amiga, pero por lo que sabia, Dakota no estaba saliendo con nadie.

– Estoy bien -dijo con voz temblorosa-. Tienes que creerme.

– Pues entonces tu tienes que ser mas convincente.

Ella forzo una sonrisa que resulto mas macabra que alegre.

– ?Que te parece ahora?

– Me da miedo.

Ella suspiro.

– Estoy bien. Se que tengo mal aspecto, pero no estoy ni herida ni enferma. Todo marcha como siempre.

– Dakota, en serio. Ha pasado algo.

– No, nada -las lagrimas llenaban sus ojos-. No -le caian por las mejillas.

Instintivamente, fue hacia ella, pero la joven se aparto.

– Lo siento -susurro-. No puedo hacerlo. No puedo estar aqui hoy. Necesito un dia o dos. Me los tomare como baja por enfermedad, como vacaciones o como quieras.

El estaba confundido.

– Tomate el tiempo que necesites. ?Puedo llamar a alguien? ?A una de tus hermanas? ?A tu madre?

– No. A nadie. Estoy bien. Tengo que irme.

Y con eso agarro el bolso y practicamente salio corriendo. Raul se quedo alli, mirandola, no seguro de lo que debia hacer. ?Dejarla marchar? ?Seguirla? ?Llamar a una amiga?

?Que habia pasado? ?Le habian dado alguna mala noticia? Pero si hubiera sucedido alguna tragedia en la familia, el se habria enterado. En Fool’s Gold las noticias volaban.

Decidio que le daria tiempo. Si no volvia al trabaja en un par de dias, hablaria con ella. Y si ella no queria hablar con el, insistiria en que hablara con alguna otra persona.

Pia analizo las senales e hizo lo posible por no hablar. Por si no era suficientemente negativo que un autobus cargado de hombres llegara al pueblo, peor aun era que fuera a celebrarse una subasta de solteros.

Era humillante. No para ella en concreto, sino para el pueblo.

– Esto no me gusta.

Montana sonrio.

– Eso es porque tu ya tienes un buen hombre en tu vida.

– Aunque no lo tuviera, esto me asustaria. ?Quienes son estos tipos? ?Que quieren?

– Si tienes que formular esa pregunta, entonces es que Raul esta haciendo algo muy, muy, mal.

Pia se aparto de su amiga e hizo lo que pudo por no sonrojarse.

– Estoy recien embarazada. No estamos… ya sabes.

– Supongo que seria extrano practicar sexo sabiendo que los embriones de otros estan creciendo dentro de ti.

– Vaya, gracias por decirlo tan claramente.

– ?Me equivoco?

– No, pero aun asi…

Montana sonrio.

– Bueno, ?alguna vez habeis… ya sabes? ?Antes del embarazo?

Pia penso en aquella magnifica noche.

– Una vez -admitio y entones se corrigio-; bueno, en realidad fue una noche, pero varias veces.

– Impresionante. Un hombre con energia.

– Es una caracteristica de lo mas atrayente -aunque estaba segura de que llegaria un momento en el que fuera mas seguro para los dos hacerlo mientras ella estuviera embarazada, tenia la sensacion de que iba a tener que esperar a que nacieran los bebes antes de repetir aquella noche magica-. Dejo el pabellon muy alto -anadio-. Y ahora deberiamos hablar de otra cosa. ?Como va tu vida sexual?

– Es inexistente.

– Entonces deberias ir a ver a los chicos nuevos.

– No, gracias -Montana grapo unos mangos de carton a las palas de la subasta-. Ahora mismo estoy centrandome en mi carrera.

– ?Te han dado el trabajo?

Montana sonrio.

– Me lo han dado y me encanta. Los perros son geniales. Estan bien entrenados y son muy simpaticos. Max es el mejor, tambien. Es muy paciente. Estoy leyendo mucho y he empezado con las clases online. En unas semanas me ire a Sacramento para un seminario intensivo de tres semanas y Max me lo pagara, ?te lo puedes creer?

– Te gusta Max -dijo Pia, contenta de ver feliz a su amiga.

– Claro. Es muy agradable y lo sabe todo sobre perros y… -arrugo la nariz-. Em… no. No entraremos ahi.

– Los romances de oficina tienen mucho estilo.

– No es eso. Ya ha cumplido los cincuenta y, aunque no fuera asi, lo admiro. No quiero una relacion romantica con el. Somos amigos.

– Si tu lo dices…

– Lo digo -le dio un codazo a Pia-. Como estas prometida, ahora quieres que todo el mundo se empareje.

– No. Solo quiero que mis amigas sean felices y si… -se detuvo al ver la expresion de asombro de Montana-. ?Que?

– El anillo. Es alucinante.

Pia contuvo el impulso de esconderse la mano detras de la espalda. Le encantaba su anillo, pero le estaba costando acostumbrarse a el. Las piedras eran impactantes y brillaba tanto que era practicamente como una fuente de luz.

– Lo ha elegido Raul.

– ?Tiene algun hermano?

Eso era algo que ella deberia haber sabido, pero no era asi.

– Puedo preguntarselo.

Montana la agarro de la mano y miro el anillo.

– Me encanta.

– Gracias.

– ?Te pone un poco nerviosa?

– Un poco. Nada de toda esta situacion me parece real. Ni el compromiso ni el embarazo -bajo la voz-. He hecho pis en el palito y me he hecho una ecografia. Estoy embarazada de verdad, asi que ?por que no me siento distinta?

– Has pasado por mucho en un espacio de tiempo muy breve. Ya te sentiras asi.

– Eso espero -aunque Pia estaba empezando a tener sus dudas. Tal vez le pasaba algo-. ?Y si no me vinculo a los ninos cuando nazcan? ?Y si no puedo amarlos?

– No tendras eleccion. Seras una mama genial, Pia. Deja de dudar de ti misma.

– Quiero creerte, pero no puedo. Mis padres me abandonaron, igual que todos los hombres que me han importado. Quiero pensar que con Raul y los bebes sera diferente, pero no estoy segura.

– Raul no ira a ninguna parte. Es un buen tipo.

Era un tipo que iba a casarse con ella para formar una familia, no porque estuviera enamoradisimo de ella.

– Ademas -continuo Montana-, nunca se sabe como saldran las cosas. Mis padres se quisieron cada dia de su matrimonio y cuando mi padre murio, todos temimos que mama no fuera a superarlo. Pero el no fue el unico amor de su vida.

– ?Que quieres decir?

Montana sonrio.

– Lleva un tatuaje en la cadera que dice «Max».

– ?Tu Max?

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