El instinto le gritaba que tenia que proteger a Natasha, asi que reunio valor, se acerco al mostrador y sonrio al recepcionista para pedirle que la cambiara de habitacion. Sin embargo, el joven no parecia muy dispuesto a tomarse la molestia, hasta que Liz le paso por el mostrador un par de billetes de quinientos rublos, unos cuarenta dolares. Entonces el recepcionista le dio la llave de otra habitacion y Liz le pidio que mantuviera en secreto aquel cambio. El asintio.
Liz volvio a mirar a su alrededor, pero siguio sin ver al guardia. ?Que habria ocurrido?
No tenia tiempo de preocuparse de aquello. Le dio las gracias al recepcionista y subio las escaleras hacia su habitacion. Cuando llego, estaba jadeando. Llamo suavemente y Diana abrio la puerta.
– ?Ya lo has resuelto todo?
– Si, muchas gracias -respondio Liz. Cuando Diana se marcho a su habitacion, ella cruzo el pasillo y fue dos puertas mas alla, hasta su nueva habitacion. Abrio y entro. La habitacion era identica a la suya, pero decorada en color azul, en vez de verde. Daba a una callecita interior, en vez de a la calle principal. Era perfecta para sus propositos.
Volvio a su habitacion anterior y metio en una bolsa algunos panales de Natasha, la leche en polvo y un libro. Tomo tambien su bolso y un par de almohadas para poder asegurar a Natasha sobre la cama que iban a compartir. Liz sabia que no podria mover la cuna de la nina sin despertar a todo el mundo de su piso.
Se puso la bolsa al hombro y con cuidado, tomo a Natasha en brazos y la llevo a la nueva habitacion. La nina no se desperto.
Cuando todo estuvo en su lugar, Liz penso en llamar a David, pero no se sentia segura con la idea de usar el telefono.
– Debo de haber visto demasiadas peliculas de espias -se dijo, intentando encontrar la ironia de la situacion-. ?Verdaderamente pienso que alguien ha pinchado el telefono?
Aparentemente, la respuesta era afirmativa, porque no pudo descolgar el auricular. Pero aquello no era un problema. Siempre podria mirar por la mirilla cuando apareciera David y lo avisaria para que entrara en su nueva habitacion.
Arrastro la silla de la habitacion y la coloco junto a la puerta para poder oir los pasos de David y despues acerco una lamparilla para tener luz. Intento concentrarse en su libro, pero la mayor parte del tiempo estuvo escuchando los sonidos de la noche, preparandose para algun tipo de ataque pese a que sabia, por logica, que no iba a ocurrir.
Un poco despues de la medianoche, oyo un debil crujido de la madera del suelo. Esperandose ver a David, se puso en pie y miro por la mirilla de la puerta. En vez de David habia dos hombres frente a la puerta de su antigua habitacion. Uno de ellos se inclino ante la cerradura.
Liz estuvo a punto de gritar. Tuvo que taparse la boca con la mano para evitarlo. El miedo regreso, tan frio y liquido como antes.
No era posible que estuviera sucediendo aquello. Los vio abrir la puerta y entrar en la habitacion. Sintio panico. ?Que podia hacer? Aquellos hombres se darian cuenta, al instante, de que ni la nina ni ella estaban alli. ?Comenzarian a entrar en todas las habitaciones para encontrarlas?
Miro freneticamente a su alrededor, buscando algun modo de escapar, pero no habia ninguno. Solo podria salir por la ventana y la altura sobre la calle era demasiado grande. ?Podria usar algo como cuerda para descolgarse?
Respiro profundamente y se obligo a dejar de pensar cosas absurdas. Todo iba a salir bien. Aquellos hombres habian entrado silenciosamente. No querian meterse en problemas, ni que los descubrieran. Si, estaban buscandola en su habitacion, pero no tenian ni idea de adonde habia ido. Ellos pensarian que se habia marchado del hotel.
Liz continuo observando atentamente el pasillo. Despues de un par de minutos, los hombres salieron de la habitacion mirando a su alrededor, como si estuvieran buscando pistas. Ella bajo la cabeza antes de darse cuenta de que no podian verla.
Uno le dijo algo al otro en voz baja. Liz no pudo oir que era. Parecia evidente que no querian que los demas huespedes supieran que estaban alli. Finalmente, cerraron la puerta y se alejaron hacia el ascensor.
Liz espero a que se hubieran marchado antes de dejarse caer sobre el suelo y acurrucarse. Estaba temblando y apenas podia respirar. ?Que habria ocurrido si no se hubiera cambiado de habitacion? ?Se habrian llevado aquellos hombres a Natasha?
Le ardian los ojos y parpadeo para que no se le cayeran las lagrimas. El peligro se habia desvanecido por el momento. El pasillo estaba vacio. En silencio, recogio a su bebe, recorrio tres puertas y llamo a la habitacion de Maggie.
David encontro un sitio para aparcar muy cerca del hotel. Habria estado muy contento con su suerte si no hubiera visto dos coches de policia aparcados justo enfrente del edificio. En cuanto los vio, tuvo un mal presentimiento.
Salio del coche y miro la hora. Eran casi las dos de la manana. Aquella reunion habia durado mucho mas de lo que el habia pensado. ?Le habria entrado panico a Liz por la espera o habria ocurrido algo?
Se apresuro a entrar al vestibulo y se encontro a Liz sentada en un banco, con Natasha en brazos. Maggie estaba con varios policias. Su expresion de frustracion le dio a entender a David que no estaba muy contenta con la forma en que estaban saliendo las cosas.
El se acerco a Liz.
– ?Que ha ocurrido? -le pregunto.
Ella se sobresalto al oir su voz, se levanto y lo miro fijamente. David detecto el miedo en sus ojos verdes y la desconfianza.
– Dos hombres han entrado en mi habitacion -le dijo ella-. No sabian que me habia cambiado de dormitorio una hora antes. Cuando baje a la recepcion a pedir el cambio, el guardia no estaba por ninguna parte. Ni en el pasillo, ni en el vestibulo.
– ?Que?
– ?Estas jugando conmigo, David? ?Todo esto no es mas que una broma para ti? ?Me has mentido al decirme que pondrias a alguien de seguridad en el hotel para que estuviera mas tranquila?
El tuvo ganas de agarrarla por los brazos y agitarla.
– Claro que no. Deje a un agente aqui. Yo mismo hable con el a las nueve de la noche.
Ella no estaba muy convencida.
– Ahora no esta aqui.
David solto un juramento entre dientes.
– Ahora mismo vuelvo.
Se acerco a Maggie y les mostro su identificacion a los policias. Despues, les pregunto que habia ocurrido.
En cuestion de segundos entendio la causa de la frustracion de Maggie. Los oficiales pensaban que solo habia sido un simple robo. No estaban interesados en oir la version del secuestro de la nina.
– Los norteamericanos son unos paranoicos -le dijeron.
David los escucho sin hacer ningun comentario. En vez de discutir, les pidio los detalles. Se haria una denuncia, pero nadie habia robado nada… Los policias se encogieron de hombros, indicando que podian hacer muy poco.
– O quieren hacer muy poco -murmuro David en ingles.
Maggie asintio.
– Admito que al principio no me tome las cosas muy en serio. Me parecio muy extrano que robaran el expediente de Natasha, pero si lo unimos a lo que ha ocurrido esta noche, hay demasiadas cosas que no concuerdan. Esta ocurriendo algo.
David estaba de acuerdo con ella. Pero, ?que era lo que estaba ocurriendo? ?Y donde estaba el guardia?
Dejo a Maggie con la policia y salio del hotel. Recorrio varias calles contiguas al hotel y finalmente, en un callejon oscuro, encontro al guardia. El hombre estaba atado, oculto tras un gran contenedor de basura.
David se inclino sobre el. Mientras le buscaba el pulso con una mano, con la otra marcaba un numero en su telefono movil.
– Soy Logan -dijo cuando respondieron la llamada-. Tenemos un problema.