disculpas por haber llegado tan tarde de trabajar, pero eso ya no sucedera -sonrio-. Bueno, basta ya de hablar de mi. No he venido para eso. Queria ver que tal estabas tu. Se que la empresa no esta atravesando por sus mejores momentos.

– Veo que has estado leyendo la prensa.

– Si, varios periodicos al dia. Menos mal que la prensa nacional no se ha hecho eco porque con la local ya tenemos suficiente. Es espantoso, Jack. Ojala pudiera ayudar en algo.

– ?Tu sabias de la existencia del segundo juego de libros de contabilidad?

– No, tu padre no me contaba mucho sobre la empresa a pesar de que yo le insistia porque me interesaba. De todas maneras, yo me daba cuenta de que estaba sometido a mucho estres y supuse que estaba teniendo problemas de negocios, pero nunca se me ocurrio que fuera tan grave.

– ?Tu sabes lo que dejo dicho en su testamento?

– No, nunca me hablo de ello tampoco.

– ?De que hablabais entonces?

– De cosas cotidianas -contesto Helen cruzandose de piernas-. Jack, yo no soy tu enemigo. A mi me habria gustado que las cosas hubieran sido de otra manera y siempre he creido que, si tu padre, tus hermanos y tu os hubierais llevado bien y os hubierais reconciliado, todo habria sido mejor.

– Muy magnanimo por tu parte.

Helen tomo aire.

– Ya veo que sigo sin ser de tu agrado.

– No te conozco de nada.

– Porque no has querido. Yo hice todo lo que estuvo en mi mano para conoceros a ti y a tus hermanos. Os invite varias veces a casa, pero tu eras el unico que venias.

Si, y la ultima vez que habia ido se habia producido una desagradable discusion con su padre, que una vez mas habia insistido en que, dedicarse a la abogacia en lugar de hacerse cargo de la empresa familiar, era un error terrible.

En aquella ocasion, la velada habia terminado cuando Jack se habia marchado entre el primer y el segundo plato.

– No era un hombre facil -comento Jack.

– Ya lo se, pero, por si te sirve de algo, yo creo que no lo hacia adrede. Simplemente, tendia a ver las cosas de una manera.

– Si, de la suya.

– Tu padre queria que tu fueses feliz.

– Mi padre queria que me ocupara de su empresa, me apeteciera a mi hacerlo o no.

– Y aqui estas.

– Si, menuda ironia.

– Ojala no hubiera muerto y tu no tuvieras que verte en esta situacion, pero eres nuestra mejor baza. Siento mucho que no puedas estar dedicandote a lo que de verdad te gusta, pero la empresa es importante tambien. Todos tenemos que hacer sacrificios.

– De momento, me parece que el unico que los estoy haciendo soy yo. Me gustaria saber que pone en el testamento. A lo mejor, te lo ha dejado todo a ti y, si no te gusta como llevo la empresa, me puedes despedir.

Helen nego con la cabeza.

– No cuentes con ello. George nunca fue amigo de ese tipo de sorpresas. No creo que redactara un testamento tan aburrido.

– Te advierto que, si me ha dejado la empresa a mi, la vendo.

– ?Asi? Tu padre le dedico su vida.

– Lo se perfectamente. Lo se mejor que nadie. Mejor que nadie excepto tu, claro.

– Yo lo queria mucho y siempre le perdone sus errores.

Jack tenia la sensacion de que le estaba diciendo que el deberia hacer lo mismo.

Le entraron ganas de preguntarle como era posible que le hubiera entregado el corazon a un hombre para el que siempre iba en segundo lugar, pero no lo hizo porque no le parecio que tuviera derecho a hacerlo.

La gente que te queria siempre se iba, de una u otra manera. A algunos se los tragaba el trabajo o las circunstancias de la vida, otros desaparecian y otros morian, pero, al final, todo el mundo estaba solo.

Lo habia aprendido hacia tiempo y no tenia ninguna intencion de olvidado.

Capitulo 7

Samantha creia que aquello de que Jack le diera clases de conducir no iba a salir bien. Para empezar, porque Jack podia enfadarse y, para seguir, porque la situacion podia convertirse en un desastre total.

– ?Te arrepientes? -le pregunto Jack, sentado en el asiento del copiloto del viejo coche que habian llevado hasta un aparcamiento vacio.

– No, ya he pasado del remordimiento y estoy, mas bien, aterrorizada.

– Lo vas a hacer muy bien -le aseguro Jack-. Es muy facil. Piensa en toda la gente que conoces que esta loca y que conduce.

– Desde luego, decirme que me voy a encontrar con todos esos locos al volante no es la mejor manera de hacerme sentir mejor -contesto Samantha-. Preferiria que hablaramos de la gente que conduce con cabeza.

– Por supuesto, la hay y mucha. Tu vas a ser una de esas personas. Lo unico que tienes que hacer es relajarte.

Samantha miro por la ventana y comprobo que no habia ni una sola nube en el cielo. Adios a la excusa de la lluvia.

– No se si seria mejor que contratara a un profesor profesional -comento.

– ?Por que? A mi me apetece mucho ensenarte a conducir. Va a ser divertido.

«Sera para ti», penso Samantha agarrando el volante con fuerza.

– No se si voy a ser capaz -confeso.

– Por supuesto que vas a ser capaz. Lo unico que pasa es que tienes miedo, que es normal. En cuanto lo venzas, todo ira sobre ruedas. Piensa en el objetivo final. Vas a aprender a conducir. Podras ir adonde te de la gana. No tendras que depender de los autobuses ni de los trenes. Seras libre. Cierra los ojos.

Samantha lo miro.

– No se mucho de la conduccion, pero se que se conduce con los ojos abiertos.

Aquello hizo reir a Jack.

– Por supuesto, pero, de momento, cierralos.

Samantha asi lo hizo.

– Ahora, imaginate conduciendo por una autopista. Los carriles son anchos y esta dividida por una mediana, asi que no tienes que preocuparte de que venga nadie de frente. Solamente hay unos cuantos coches y ninguno cerca de ti. Hace un dia maravilloso y estas conduciendo hacia el norte, hacia Wisconsin. ?Lo visualizas?

Samantha intento ver la carretera y no los postes de la luz y los arboles con los que podia chocar. Se imagino conduciendo con naturalidad, cambiandose de carril e incluso adelantando a alguien.

– Ahora, imaginate saliendo de la autopista. Al hacerlo, vas a parar en un restaurante. Estas encantada. Conduces con facilidad.

Samantha tomo aire y abrio los ojos.

– Esta bien, estoy preparada.

– Bien. Ya te he explicado lo basico. Dime lo que recuerdas.

Samantha le dijo que sabia que tenia que colocar los retrovisores, poner el motor en marcha y meter primera y, antes de lo que a ella le hubiera gustado, Jack le dijo que habia llegado el momento de pasar de la visualizacion a la practica.

Asi que Samantha puso el motor en marcha, metio primera despues de haber colocado los retrovisores, y comprobo que, gracias a Dios, estaban solos en el aparcamiento.

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