando son tantos. Ya ha habido una pelea en mi habitacion.
El hombre arqueo las cejas.
– ?Se aloja en palacio?
– Si. El principe Jefri nos ha invitado a mi hermano y a mi -Billie se inclino hacia el-. Debo confesar que me he dejado seducir por la banera. ?Quien puede negarse a vivir unas semanas en un palacio? Es un lugar increible.
– Me alegro de que le guste.
Un gato se acerco paseando. Billie lo miro con desagrado.
– ?Pilota reactores? -pregunto el hombre, acariciando un momento el lomo del animal-. ?Ese es su trabajo?
– Me ocupo de los vuelos de entrenamiento, si. Tambien trabajo con los pilotos en los simuladores.
– ?Se le da bien?
Billie sonrio.
– Soy la mejor. Esta manana me he cargado al principe Jefri en menos de dos minutos. No literalmente, claro.
– Me alegro. Todavia no estoy preparado para perder a mi hijo menor.
Al escuchar las palabras, Billie abrio la boca, y enseguida la cerro.
– ?Hi-hijo? -repitio, con la esperanza de haber oido mal-. ?Usted es su padre?
– Si.
Billie estudio un momento los ojos negros del respetable anciano y se dio cuenta del parecido.
– Entonces usted es…
– El rey.
– Oh, cielos.
Billie se levanto, pensando en El Rey y yo, y se pregunto si estaria autorizada a tener la cabeza por encima de la de el. ?Era una ley de verdad, o solo un musical?
– No puedo… -trago saliva-. No sabia… -se cubrio la cara con las manos-. ?Cuantas leyes he infringido?
– Solo tres o cuatro.
El rey no parecia enfadado. Ni siquiera molesto. Mas bien divertido.
– Podia habermelo dicho.
– Ya lo he hecho.
– Me refiero antes, cuando he dicho «hola, soy Billie», usted podia haber contestado «hola, soy el rey».
– Asi era mas interesante. Y te ha permitido hablar con mas libertad, si me permites que te tutee. Despues de derribar a mi hijo, creo que estoy en mi derecho.
– Por supuesto. ?Tengo que inclinarme o arrodillarme? -pregunto, titubeando.
– Ninguna de las dos cosas. Soy el rey Hassan de Bahania -dijo, con un formal movimiento de cabeza-. Bienvenida a mi pais.
– Gracias. Su pais es muy hermoso -Billie suspiro-. Supongo que tendre que disculparme por mi aversion a los gatos.
Un fuerte aullido interrumpio la conversacion. Billie se puso en pie de un salto y salio corriendo, justo cuando un gato negro y blanco paso volando delante de ella. Billie se hizo a un lado para evitar a la horrible criatura, pero resbalo y perdio el equilibrio.
De repente, un par de fuertes abrazos la sujetaron por detras. Alguien la puso en pie, rescatandola de lo que habria sido una dolorosa caida. Billie contuvo el aliento al sentir los musculos duros como piedras, el increible calor corporal y los fuertes latidos de su corazon.
Volvio la cabeza y se encontro con Jefri, que la miraba a unos centimetros de distancia.
– Me temo que tu perra ha vuelto a meterse en lios -dijo el, incorporandola-. Creo que le gustan. Los lios.
Billie se aliso el vestido con las manos.
– Me parece que con tantos gatos, no le queda otro remedio que protegerse -respondio ella. Pero entonces recordo la presencia del rey y trago saliva-. Aunque los gatos son preciosos, por supuesto – anadio casi sin voz.
Jefri la miro extranado, pero no dijo nada. El rey parecia divertido. Se acerco y tomo a la pequena Muffin en brazos.
– Asi que tu eres la alborotadora -dijo, mirando a la perrita a la cara-. Me temo que tienes que aprender cual es tu lugar del mundo.
Billie cruzo los dedos para que no fuera una jaula. O las mazmorras.
– Viaja siempre conmigo. Esta un poco consentida.
– Ya lo veo -dijo el rey, dejando a Muffin en el suelo. Le dio unas palmaditas en la cabeza-. Quisiera invitarlos a usted y a su hermano a cenar esta noche -anadio, incorporandose -. Si puede dejar a la pequena en su habitacion, claro.
?Cenar con un rey? Eso no pasaba todos los dias. De hecho no le habia pasado nunca.
– Por supuesto-dijo Billie, y recorrio mentalmente su armario-. ?Formal? ?Informal?
– Solo estara la familia -respondio el.
Lo que no aclaraba ni confirmaba la presencia del superbombon, el principe Jefri.
– Bien. ?Quiere informar a su hermano?
Billie penso en la reaccion de su hermano. No le haria mucha gracia.
– Dejare que lo haga usted -dijo ella, sabiendo que su hermano no se atreveria a rechazar la invitacion de un rey-. Estara encantado.
Jefri torcio la boca. ?Le estaria leyendo el pensamiento?, penso Billie.
No, se dijo. A los hombres como el no los preocupaba lo que pensaran las mujeres. Lo que querian… ?que querian de las mujeres los hombres como el?
Pero como no era ni una top model ni la heredera de ninguna fortuna ni grande ni pequena, no tenia muchas posibilidades de averiguarlo.
– Entonces a las siete y media -dijo el rey.
– Alli estare.
Billie se agacho, tomo a Muffin en brazos y volvio a su habitacion. Si iba a cenar con el rey tenia que retocarse el peinado.
Jefri termino de hacerse el nudo de la corbata y estudio la chaqueta, buscando pelos de gato.
– Prueba con esto -le dijo su hermano Murat lanzandole un cepillo de pelo.
– Gracias.
– ?De verdad tiene un perro? -pregunto Murat, desde el sofa.
– Es mas bien una rata con pelo.
Claro que a Billie parecian gustarle mucho los roedores, penso recordando la tragedia de la raton-cita.
– ?Y te ha derribado en pleno vuelo?
Jefri se puso la chaqueta y se volvio a mirar a su hermano.
– No literalmente.
– Eso ya lo veo -Murat sonrio-. Estoy impaciente por conocerla.
– Es imprevisible.
– Suena interesante.
Jefri no dijo nada. Solo miro a su hermano, que se levanto, se desperezo y sonrio.
– Soy el principe heredero -dijo, como si Jefri no lo supiera-. Puedo tener lo que quiera.