– Esta bien -cedio Samantha poniendose en pie y sirviendo dos cafes.
Jack se quedo mirandola mientras lo hacia. Le gustaba como andaba, le gustaba el vaiven de sus caderas, le gustaba como olia el cafe antes de beberselo.
Siempre lo hacia. De hecho, Jack solia tomarle el pelo en la universidad por ello. Sin embargo, en aquel momento se mordio la lengua ya que hacia dos noches, en el bar, Samantha le habia dejado muy claro que no queria nada con el.
Jack creia que, normalmente, los asuntos de quimica sexual eran cosa de dos, pero parecia que Samantha era la excepcion que confirmaba la regla. Aunque el la deseaba con todo su cuerpo, ella ni reparaba en el.
Habia llegado el momento de asumirlo y de seguir adelante.
– ?Que tal tu nueva casa?
– Muy bien. Tenias razon, la localizacion es fabulosa. ?Has probado las pizzas del restaurante de enfrente?
– Si, suelo pedirlas a menudo -contesto Jack.
– Madre mia, son las mejores que he comido en mi vida -se maravillo Samantha-. El otro dia pedi una para cenar y estaba tan buena que me tome para desayunar lo que me sobro. Nunca habia hecho algo asi.
– Pues ya veras cuando pruebes la pasta que hacen.
– ?Tan buena esta? A lo mejor la pido esta noche para cenar. Este fin de semana me gustaria salir a dar una vuelta por el barrio porque, de momento, solamente me he dedicado a trabajar.
A Jack le hubiera encantado proponerse como guia, pero se mordio la lengua porque Samantha habia dejado muy claro que no queria nada con el.
– Mira en Internet. Hay un monton de puntos de interes, itinerarios para pasear y un monton de cosas mas.
– Ya -contesto Samantha sorprendida-. Bueno, yo habia pensado que si tu no estas ocupado…
En aquel momento, la senorita Wycliff llamo a la puerta.
– Senor Hanson, el senor Baynes quiere hablar contigo.
– Te tengo que dejar -se despidio Jack. Samantha asintio y Jack abandono su despacho. Se habia dado cuenta de que Samantha le iba a proponer que hicieran algo durante el fin de semana y, aunque le hubiera encantado aceptar, sabia que habria sido un error pues llevaba mucho tiempo queriendo lo que no podia tener y debia olvidarse de Samantha.
El sabado, a Samantha le entraron unas terribles ganas de pasarse por casa de Jack para preguntarle si le apetecia irse con ella a dar un paseo, pero no lo hizo porque tenia la sensacion de que le iba a contestar que no.
Lo que no era de extranar porque le habia mantenido a distancia y, por fin, se habia dado por aludido. ?No tendria que estar contenta por ello? Era mejor para los dos que simplemente fueran companeros de trabajo.
Si, era mejor porque, aunque Jack era un hombre maravilloso, tambien se parecia demasiado a su padre y a Vance. Los tres eran hombres a los que les gustaba tenerlo todo bajo control.
Tenia que encontrar a un hombre con el que tener una relacion superficial. Si Jack no fuera tan sensual, tan inteligente y tan divertido…
Samantha salio a la calle y se dijo que se habia terminado pensar en Jack, que durante el resto del dia se lo iba a pasar bien ella sola y que…
De repente, algo le golpeo la pierna, Samantha se giro y se encontro con Charlie, que la saludo ladrando encantado.
– Buenos dias -sonrio su dueno.
– Hola -contesto Samantha.
– ?Sales de exploracion por el barrio?
– Efectivamente. Llevo agua, mapas y dinero para un taxi por si me pierdo -contesto Samantha mostrandole la mochila que llevaba colgada del hombro.
– Has elegido un buen dia porque no hace mucho calor.
– ?Y vosotros donde vais?
– Al parque, como todos los sabados.
Samantha acaricio a Charlie. Lo mas inteligente por su parte seria irse inmediatamente, pero se encontraba sola, le caia muy bien Jack y queria ser su amiga.
– ?Se aceptan personas que no tengan perro?
– Por supuesto -sonrio Jack tras unos segundos de duda-. Asi, cuando ya no pueda mas de lanzarle la pelota a Charlie, me podras reemplazar tu.
– Con mucho gusto -sonrio Samantha-. ?Como es que has terminado teniendo perro? ?Venia con la casa o que? -quiso saber Samantha mientras caminaban hacia el parque.
– No, un companero de trabajo del bufete me invito a cenar una noche a su casa y, al llegar alli, descubri que habia citado a unas cuantas personas mas porque su perra habia tenido seis cachorros y queria regalarselos a gente de confianza. Charlie y yo nos enamoramos nada mas conocernos.
Aquello hizo reir a Samantha.
– Nunca hubiera dicho que un abogado tan duro como tu se fuera a derretir de manera tan facil.
– No se lo digas a nadie. Me lo lleve a casa semanas despues y fue espantoso porque mordia todo lo que encontraba. Cuando fue creciendo, fue haciendose mas juicioso y ahora nos llevamos de maravilla -le explico-. La zona de los perros esta en la otra punta del parque -anadio al llegar a la verja-. Espero que no te importe andar un poquito mas.
– Me encanta hacer ejercicio -sonrio Samantha.
– ?Sabes que hay gimnasio en el edificio?
– Si, me lo ensenaron cuando alquile la casa.
– Yo voy todas las mananas a las cinco.
– ?A las cinco? Supongo que estaras tu solo.
– Si, eso es precisamente lo que quiero.
– A mi no me gusta mucho lo del gimnasio. Menos mal que no suelo engordar y no lo necesito.
– Hacer ejercicio no es solamente una cuestion de no engordar o de perder peso sino de salud.
– Si, pero yo prefiero dormir que tambien es muy importante para la salud. Ademas, camino mucho.
Habian atravesado una vereda de arboles y habian llegado a una inmensa pradera abierta donde ya habia seis o siete personas con sus perros.
– ?Nos ponemos aqui? -dijo Jack sacando una manta de la mochila y extendiendola sobre el cesped.
Samantha asintio mientras observaba como Jack sacaba tambien una pelota para Charlie y se la lanzaba varias veces.
A continuacion, se sento en la manta y disfruto del sol mientras escuchaba los ladridos de los perros y las risas de sus propietarios. A los quince o veinte minutos, Charlie se harto de que le tirara la pelota y se tumbo junto a ellos a descansar.
– ?Echas de menos Nueva York? -le pregunto Jack.
– Si, Nueva York es una gran ciudad y la echo de menos -contesto Samantha-. Sin embargo, aqui estoy mas tranquila. En Nueva York siempre tenia la sensacion de que tenia que hacer algo o ir a algun sitio y aqui no me ocurre eso.
– ?Echas de menos a tu ex marido?
– No, nuestro matrimonio se habia acabado mucho antes de que yo me fuera. Por desgracia, Vance se habia dado cuenta.
– Entonces, ?no estuvo de acuerdo con el divorcio?
– No, no le hizo ninguna gracia que me fuera, pero yo ya no podia seguir viviendo con el porque ya no confiaba en el.
– ?Te engano con otra?
– No -contesto Samantha-. Nos conocimos en el trabajo. Yo trabajaba consiguiendo fondos y el es cirujano. Todo el mundo que nos conocia decia que formabamos una pareja maravillosa y yo tambien lo creia. El estaba divorciado, pero tenia muy buena relacion con sus hijos y yo crei que eso era muy buena senal.
Jack fruncio el ceno.