A pesar de llevar tres dias trabajando casi sin parar, Duncan no podia olvidar las palabras de su tio. Y no podia dejar de pensar en Annie.
Arriesgarse en el amor era algo que se habia prometido no volver a hacer y, sin embargo, sentia la tentacion de hacerlo. Era la unica explicacion para que estuviera en unos grandes almacenes una semana antes de Navidad, abriendose paso entre la gente y buscando un regalo para sus primas y para Kami.
Deberia haberle pedido a su secretaria que lo hiciera. ?Como iba a saber el lo que querian unas universitarias?
Estaba a punto de marcharse cuando vio un cartel que decia:
– ?Quiere comprar algo para su mujer o su novia? -le pregunto la dependienta.
– Para sus primas -contesto el-. Y para una amiga. Estan en la universidad y no se si les gustaria un jersey de cachemir…
– A una mujer siempre le gusta recibir un jersey de cachemir. ?Sabe la talla?
– Pues… no, no la se -Duncan senalo a una joven que estaba en la tienda-. Mas o menos como esa chica.
– Muy bien. ?De que colores?
– Necesito tres… de distintos colores. Pero elijalos usted misma.
– ?Quiere que los envuelva en papel de regalo?
– Si, por favor.
– Deme diez minutos y lo tendre todo preparado. Mientras tanto, puede tomar un cafe en el bar, ahi, al lado de la zapateria.
Duncan se dirigia hacia alli, pero se detuvo frente a una tienda de arboles de Navidad. Eran pequenos, de poco mas de medio metro, con lucecitas y adornos en miniatura. El que llamo su atencion estaba decorado en blanco y dorado, con docenas de angelitos.
Todos eran rubios, de aspecto inocente y ojos grandes. Y, por alguna razon, le recordaron a Annie.
Sin pensarlo dos veces, Duncan entro en la tienda y se acerco al mostrador.
Annie miro ansiosamente la caja de galletas que iba sobre el asiento del pasajero. A pesar de que habia frenado bruscamente en un semaforo, la caja no se habia movido. Normalmente era una conductora muy prudente, pero aquella noche no parecia capaz de controlar los nervios. Tal vez porque Duncan la habia sorprendido con la imitacion de que «pasara por su casa para tomar algo».
Llevaban cuatro dias sin verse porque no habian tenido que acudir a ninguna fiesta. Aunque a partir del jueves tendrian que acudir a una diaria hasta Nochebuena. Cuando vio el calendario le habia parecido estupendo tener unos dias libres, pero la verdad era que lo echaba de menos. Esos cuatro dias y cuatro noches le parecian eternos.
Y entonces Duncan la llamo para invitarla a pasar por su casa.
?Por que?
Annie queria que la echase de menos, pero no habia ninguna razon para pensar que su relacion hubiera cambiado… al menos por parte de Duncan. Ella, corria el peligro de enamorarse locamente de el.
Algo muy logico, ademas; Duncan era guapo, inteligente, divertido, considerado. ?Como no iba a enamorarse?
Pero debia ser sensata. Enamorarse era algo inevitable, pero no iba a dejarse llevar por los sentimientos. Cuando aquello terminase su orgullo podria ser lo unico que quedara intacto; tenia que recordar eso.
Despues de tomar el ascensor hasta el duplex llamo al timbre y Duncan abrio enseguida.
– Gracias por venir -le dijo, en sus ojos habia un brillo de deseo que la hizo temblar.
– Gracias por invitarme -Annie le ofrecio la caja de galletas-. Las he hecho yo. No se si te gusta el chocolate. Si no, puedes llevarla a tu oficina y…
En lugar de tomar la caja, Duncan cerro la puerta y busco sus labios urgentemente.
Y Annie se agarro a el cuando el mundo empezo a dar vueltas. Solo existia Duncan. Sabia que estaba excitado porque su ereccion rozaba su bajo vientre, pero consiguio dejar la caja sobre una mesa y tirar su bolso antes de echarle los brazos al cuello.
Sus lenguas bailaban, tocandose, jugando a un juego erotico que la volvia loca. Duncan la tomo en brazos para llevarla al dormitorio y una vez alli la dejo suavemente en el suelo. Pero, en lugar de tumbarla sobre la cama, la tomo por los hombros para que se diera la vuelta…
Y Annie se quedo helada.
Sobre la comoda habia un arbol de Navidad con las lucecitas encendidas. Y hasta tenia un angelito en la punta.
– Pense que no querias tener un arbol.
– Ya, pero es que lo vi y pense en ti.
Esas palabras, susurradas en su oido, hicieron que los ojos de Annie se empanaran. Pero, diciendose a si misma que el no agradeceria tanta emotividad, hizo lo que pudo para contener las lagrimas.
Aunque estaba emocionada. No solo de deseo, sino de amor. No podia escapar a la verdad. Amaba a Duncan con todo su corazon. Pasara lo que pasara, terminase como terminase aquella relacion, estaba enamorada de el.
Nunca habia sentido algo tan poderoso y tendria que hacer un enorme esfuerzo para olvidarse de el porque, por mucho que quisiera creer que lo suyo iba a funcionar, debia ser realista. ?Duncan y ella… en que planeta?
Pero por el momento era suyo y estaba decidida a aprovechar la situacion. No podia decirle lo que sentia, pero podia demostrarselo, penso, mientras acariciaba sus poderosos brazos.
Cuando levanto su jersey para pasar los dedos por su torso, el entendio la pista y se lo quito de inmediato, dejandolo caer al suelo. Annie se inclino para apoyar los labios sobre su pecho…
Durante un segundo Duncan se mostro pasivo, aceptando sus caricias. Pero despues levanto su cara con las manos para besarla mientras tiraba de ella hacia la cama. Cayeron sobre ella abrazandose y riendo, intentando quitarse la ropa el uno al otro.
El sujetador salio volando y los vaqueros siguieron el mismo camino. Annie apenas tuvo tiempo de ver que sus calzoncillos habian desaparecido cuando Duncan puso una mano en su estomago y, despues de un segundo de vacilacion, la deslizo hacia abajo para tirar del elastico de las braguitas. Cuando se libro de la prenda acaricio el interior de sus muslos, acercandose cada vez mas a la tierra prometida, pero sin tocarla. Annie contenia el aliento, desesperada, dispuesta a hacer lo que fuera para que la acariciase alli.
Pero, por fin, cuando Duncan toco el diminuto centro de placer, un escalofrio la recorrio de arriba abajo. Despacio al principio, sin presionar demasiado, empezo a hacer circulos con el dedo mientras Annie levantaba las caderas al mismo ritmo. No habia nada mas, solo el y como la hacia sentir. Cada vez estaba mas cerca hasta que la caida era inevitable…
Quedo como suspendida por un momento, experimentando un intenso placer, temblando y jadeando hasta que las olas de placer terminaron.
Cuando abrio los ojos, Duncan estaba mirandola y sus ojos grises parecian ver dentro de su alma. Annie sonrio antes de besarlo.
– Gracias. Ha estado… bien.
El enarco las cejas.
– ?Bien?
– Si, bueno, ha sido maravilloso.
– Estas destrozando mi ego.
Annie alargo una mano para acariciar su ereccion.
– Tu ego esta perfectamente. Deberiamos aprovecharnos.
– Si insistes…
– Insisto.
En cuestion de segundos se habia puesto un preservativo y se colocaba entre sus piernas, mientras ella se movia para acomodarlo.
La lleno con una precisa embestida y Annie sintio que la ensanchaba mientras empujaba, al principio