– ?Por que iba a estarlo? Peter esta solo, se ha hecho dano y nadie sabe donde estan sus padres adoptivos. El hecho de que estes ayudando hace que me resultes mas agradable y simpatico todavia.
– Odias que sea asi.
– Pero estoy haciendo una excepcion.
– De acuerdo, gracias.
Y Raul desaparecio por el pasillo y ella se quedo mirandolo y diciendose que el hecho de que fuera un gran tipo no significaba que fuera seguro abrirle su corazon.
Para cuando terminaron de cenar y Peter se instalo en la habitacion que a Raul le quedaba libre, ya eran mas de las nueve. Pia estaba acurrucada en el sofa diciendose que tenia que volver a casa. A pesar de no tener muchos sintomas de su embarazo, estaba mas cansada de lo habitual. Raul estaba sentado en el otro extremo del sofa girado hacia ella.
– Gracias por todo.
– Lo unico que he hecho ha sido presentarme aqui cargando con el esfuerzo de otros. No hay nada que agradecerme.
– Pobre nino -dijo Raul antes de dar un sorbo a su cerveza-. Vaya infierno.
– ?De verdad no saben donde estan sus padres adoptivos?
– Eso es lo que ha dicho la senora Dawson. Espero que los investiguen cuando aparezcan. Peter no ha dicho nada sobre ellos, pero hay cierta alarma.
Solto la botella de cerveza.
– Tenia otros planes para la noche -le dijo a ella.
Y durante un segundo, Pia penso que se referia al sexo y su cuerpo reacciono con una danza de felicidad interna. El abrio un pequeno cajon de la mesita de cafe y saco una pequena caja de terciopelo lavanda. Pia reconocio el color y el diseno de la caja; la joyeria Gemas Jenel era conocida por sus disenos elegantes y caros.
Se le quedo la garganta seca y la invadio una inesperada sensacion de timidez. El deseo dio paso a la confusion.
– No lo comprendo.
– Vamos a casarnos -le recordo el-. Y creo que lo tradicional es tener un anillo de compromiso.
– Si, pero… -lo suyo no era un compromiso tradicional-. No me esperaba nada. No tienes por que hacer esto.
– Quiero hacerlo.
Se acerco a ella y le tomo la mano izquierda.
– Pia, gracias por acceder a casarte conmigo. Haremos que esto funcione. Estare a tu lado pase lo que pase.
Esas palabras eran exactamente las que ella siempre habia querido oir… o casi.
– Yo tambien estare a tu lado -susurro.
Raul sonrio y abrio la caja.
Si no hubiera estado sentada, se habria caido. El anillo era increible. Precioso y resplandeciente y lo suficientemente grande como para ponerla nerviosa.
– Las otras dos alianzas de diamantes son las alianzas de boda. Si no te gustan, podemos cambiarlas.
– Son maravillosas. Todo es impresionante, pero demasiado -lo miro-. Me habria conformado con una alianza de oro.
– ?Estas diciendo que no eres una chica de diamantes?
– Nunca lo habia sido.
– Entonces hay que cambiar eso.
Raul saco el anillo de compromiso y se lo coloco su el dedo. Encajaba a la perfeccion.
– Gracias -le dijo ella, contemplando el brillo de los diamantes.
– De nada.
La abrazo y ella cerro los ojos mientras se decia que todo iria bien. Que estaba tomando la decision acertada. Que habria estado bien estar enamorados, pero que era mejor sacrificar ese estupido sueno con tal de asegurarse de que los bebes estarian cuidados el resto de sus vidas. ?No era eso lo que su amiga habria querido?
Capitulo 13
Raul paso la noche sin poder dormir. Y no porque Peter fuera un problema, sino porque no dejo de levantarse para ir a ver como se encontraba el chico.
Los dos se levantaron con el despertador y tardaron mucho en prepararse. La manga de plastico que les habia dado el hospital protegio la escayola mientras el pequeno se ducho. Logro vestirse, pero no abrocharse los zapatos, y se habia presentado en la cocina con el pelo humedo y un rostro sonriente.
– ?Que hay para desayunar?
– Gofres.
Esos verdes ojos aumentaron de tamano.
– ?Sabes hacer gofres?
Raul le enseno la gofrera que habia comprado hacia unos meses despues de ver una demostracion en un centro comercial.
– ?Que guai! -le dijo Peter, que corrio a su lado para ver como terminaba de mezclar la masa.
– Esta es la taza que hay que usar -le dijo Raul senalando el contenedor de plastico-. Vamos, llenala hasta esa linea.
– ?Puedo hacerlo?
– Claro.
El chico, con cuidado, hundio la taza en la mezcla y saco la cantidad justa mientras Raul levantaba la de la gofrera.
– Vamos, viertelo en el centro. Ya esta caliente, asi se extendera por si solo.
Peter hizo lo que le indicaron y vio como la masa se extendia sobre la rejilla.
– No se llena por todas partes.
– Lo se, pero eso es lo divertido.
Raul cerro la gofrera y la volco.
– ?Vaya! -exclamo Peter-. ?Es lo mejor!
– ?Quieres hacer otro?
– Claro.
Raul observo al nino, complacido de que estuviera descansado y sin dolor. Era un chico de trato facil, brillante y curioso. Y cuando pensaba en la posibilidad de que sus padres adoptivos no hubieran cuidado bien de el le entraban ganas de ir a buscarlos, al menos al padre, y darle una paliza.
Pero esa no era una opcion, se recordo. Confiaria en que el sistema hiciera su trabajo, pero por si acaso, hablaria con Dakota para saber que pasos habia que dar para asegurarse de que Peter crecia a salvo.
Sin embargo, cuando llego a su oficina despues de dejar a Peter en el colegio, Dakota no estaba alli. Comprobo el contestador por si habia dejado algun mensaje diciendo que estaba enferma, pero no habia ninguno.
A las diez, ya preocupado y a punto de llamar a Pia, Dakota entro alli.
Estaba palida y tenia los ojos rojos e hinchados. Era como si algo muy importante le hubiera sido arrebatado y el se puso de pie nada mas verla.
– ?Que ha pasado?
– Nada.
– ?Has tenido un accidente? ?Te ha hecho dano alguien?
Si hubiera tenido novio, el habria dado por hecho que o la habia pegado o se habia acostado con su mejor