– Buenas noches, Duncan. Hasta manana.

– Hasta manana.

Apenas tuvo tiempo de cerrar la puerta cuando el arranco de nuevo a toda velocidad, dejandola en la acera, atonita.

Annie se pregunto si volveria a la fiesta para estar con Valentina… aunque daba igual. Ella no podria cambiar el pasado que habian compartido. Un pasado que, casi con toda seguridad, tendria un gran impacto en su presente.

– Muy bien, de modo que ser propietario de un banco es aun mejor de lo que yo habia pensarlo -estaba diciendo Annie al dia siguiente, mientras Duncan aparcaba frente a una enorme mansion en Beverly Hills-. ?Los banqueros no han sufrido un duro golpe con la crisis de los ultimos anos?

– No todos.

Habian pasado casi veinticuatro horas desde que Duncan la dejo en su casa la noche anterior y Annie se habia pasado veinte de ellas intentando convencerse de que, aunque no todo estuviera bien, ella podria fingir que asi era. Duncan se habia portado de manera normal cuando fue a buscarla, de modo que tal vez la noche anterior habia sido un mal sueno, algo que desapareceria con la luz del dia.

Un mayordomo uniformado les abrio la puerta y los acompano hasta un enorme salon con una chimenea gigantesca. A la izquierda estaba el bar, delante de ellos cuatro puertas francesas que daban al jardin.

– El bufe esta instalado fuera -les informo-. La zona tiene calefaccion, de modo que estaran muy comodos.

Duncan le dio las gracias y Annie espero hasta que se alejo para decir:

– De modo que esa es la razon por la que en Los Angeles hace calor hasta en invierno. Tienen calefaccion en todos los jardines.

Riendo, Duncan le paso un brazo por los hombros. Pero, de repente, Annie noto que se ponia tenso. Y supo, sin darse la vuelta, cual era la razon.

– Duncan…

El toco su mejilla con una mano.

– Da igual.

Pero un segundo despues Annie sabia que no daba igual.

Valentina estaba en la puerta del jardin, mirando a Duncan. Afortunadamente, se limito a saludarlo con la cabeza antes de mezclarse con el resto de los invitados.

– ?Quieres que nos vayamos? -le pregunto el.

– No, no, ?por que?

?Que otra cosa podia decir? ?Que Valentina le daba panico? ?Que creia que Duncan seguia enamorado de su ex mujer? ?Que siempre habia sabido que no habia ninguna oportunidad para ella?

Lo unico que podia hacer era rezar para que Duncan recordase su promesa de no pedirle que fueran amigos.

Tal vez el problema no era Valentina, penso entonces. Tal vez era ella. Tal vez deberia aprender a exigir mas.

El tiempo parecia haberse detenido y Annie hacia lo que podia para no mirar el reloj cada cinco minutos. La fiesta era tan reducida que tenian que quedarse al menos durante un par de horas y, por el momento, se habian quedado dentro mientras Valentina estaba fuera, en el jardin. Pero se pregunto si eso duraria toda la fiesta.

Cuando Duncan empezo a hablar con alguien sobre la subida del petroleo Annie se excuso para ir al lavabo. Era tan bonito como el resto de la casa, con una encimera de marmol italiano v docenas de caros jabones, crema de manos y gruesas toallitas del mejor algodon. Despues de lavarse las manos, abrio la puerta y salio al pasillo… donde se encontro con Valentina, que parecia estar esperandola.

La ex de Duncan llevaba un pantalon negro y un top de color crema que resbalaba sensualmente por uno de sus hombros. Era alta, delgada y preciosa, con el pelo largo y liso que Annie siempre habia envidiado.

– Hola -dijo Valentina, levantando la copa de Martini que llevaba en la mano-. Tu eres la novia de Duncan, ?verdad?

– Si.

– ?Llevais mucho tiempo saliendo juntos?

– Nos conocimos en septiembre -dijo Annie, esperando que no se le notaran los nervios-. Yo… se me habia pinchado una rueda y Duncan se detuvo para ayudarme.

– ?Ah, si? Que raro. Eres profesora, ?verdad?

– Si, de primaria.

– A ver si lo adivino, eres dulce y amable. Acoges a perros abandonados y huerfanos.

Annie se daba cuenta de que la otra mujer estaba tensa, pero no sabia por que.

– Si me perdonas…

– Espera, por favor -la interrumpio Valentina, dejando su copa sobre una mesita y respirando profundamente-. No se como estan las cosas entre vosotros y se que no es asunto mio. Hace tiempo que perdi el derecho de meterme en los asuntos de Duncan… y es culpa mia porque fui una tonta. Pense que encontraria algo mejor y me equivoque. Duncan no es solo el mejor hombre que he conocido nunca sino que… nunca he dejado de quererlo.

Los ojos de Valentina se llenaron de lagrimas y una de ellas rodo por su mejilla, pero la aparto con la mano, impaciente.

– Quiero una segunda oportunidad con el. Se que es practicamente imposible porque Duncan no va a perdonarme tan facilmente, pero debo intentarlo. ?Tu has estado enamorada alguna vez? ?Has sentido alguna vez que has encontrado al unico hombre del planeta que te hace feliz?

Annie asintio con la cabeza. Le gustaria haber dicho que el amor no era encontrar a alguien que «te hiciera feliz» sino alguien a quien tu hicieras feliz tambien, pero no era el momento.

– Lo quiero -insistio Valentina-. Antes, cuando estabamos juntos, siempre mantenia una parte de el para si mismo, sin compartirla conmigo. Yo creo que tiene algo que ver con su pasado, pero ahora lo entiendo. Merece la pena esperar por Duncan, merece la pena luchar por el. Yo cometi un error y he pagado un precio muy alto por ello, pero es mi marido. Para mi siempre sera mi marido y quiero otra oportunidad con el. ?Lo entiendes?

Annie volvio a asentir con la cabeza porque hablar le doleria demasiado. Valentina habia dicho las unicas palabras que podian convencerla para que se rindiera. No iba a interponerse entre los dos. Si tenia exito, tal vez Duncan olvidaria su miedo a ser abandonado, tal vez aprenderia a amar otra vez.

Mejor Valentina que nadie, se dijo a si misma. Y, con el tiempo, tal vez ella lo creeria tambien.

Las tiendas estaban cerradas a las doce de la noche, pero Internet siempre estaba abierto. Annie busco la pagina y miro el retrato una vez mas. Era pequeno, de unos veinte por veinte centimetros, con un marco negro. El artista, un famoso pintor deportivo, habia elegido el boxeo como tema.

Los colores eran vividos, las expresiones fieras. Habia algo en la manera en que se miraban los dos hombres que le recordaba a Duncan.

– ?Que haces levantada a estas horas?

Annie sonrio a Kami, que la miraba con cara sonolienta desde la puerta.

– Vete a dormir. Es tarde y manana tienes clase.

– Pero he visto la luz de tu habitacion encendida.

– Ah, perdona, ?te molesta?

– No, no -suspiro Kami, sentandose al borde de la cama-. Es que estoy preocupada por ti. Estabas muy rara cuando volviste a casa esta noche. ?Te encuentras mal? ?Duncan te ha hecho algo?

– Duncan va a volver con su ex mujer.

– ?Ah, si?

– Bueno, la verdad es que aun no ha pasado, pero seguramente pasara y yo no voy a ponerme en medio - suspiro Annie.

Kami sacudio la cabeza.

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