– No es algo que vea todo el mundo. La gente cree lo que dicen los periodicos, pero hay que ser muy fuerte para convertir una simple empresa familiar en un imperio, te lo aseguro. Y Duncan lo ha hecho, ha luchado para salir de sus circunstancias.
Circunstancias. Annie no sabia mucho sobre esas circunstancias.
– Se que lo crio usted.
– Si, un ciego guiando a otro ciego -suspiro Lawrence-. Mi hermana era una irresponsable. Era mucho mas joven que yo… fue una sorpresa para mis padres. Ellos la adoraban, pero se convirtio en una nina mimada e irresponsable. Cuando murieron se llevo la mitad del dinero y desaparecio… para volver un par de anos despues, embarazada. No quiso decirme quien era el padre y no estoy seguro de que ella misma lo supiera. Tuvo a Duncan y volvio a marcharse. Y asi fue durante los primeros doce anos de su vida. Su madre iba y venia y eso le rompia el corazon.
Annie miro hacia la puerta del despacho pensando en Duncan de nino, abandonado por su madre. Eso explicaba muchas cosas.
– Cuando tenia once o doce anos le dijo a mi hermana que eligiera: o se quedaba o se iba para siempre. Yo creo que esperaba que se quedase, pero ella desaparecio y Duncan no volvio a mencionarla nunca. Unos anos despues descubri que habia muerto y se lo conte a mi sobrino. El dijo que daba igual.
Estaba escondiendo el dolor, penso Annie. Porque si le importaba. Primero su madre lo habia traicionado, luego Valentina. Duncan habia sufrido mucho con las mujeres que deberian haberlo amado, era logico que fuese tan distante.
– Yo fui duro con el -siguio Lawrence- porque no sabia como educar a un nino. Lo lleve al gimnasio conmigo, le ensene a boxear. Pero el estaba empenado en ir a la universidad y consiguio una beca -anadio, sin poder disimular un gesto de orgullo.
– Es una buena persona y en parte se lo debe a usted -dijo Annie.
– Eso espero. ?Sabes que estuvo casado?
– Si, lo se.
– Fue un desastre. A mi nunca me gusto Valentina y me alegro de que haya desaparecido de su vida, pero ahora me preocupa que no encuentre a nadie. Necesita una familia, alguien con quien sentar la cabeza.
No era un mensaje muy sutil, penso Annie, deseando que fuera una posibilidad.
– Duncan lo ha dejado muy claro: la nuestra es una relacion de conveniencia, nada mas.
– ?Y eso es lo que tu quieres?
Una simple pregunta que exigia una respuesta simple.
– No soy yo la que tiene que decidir.
– Tal vez no, pero puedes influir en su decision.
– Me parece que da demasiado credito a mi influencia sobre Duncan.
– Te sorprenderias.
Ojala, penso ella. Despues de todo lo que habia pasado, no sabia si Duncan estaria dispuesto a entregar su corazon y ella no aceptaria nada menos.
– Espero que algun dia encuentre a alguien.
– ?Aunque eso signifique alguien que no seas tu?
– Si, claro.
Lawrence la miro durante largo rato, muy serio.
– ?Sabes una cosa? Te creo. Y por eso espero que las cosas entre Duncan y tu salgan bien. No te rindas con mi sobrino, Annie. No es un hombre facil, pero merece la pena.
Antes de que ella pudiera decir nada la puerta del despacho se abrio y Duncan volvio con ellos.
– ?Has terminado de contarle mis secretos? -bromeo.
– No, pero estaba en ello.
– Ah, pues me alegro de haber podido ayudar. ?Vemos la pelicula? -sonrio Duncan, tomando el DVD de la mesa.
– Si, claro -Lawrence le hizo un guino a Annie-. Mientras el lidia con esos aparatos electronicos, deja que te cuente la vez que le gane a un zurdo. Fue en 1972, en Miami. Hacia un calor tremendo…
– Oh, no, te vas a dormir, Annie.
– No, no me importa -dijo ella-. ?Y usted era el favorito?
Lawrence sonrio.
– Carino, yo entonces era practicamente un dios.
El lunes siguiente fueron a la inauguracion de una galeria en la que habia una desconcertante exposicion de arte moderno. Uno de los cuadros era enteramente blanco, con un punto rojo en el centro. Tambien habia una coleccion de cuadros negros, sencillamente eso, negros. Aparentemente, debian representar la tristeza y el hastio y, en su opinion, el artista habia dado en el clavo.
El miercoles por la noche fueron a una cena benefica con una subasta de adornos navidenos pintados por personalidades famosas y Duncan compro un arbolito de madera pintado por Dolly Parton. Para Lawrence, le dijo, pero Annie se pregunto si tendria una predileccion especial por la cantante.
Aquella noche tenian que acudir a una cena en el museo Getty, en Malibu. Duncan iria a buscarla a las cinco y eso significaba que debia llegar a casa a las cuatro para arreglarse. Y estaba a punto de llegar cuando sintio que se le habia pinchado otra rueda.
– ?No! -grito, golpeando el volante con las dos manos-. ?Esta noche, no!
Aunque no se le ocurria que pudiera ser mejor en cualquier otro momento porque ella siempre iba corriendo de un lado a otro.
Annie puso el intermitente para detenerse en el arcen y salio del coche. Hacia un calor tremendo. Estaban en diciembre, pero en Los Angeles siempre hacia calor.
Si, se le habia pinchado una de las ruedas delanteras, comprobo enseguida. Afortunadamente, tenia un gato y una rueda de repuesto en el maletero. Incluso sabia como cambiarla porque ya tenia practica.
Annie miro su reloj y, dejando escapar un suspiro, saco el movil del bolso. Imposible, no podria estar lista para las cinco.
– ?Puedo hablar con el senor Patrick, por favor? Soy Annie McCoy.
– Ah, si, senorita McCoy. Le paso enseguida.
– ?Otra crisis? -le pregunto Duncan unos segundos despues.
– Si, se me ha pinchado una rueda y llegare un poco tarde. ?Quieres que nos veamos alli?
– Necesitas ruedas nuevas.
Annie puso los ojos en blanco.
– Evidentemente, pero ya me las comprare. He estado ahorrando y en un par de meses tendre dinero suficiente.
– El mes que viene empezara a llover, necesitaras ruedas nuevas para entonces.
Probablemente, pero por mucho que ella quisiera no ganaba mas dinero cada mes. Suspirando, Annie se aparto el pelo de la cara. Llevaba semanas acostandose tarde y levantandose temprano y estaba agotada. Quince ninos de cinco anos la tenian corriendo todo el dia y lo ultimo que necesitaba era que Duncan le recordase algo que era obvio.
– Muchas gracias por el consejo. Mira, hace calor, estoy cansada, dime que quieres que haga.
– Deja que te compre ruedas nuevas.
– No, gracias.
– Se supone que debes estar donde yo diga a la hora que yo diga. Si necesitas ruedas nuevas para hacer eso, tendre que comprarte ruedas nuevas.
– Eso no es parte del acuerdo -replico Annie, enfadada-. No vas a comprarme ruedas nuevas, no vas a comprarme nada mas. El congelador ya es mas que suficiente.
– ?Por que estas enfadada?
– Porque si -contesto ella. Queria llegar a su casa y echarse una siesta, pero sobre todo no queria ser una causa benefica para Duncan Patrick.
– Annie, ?que te pasa?
– Nada, nos veremos en el museo. Se cambiar una rueda y no tardare mucho.