casarse con ella y el solo la queria en su cama porque hacia mucho tiempo que habia aprendido a concentrarse unica y exclusivamente en lo fisico, sin emociones ni sentimientos.

No merecia la pena entregar el corazon porque la gente que hablaba de amor pronto se olvidaba de sus promesas y se iba.

Cuando firmo el contrato de «casas para ejecutivos», Samantha no estaba muy segura de lo que habia firmado, pero el atico que le dieron le sorprendio agradablemente pues tenia un espacioso salon con unas vistas preciosas, comedor, una cocina grande, un dormitorio con una cama enorme y vestidor.

El bano era una maravilla y Samantha ya habia estrenado la fantastica banera. Tambien habia un despacho con muy buena luz y conexion de alta velocidad a Internet.

Lo unico malo era los colores, blancos neutros e impersonales, pero, de momento, tenia que servir. Era el doble de grande que su apartamento de Nueva York. Mientras miraba por la ventana y decidia que se iba a preparar de cena, se dio cuenta de que se sentia a gusto en Chicago.

Si, habia sido una buena idea irse de Nueva York porque alli habia demasiados recuerdos de Vance.

Si, en Chicago se olvidaria de el y podria empezar de nuevo, podria…

En aquel momento llamaron a la puerta.

– ?Jack? -se extrano Samantha al mirar por la mirilla.

– He pensado que no tendrias nada de cena y te he traido comida china -contesto Jack desde el otro lado de la puerta-. Tambien he traido vino. Te lo puedes tomar como una cena de bienvenida al edificio. ?Te interesa?

Mas que interesarla, estaba encantada, asi que abrio la puerta para dejar pasar a Jack, pero el que entro fue un perro pastor blanco y negro.

– Te presento a Charlie -dijo Jack-. ?Te gustan los perros?

– Me encantan -contesto Samantha acariciando al can-. ?Quien es este chico tan guapo? -le dijo riendose cuando Charlie intento lamerle la cara.

– Le gustas -comento Jack-. Que perro mas listo.

– Anda, pasad -le dijo Samantha guiandolos a la cocina.

Jack descorcho la botella de vino mientras ella disponia la cena en platos y, a continuacion, se dirigieron al comedor.

– Bienvenida al barrio, espero que te guste -brindo Jack levantando su copa.

– Gracias -contesto Samantha brindando con el y probando el vino tinto-. Todo un detalle esto de traerme la cena a casa.

– Bueno, pense que a lo mejor te sentias un poco fuera de lugar.

– Si, la verdad es que si. La casa es genial, pero me resulta extrano porque nada es mio. Ni siquiera los platos -comento Samantha-. Yo nunca me hubiera comprado una vajilla asi -anadio senalando los platos color crema.

– ?Demasiado normales?

– Aburridos.

– Estoy de acuerdo, pero ya podras comprarte platos de colores cuando tengas tu casa.

– Si, desde luego, pero de momento este lugar es maravilloso.

Cuando terminaron de cenar, pasaron al salon, donde Charlie se tumbo a los pies de Samantha.

– Si, definitivamente, este lugar no te va nada -comento Jack fijandose en los muebles y en la pintura de las paredes.

Samantha tambien las miro. Estaban pintadas de azul y verde claro.

– Son colores muy tranquilos -comento.

– No te gusta nada.

– Hombre, yo no habria elegido colores tan…

– ?Normales?

Samantha sonrio.

– Todavia me acuerdo de aquel chal tan horrible que tenias sobre la mesa cuando estabamos en la universidad. Era la cosa mas fea que he visto en mi vida -recordo Jack.

– Era precioso y tenia unos colores increibles -contesto Samantha.

– Parecia sacado de una pesadilla de Dali.

– Desde luego, que poco gusto tienes.

– Era espantoso -sonrio Jack.

Samantha tambien sonrio.

Siempre habia sido asi. Pocas veces estaban de acuerdo en algo y aquello a ella le gustaba tanto como mirarlo.

Jack se habia cambiado de ropa y ahora vestia unos vaqueros y camiseta de manga larga. Los pantalones ya eran viejos y, al estar desgastados, se ajustaban a sus piernas y a sus caderas de manera muy sensual.

Una sensualidad muy controlada de todas maneras. Samantha siempre se habia preguntado que ocurriria cuando Jack diera rienda suelta a sus deseos y se olvidara del control.

Aquella noche que habian pasado juntos le habia dejado claro que su potencial era estremecedor. «Olvidate de aquello», se advirtio a si misma. Terreno pantanoso y peligroso.

– ?Y no te has traido nada tuyo de Nueva York? -le pregunto Jack.

– Muy pocas cosas -contesto Samantha.

En un intento por controlarla, Vance habia luchado con unas y dientes por cada cuadro y cada plato y para Samantha habia resultado mas facil darselo todo.

– Se que te acabas de divorciar -comento Jack mirandola a los ojos-. ?Que tal lo llevas?

No era ningun secreto, asi que Samantha no se sorprendio de que lo supiera.

– Ahora, estoy bien. Al principio, me resulto duro porque cai en esa estupidez de que el divorcio es un fracaso, pero ya lo he superado.

– Debe de ser duro.

Samantha asintio.

– Yo creia que iba a estar casada con el mismo hombre toda la vida, creia que habia elegido al hombre perfecto. Bueno, se entiende, no perfecto porque fuera perfecto sino porque era perfecto para mi. En cualquier caso, me equivoque. Teniamos objetivos diferentes en la vida, no coincidiamos en casi nada, ?sabes? Yo podria haber vivido con eso, pero, de repente, el cambio de opinion y decidio que no queria tener hijos.

– Vaya, pues a ti te encantan los ninos si mal no recuerdo.

– Si, todavia tengo unos cuantos buenos anos por delante, asi que no he perdido la esperanza de tenerlos algun dia.

– Claro que no.

Samantha sonrio.

– Bueno, ya basta de hablar de mi. ?A ti que tal te ha tratado la vida en cuestiones de amor? -le pregunto.

– Bueno, no hay mucho que contar. No me he casado ni me he divorciado aunque estuve prometido durante un tiempo.

– ?Y que paso? ?No funciono?

– Murio.

Samantha se quedo estupefacta.

– Lo siento mucho -se lamento sinceramente.

– Gracias. Fue hace unos anos, justo antes de Navidad. Shelby se salio de la carretera porque habia helado y su coche cayo al rio.

– Que horror.

Jack sabia que a Samantha le hubiera gustado poder decir algo especial para consolarlo, pero no habia nada que no hubiera oido ya. En cualquier caso, nada de lo que le habian dicho habia cambiado el hecho de que Shelby hubiese muerto ni de que hubiera dejado aquella nota antes de morir.

– ?Y fue mucho antes de la boda?

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