– A esta no.

Su hermano arqueo una ceja.

– ?Por que no?

Jefri esbozo una sonrisa.

– Es mia.

– Ah. ?Lo sabe ella?

– Aun no, pero lo sabra muy pronto.

– En ese caso, te deseo suerte, hermano.

– No la necesitare.

Nada se interpondria entre el y Billie. Primero aprenderia todos sus secretos, y despues la haria suya en su cama.

Capitulo 3

Como a la mayoria de las ninas, a Billie le encantaba disfrazarse de mayor cuando era pequena, asi que ahora no iba a dejar pasar la oportunidad de arreglarse para una cena en el palacio de un rey acompanado de su real familia. Ademas, una de las ventajas de su trabajo era que cada dos anos asistia a la Feria Aerea de Paris, lo que significaba que despues de admirar los ultimos avances tecnologicos para aviones con sus hermanos, ella se iba de compras a las boutiques mas elegantes de la capital francesa.

Ahora se habia puesto una de sus adquisiciones mas exquisitas, un vestido de noche violeta oscuro que caia elegantemente hasta el suelo. Con unos pasadores se habia recogido el pelo hacia atras, dejando que la melena rubia y ligeramente ondulada cayera en cascada sobre su espalda. En los pies, unas sandalias plateadas de tiras de tacones altisimos la hacian sentirse como una diosa amazona.

– ?Que te parece? -pregunto a Muffin, ensenandole dos pendientes diferentes -. Estos cuelgan mas, pero estos brillan.

Muffin ladro.

– Opino exactamente lo mismo. El brillo es mejor -dijo, y se puso los pendientes mas pequenos de circonitas.

Se echo unas gotas de perfume y, satisfecha con el resultado, metio una bolsa de plastico en el bolso y prometio a Muffin traerle alguna exquisitez.

Lo dificil seria trasladar la carne o lo que fuera del plato a su bolsito, pero lo habia hecho cientos de veces y casi nunca la habian pillado.

– Bien, portate bien. No volvere tarde.

Billie puso el reproductor de DVD en marcha y se dirigio a la puerta.

Al salir al pasillo del hermoso palacio rosa, tuvo la sensacion por primera vez de ser casi una princesa.

– Mucho mejor que un disfraz de Halloween – murmuro, echando a andar hacia el ascensor.

Mientras esperaba, oyo una puerta que se cerraba y el sonido de pasos. Segundos mas tarde, Jefri caminaba hacia ella.

– Buenas noches -dijo el, impresionante en su esmoquin negro.

Billie suspiro para sus adentros. No se habia equivocado. Una cena familiar en circulos reales no significaba que se pudiera asistir en pantalones vaqueros.

Cuando Jefri se detuvo junto a ella, hizo un esfuerzo para no desvanecerse. Casi todos los hombres estaban bien en esmoquin, pero si uno ya era guapo de por si la diferencia era espectacular. Y Jefri no era una excepcion. El pelo negro cepillado hacia atras marcaba aun mas sus angulosas acciones, y el cuello blanco y los punos de la camisa resaltaban el bronceado de su piel.

Por su parte, Billie evitaba el sol en la medida de lo posible. Mas que broncearse se quemaba, y no queria llegar a los cincuenta con una piel con aspecto de cuero curtido.

Ser consciente de lo blanca que era ella y lo moreno que era el la hizo estremecer. Y tambien imaginar a los dos desnudos y entrelazados en una cama, como actores de una pelicula porno.

– Hola -dijo ella, moviendo los dedos-. Estas muy elegante.

Jefri le tomo la mano y se la llevo a los labios. Le beso los nudillos.

– Estas preciosa -dijo el-. La hermosura de mi pais palidece comparada con tu belleza.

Si, claro. Una frase hecha propia de un principe. Un poco anticuada, quiza, pero que funciono. Billie sintio las rodillas de mantequilla y el corazon desbocado.

Las puertas del ascensor se abrieron y Jefri le puso la mano en la espalda para hacerla entrar. El pulgar y el indice cayeron sobre su piel desnuda. Y a ella se le puso la carne de gallina.

– Veo que has dejado a Muffin en la habitacion – dijo el.

– Me ha parecido lo mejor. Siempre tengo remordimientos cuando salgo a divertirme sin ella, pero la he dejado viendo una pelicula.

Jefri pulso el boton de la segunda planta.

– ?Perdona? -No podia haber oido bien -. ?Tu perra esta viendo una pelicula?

– Si. Y debo decir que la coleccion de DVD's que tienes es fantastica. Me ha costado mucho decidir, la verdad, pero al final le he puesto Una rubia muy legal 2 porque le encanta Brusier. Es el perro de la pelicula.

Jefri no dejo de mirarla a la cara ni un momento, pero parpadeo.

– No lo entiendo. Eres la misma mujer que pilota un reactor de caza mejor que nadie -dijo, como si fueran cosas incompatibles.

Las puertas se abrieron y los dos salieron al pasillo.

– Si, esa soy yo.

– ?Y le has puesto una pelicula a tu perra?

– No veo que relacion hay entre las dos cosas.

– Yo tampoco. Por aqui.

Jefri la llevo por un largo pasillo, a cuyos lados habia un gran numero de puertas y habitaciones.

– Me han dicho que tu hermano no podra venir esta noche -dijo Jefri.

– Ha llegado el resto del equipo y queria supervisarlo todo. Si quieres mi opinion, no le apetece arreglarse para la cena. El se lo pierde. Estoy segura de que la comida sera exquisita.

– Espero que todo este a tu gusto.

La voz masculina fue una caricia en su piel, y Billie se sintio rara, inestable. Tenia que controlarse. Con los tacones que llevaba, un paso en falso seria fatidico.

Al final del pasillo giraron a la izquierda y entraron en lo que debia de ser el pequeno comedor informal para las informales cenas familiares. Para ella, era como cenar en las zonas acordonadas del Museo Britanico.

En el centro de salon habia una inmensa mesa. A juzgar por el numero de sillas pegadas a las paredes, alli cabian al menos treinta personas. Dos estatuas antiguas flanqueaban un gran tapiz que mostraban la escena de una mujer joven en una barca. A juzgar por el vestido, la escena debia de pertenecer al siglo XVII.

Tres lamparas de arana iluminaban la mesa, pero en lugar de bombillas tenian velas. A un lado, en una mesa auxiliar, habia un cubo de hielo con champan y varias botellas sin abrir de distintos vinos tintos y blancos, asi como varias botellas de licor. Dos hombres con sendas bandejas de canapes esperaban en la entrada, y no habia ni un gato a la vista.

– Es increible -dijo Billie.

– Me alegro de que te guste. ?Champan?

– De acuerdo. Manana no vuelo hasta ultima hora de la manana.

Jefri abrio la botella y sirvio dos copas.

– Por nuevas aventuras -dijo, brindando con su copa-, y los que las comparten.

Billie penso que no era el momento para su habitual «de un trago», y sonrio antes de beber un sor-bito.

Un hombre alto que Billie no conocia entro en el salon. A juzgar por su atractivo fisico y regio porte, Billie imagino que seria otro de los principes de la familia.

«Bingo», se dijo cuando Jefri se lo presento.

– Mi hermano mayor, el principe heredero Murat.

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