– ?Esta casada?

– No.

– A lo mejor, la vida te esta dando una segunda oportunidad.

– Yo no creo en segundas oportunidades -sonrio Jack.

David se puso serio.

– No todas las mujeres son como Shelby.

– Ya lo se -contesto Jack terminandose el cafe y poniendose en pie-. No te preocupes por mi. Estoy bien. En cuanto a Samantha, solamente somos companeros de trabajo.

– Eres un mentiroso, pero te seguire la corriente -sonrio su tio.

– Vaya, gracias. Si te enteras de algo de mis hermanos, llamame.

– Por supuesto.

– ?Cuanto me alegro de verte! -exclamo Helen abrazando a Samantha al llegar a casa de su amiga.

– Ante todo, gracias por todo lo que has hecho por mi. Necesitaba irme de Nueva York y, gracias a ti, he podido hacerlo -contesto Samantha.

Helen se sento en un sofa e hizo un gesto con la mano en el aire como diciendo que no tenia importancia.

– Por favor, yo lo unico que hice fue conseguirte una entrevista. Que te contratara ha sido todo merito tuyo porque te aseguro que Jack jamas se fiaria de mi opinion.

Samantha se sento junto a su amiga y le toco el brazo.

– Pareces cansada. ?Que tal te encuentras?

– Exhausta -confeso Helen-. Han pasado ya dos meses. Supongo que tendria que haberme acostumbrado ya a su ausencia, pero… -anadio con lagrimas en los ojos-. Maldita sea, me habia prometido que no iba a volver a llorar.

– El dolor no entiende de limites temporales.

– Gracias por preocuparte por mi -dijo Helen apretandole los dedos-. Estoy bien.

– No mientas.

– Bueno, es cierto, no estoy bien, pero intento convencerme de que si lo estoy. Supongo que de algo me servira… suelo conseguir estar un par de horas sin llorar, lo que ya es todo un logro porque al principio solo lograba estar unos minutos. Le echo terriblemente de menos y me siento muy sola.

Samantha no sabia que decir pues era cierto que Helen estaba realmente sola en todo aquello. No tenia familia y los hijos de George no la habian recibido precisamente con los brazos abiertos.

– ?Has intentado hablar con Jack? Es un hombre razonable -le propuso.

– Si, ya lo se -contesto Helen secandose las lagrimas con un panuelo de papel-. Es un hombre muy educado, pero no nos llevamos muy bien. Te aseguro que lo he intentado todo con los hijos de George, pero no he conseguido nada. A veces, me digo que no ha sido por mi culpa, que lo que ha pasado es que, aunque George era un hombre maravilloso, no se llevaba bien con sus hijos. No se por que, pero cuando yo me case con su padre, ya tenian ciertos problemas. Bueno, no he venido a preocuparte con mis problemas sino a ver que tal te va todo.

Samantha acepto de buen grado el cambio de tema y se lanzo a contarle a su amiga lo encantada que estaba con su nuevo trabajo

– ?Y no echas de menos a Vance? -quiso saber Helen.

Samantha suspiro.

– No, la verdad es que no. Creia que lo iba a pasar mucho peor, pero supongo que la traicion termino con mi amor. Al principio, crei que jamas le perdonaria, pero ultimamente ya ni siquiera pienso en el. Se ha portado realmente mal conmigo, asi que no merece que me plantee siquiera si lo voy a perdonar o no, me tengo que preocupar unica y exclusivamente de mi.

– Buen enfoque. Tienes toda la vida por delante. A lo mejor, te vuelves a enamorar algun dia.

– No, gracias. No quiero volver a tener una relacion con un hombre nunca.

– ?Nunca?

– Bueno, digamos que de momento no me apetece sufrir.

– Te recuerdo que no todos los hombres son como Vance. No le des la espalda al amor. Seria una pena -le recomendo su amiga-. ?Y Jack?

– ?Que pasa con Jack?

– ?Que tal trabajando con el?

– Ah, muy bien.

– ?Y de lo otro?

– ?Eh?

– Que si queda algo de la quimica que habia entre vosotros en la universidad. Recuerdo las conversaciones que teniamos entonces, recuerdo como te comias la cabeza intentando dilucidar si merecia la pena arriesgarse a tener una relacion con el. Te aconseje que te lanzaras y no me hiciste ni caso.

– No es mi tipo -contesto Samantha de manera ambigua pues no queria confesar que seguia habiendo quimica entre ellos.

– Jack no es como Vance. Es un buen hombre y tambien ha sufrido mucho.

– ?Acaso nos quieres emparejar? Ni se te ocurra, ?eh?

– No, claro que no, solo te estoy diciendo que Jack es un hombre maravilloso.

– Si, pero para otra mujer.

– Si tu lo dices…

Jack termino la ultima reunion a las cuatro de la tarde y volvio a su despacho, donde encontro unas cuantas cajas de carton que, tal y como le habia indicado, la senorita Wycliff habia dejado alli para que fuera metiendo las cosas que su padre tenia en el despacho.

Asi que comenzo con las agendas y los documentos antiguos. Cuando llego a unas cuantas fotografias que su padre tenia con clientes, personalidades y empleados, no pudo evitar pensar que no tenia ninguna de su familia y aquello le dolio y le llevo a preguntarse por que su familia nunca habia estado unida, por que ni siquiera ahora que habian perdido a su progenitor los tres hermanos no estaban unidos.

Jack estuvo buena parte de la tarde organizando las cosas de su padre y, cuando llego el momento, tambien abrio la caja fuerte pues iba a necesitar todo el espacio del que pudiera disponer.

Cuando ya la tenia vacia, intento meter unas carpetas y comprobo extranado que no cabian, asi que las volvio a sacar y metio la mano para ver que ocurria. Fue entonces cuando descubrio una especie de manivela en el suelo de la caja fuerte y, al levantarla, vio que habia unos cuantos libros con cubierta de cuero.

Al principio, creyo que seria el diario de su padre y le sorprendio la curiosidad que aquella posibilidad le habia provocado, pero, al abrir el primero de los libros, comprobo que era libros de contabilidad.

?Del ano anterior!

Precisamente, se habia pasado todo el dia en reuniones con el departamento de finanzas y se sabia aquellas cifras al dedillo. Sin embargo, las cifras que tenia en la cabeza y las que tenia ante si no coincidian.

Jack sintio que la ira se apoderaba de el.

George Hanson habia ocultado a todo el mundo la nefasta situacion de la empresa, que estaba al borde de la quiebra.

Aquello era un desastre.

Capitulo 4

Jack reviso los libros una y otra vez con la esperanza de haberse equivocado, con la esperanza de que su padre no hubiera enganado a los empleados, a los accionistas y a su familia, pero, cuanto mas miraba las cifras, mas evidente se hacia la verdad.

Se puso en pie y se acerco al ventanal desde el que la ciudad de Chicago exhibia sus encantos

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