– ?De verdad? Me encantan. Yo nunca seria capaz de bailar con tanta gracia.
– ?No te parece insultante? -le pregunto el sorprendido por su reaccion-. ?No te parece algo primitivo o degradante?
– No, se pasan anos aprendiendo a bailar y es precioso. Como el ballet, pero con pantalones transparentes, velos y otra musica.
Empezo a sonar la musica en el salon y las bailarinas salieron y se colocaron enfrente de la mesa principal. Victoria se quedo hipnotizada con el espectaculo. Kateb, por su parte, se esforzo en prestar atencion, pero le costo no mirar a la mujer que tenia al lado. El calor de su cuerpo lo invadia. Por muy bien que se moviesen las bailarinas, solo podia sentirse interesado por ella.
Se recordo a si mismo que tal vez estuviese embarazada y que, si asi era, se habria atado a el para siempre. Y se repitio que no podia confiar en ella.
No obstante, no podia olvidar como habia sido hacerle el amor. Sintio la necesidad de acariciarla de nuevo, de complacerla y ser complacido, de oir su respiracion entrecortada y sentir como lo aplastaba su suave piel.
No le gustaba necesitarla tanto. Habia aprendido a controlarse viviendo en el desierto. ?Que le estaba pasando?
Solo podia pensar en volver a estar con ella. El baile continuo. Victoria le susurro algo al oido, pero no lo oyo. Estaba completamente invadido por el deseo.
Por fin las mujeres se quedaron quietas y todo el mundo aplaudio. La velada habia llegado a su fin.
Kateb se levanto y hablo. Victoria sonrio. Cuando hubo terminado su breve discurso, la tomo de la mano y fue hacia la salida.
Habia muchas personas que querian felicitarlo. El asintio y respondio como debia, sin dejar de andar.
– ?Estas bien? -le pregunto Victoria-. ?Te ocurre algo?
– Estoy bien.
– Pareces tener prisa.
– La tengo.
– ?Por que?
Espero a estar lejos de la multitud, entro en una alcoba, la tomo entre sus brazos y la beso.
Victoria no supo que pensar, pero en cuanto los labios de Kateb tocaron los suyos, ya no le importo. La beso con pasion, con anhelo, casi con desesperacion. Ella habia pensado que no volverian a hacer el amor, pero en esos momentos Kateb le estaba haciendo saber que queria que fuese suya.
Victoria retrocedio lo suficiente para ver fuego en sus ojos.
– Estamos cerca del haren -susurro.
El dudo un momento, y ella supo por que.
– Yusra es muy eficiente. Ha llenado los cajones de mi mesita de noche de preservativos.
El tomo su mano y se la beso. Fueron con rapidez hacia el haren y entraron en el. Victoria lo condujo hacia su dormitorio.
La iluminacion era tenue y la cama estaba preparada. Todas las noches se la preparaban, como si esperasen que algun dia llevase alli a un amante.
Esa noche lo habia hecho.
Se volvio hacia el, que volvio a besarla. Mientras lo hacia, le abrio la chaqueta sin desabrocharla. Ella se la quito mientras Kateb le desabrochaba el sujetador.
Entonces el tomo uno de sus pechos con la boca, haciendola gemir de placer. Victoria se aferro a su cabeza, arqueo la espalda y le pidio mas en un susurro.
Estaba preparada, queria que la penetrase, pero lo que le estaba haciendo le gustaba tanto, que tampoco queria que parase.
Entonces lo vio arrodillarse ante ella para besarla en el lugar mas intimo de su cuerpo. Y sintio que empezaba a perder el control.
– No -le dijo. No queria que fuese alli, medio desnuda, casi sin tenerse de pie.
El parecio entenderla. Se incorporo y empezo a desnudarse. Victoria se quito los zapatos, los pantalones y las braguitas. Kateb saco un preservativo de la mesita de noche. Entonces, ambos se tumbaron desnudos en la cama.
Victoria le acaricio su ereccion y el contuvo la respiracion, se apreto contra ella.
Luego se coloco entre sus piernas para darle placer con la boca. Ella las separo e intento contener un gemido de placer.
Al principio, Kateb se movio muy despacio, como si quisiese descubrir que era lo que la hacia temblar, gemir y retorcerse. Le acaricio todo el cuerpo. Victoria nunca habia sentido algo igual. Sus musculos internos se tensaron y el empezo a moverse mas deprisa, a un ritmo constante. Victoria se sacudio y sintio que una ola de placer invadia todo su cuerpo.
El continuo acariciandola con la lengua, con mas suavidad, hasta que se quedo quieta y recupero la respiracion. Entonces Kateb se incorporo y se puso el preservativo. La penetro de inmediato.
La lleno por completo, volviendo a despertar todas sus terminaciones nerviosas. Cuando quiso darse cuenta, Victoria estaba llegando otra vez al climax. Aquel orgasmo la pillo desprevenida. Se aferro a el, incapaz de controlar su cuerpo. Lo miro a los ojos y se perdio en cada empellon.
Se dijo a si misma que apartase la mirada, que cerrase los ojos, que aquello era demasiado intimo, pero no pudo. El tampoco miro a otro lado.
Continuo observandola, entrando y saliendo. Victoria nunca habia sentido tanto placer.
Entonces el se puso tenso y llego al orgasmo tambien. Ella lo vio todo, el anhelo, el alivio, la satisfaccion. Por fin se quedo quieto, habian terminado.
Victoria habia imaginado que Kateb se marcharia, pero se quedo tumbado a su lado y la abrazo. Ella acepto el gesto de buen grado, deseo prolongar el momento, sentirlo cerca. Se dijo a si misma que era por la soledad, mas que porque necesitase al hombre en si.
– ?Lo tenias pensado? -le pregunto, con la cabeza apoyada en su hombro.
– ?Hacer el amor contigo? ?Te estas preguntando si ha sido un accidente?
Habia una nota de humor en su voz.
– Tal vez -contesto Victoria.
– No me he tropezado y he caido encima de ti.
– Ya lo se, pero no querias que esto volviese a ocurrir.
– Tal vez no sea capaz de resistirme a ti.
Ella deseo que fuese verdad.
– ?Por que te ofreciste a mi? -le pregunto el, acariciandote el pelo.
– Ya te lo explique cuando ocurrio. No podia permitir que mi padre fuese a la carcel.
– Por tu madre. ?Tanto significa para ti una promesa?
Victoria supo que se lo preguntaba de verdad, no estaba cuestionando su lealtad.
– Ella siempre estuvo alli para mi. A pesar de amarlo a el mas de lo que debia, siempre me cuido y me quiso a mi tambien. Por muy feas que se pusiesen las cosas, siempre me quiso. Le hice la promesa porque pense que asi el seguiria vivo.
– Eso no estaba en tu mano.
– Faltaban unas semanas para que terminase el instituto. No estaba preparada para vivir sola. Tenia que creer en algo.
– Pero despues tomaste tu propio camino.
– No fue facil -no quiso pensar en aquello, en el miedo. Esa noche, no-. Aprendi a ser fuerte.
– Siempre lo fuiste.
– Ojala eso fuese verdad.
– Hay que ser fuerte para sobrevivir a una tragedia.
Victoria recordo las polvorientas cajas de la habitacion de Kateb. Los recuerdos atrapados y el dolor.
– Debes de echarla mucho de menos -murmuro.
El se puso tenso.
– No.