fuese tan perfecto.
– ?Esta cerca? ?Podria ver como trabajan?
La mujer asintio muy despacio.
– Si, venga. Esta tarde -le dijo adonde acudir.
Victoria sonrio.
– Gracias.
– De nada -dijo la mujer. Luego, dudo-. ?Esta con Kateb?
Victoria intento no ruborizarse.
– Si. Estoy con Kateb -aunque no sabia lo que significaba aquello.
– Es un buen hombre. Sera nombrado lider. Todos echamos de menos a Bahjat. Kateb esta muy solo. Tal vez con usted aqui…
Victoria fruncio el ceno. Yusra tambien habia mencionado la soledad de Kateb. ?Cual era el problema? Tenia un haren que podia llenar de mujeres. ?Por que iba a estar solo?
Yusra llego al despacho de Kateb quince minutos despues de que la hubiese hecho llamar.
– Me alegro de que haya vuelto al Palacio de Invierno -le dijo, inclinandose ante el.
– Siempre sera mi casa -le contesto, haciendole un gesto para que se sentase. Luego, se puso de pie bruscamente y fue hacia la ventana. Solo habia tardado unas horas en encontrar una solucion a su problema-. Victoria debe volver a la ciudad. Recoge sus cosas y prepara el viaje. Debe haberse marchado antes de manana al mediodia.
Observo el jardin mientras hablaba. Habia muchas personas entrando y saliendo, todas parecian ocupadas, decididas. El era uno mas, tenia sus responsabilidades. No tenia tiempo para una mujer que tenia planeado atraparlo.
– Estoy sorprendida -respondio Yusra muy despacio-. ?Tan pronto le ha desagradado?
Victoria no le habia desagradado, lo que era parte del problema. Se habia sentido… agitado despues de su encuentro. Era una sensacion extrana que no queria volver a sentir. La mejor solucion era que se marchase.
– No, pero no tengo tiempo para ella -dijo sin mirar a Yusra.
– Es una mujer, principe Kateb. No puede causarle muchos problemas.
– Eso no lo sabes. He tomado una decision. Quiero que se marche.
– Como desee, senor.
Oyo levantarse a la mujer, se giro a mirarla, preparado para despedirse.
– ?Y si esta embarazada? -pregunto Yusra.
Kateb no habia considerado aquella posibilidad. La noche anterior solo habia podido pensar en tenerla.
Sabia que habia personas que deseaban que encontrase otra mujer, que tuviese un hijo. Y debian de tener sus esperanzas fijadas en Victoria.
?Podia estar embarazada? No habian utilizado proteccion. ?Estaria tomando la pildora? Recordo su plan de casarse con Nadim.
– Que no se marche hasta que no lo sepamos -rectifico, mirando a Yusra.
– Como desee.
– ?Me lo comunicaras?
– Por supuesto. Como mucho dentro de veintiocho dias, senor. Despues, podra dejarla marchar.
Habria sido mas facil que se marchase al dia siguiente, pero no podia permitirlo. Tendria que aguantar poco menos de un mes. Eso no debia ser un problema, tal y como habia senalado Yusra, Victoria era solo una mujer. Podria manejarla con facilidad.
A las tres en punto, Victoria llamo a la puerta de la vieja casa de la esquina. Una mujer abrio inmediatamente. Debia de tener unos cincuenta anos, era alta y muy bella.
– Debes de ser Victoria -la saludo-. Bienvenida, soy Rasha.
– Gracias por permitir que vea vuestro trabajo -dijo ella al entrar.
Por fuera parecia una casa, pero por dentro era un gran espacio abierto con tragaluces y ventanas. Los suelos eran de piedra. Habia mesas de trabajo por todas partes. A la izquierda, varias mujeres vertian oro liquido en moldes.
– He admirado sus joyas desde que llegue a El Deharia, hace dos anos -dijo Victoria-. Compre estos pendientes en el mercado de la ciudad.
Rasha los toco.
– Si, reconozco la pieza. Muy bonitos.
Luego la guio por la habitacion.
– Empleamos muchas tecnicas para hacer las joyas. Moldes, como ves aqui. Lo mas complicado es trabajar con los abalorios. Tambien engarzamos piedras.
Rasha le presento a las mujeres que estaban trabajando en la casa, y despues le enseno su inventario. La cantidad de piezas terminada era tanta que, por un momento, Victoria se sintio un poco aturdida.
– Soy casi una compradora profesional -bromeo-. Ver tantas cosas en un solo lugar no es bueno para mi.
Rasha rio.
– Nosotras ya estamos acostumbradas.
– Que pena -comento Victoria tocando un colgante-. ?Vendeis en algun sitio, ademas de en la ciudad y aqui en el pueblo?
– Hay un hombre que lleva nuestras joyas a El Bahar y a Bahania. Se venden bien.
Eran los paises vecinos, pero Victoria penso que seguian siendo mercados pequenos.
– ?Por que no vendeis por Internet?
– ?Es posible? -pregunto Rasha frunciendo el ceno.
– Claro. Hay que crear una pagina web con fotografias y precios. Y mandar las joyas aseguradas. Tambien hay que pagar impuestos. Tal vez seria mejor encontrar un distribuidor en Estados Unidos y Europa.
– Tienes muchas ideas -le dijo Rasha-, pero somos una fabrica pequena. Nadie estaria interesado en lo que ofrecemos.
– No subestimes vuestro trabajo. La joyeria hecha a mano es muy valiosa. Los precios son razonables y el trabajo, exquisito. Yo creo que tendriais mucho exito.
– Estaria bien, no depender solo de un distribuidor -admitio Rasha-. No siempre nos hace buenos precios.
– Tal vez podria hablar con Kateb acerca de lo que he visto y contarle mis ideas… -sugirio Victoria.
La mirada de Rasha se ilumino.
– ?Hablarias con el principe en nuestro nombre?
– Por supuesto. Se que quiere desarrollar la economia local. Hablare con el lo antes posible -le prometio Victoria, emocionada. Ignoro el cosquilleo que sintio en el estomago al pensar en volver a ver a Kateb. En realidad, no estaba deseando pasar otra noche con el.
No era una buena senal, empezar a mentirse a si misma. Claro que estaba deseando verlo y estaba encantada de tener una excusa.
?Que significaba eso? ?Que habia disfrutado del sexo?
Que pregunta tan tonta, por supuesto que si. ?Acaso le gustaba el hombre de verdad?
Se sintio alarmada, que le gustase era el primer paso para llegar a algo mas, y eso era muy peligroso.
Intento apartar la idea de su mente.
– Volvere dentro de un par de dias a contaros que me ha dicho.
– Gracias -Rasha tomo una pulsera y se la ofrecio-. En honor a tu visita.
Era una pulsera preciosa.
– Me siento muy tentada, pero no puedo aceptarla. Es demasiado. Guardala. La aceptare si consigo ayudaros de verdad.
Rasha dudo, despues asintio.