Cargo las cosas y las llevo al interior de la casa. Una cosa era segura, no estaba dispuesto a disculparse. En primer lugar, no habia quebrantado ninguna regla, y en segundo lugar, le habia gustado demasiado besarla como para olvidar que habia ocurrido.
Molly seguia despierta a medianoche. Habia oido entrar a Dylan hacia un par de horas despues de hacer varios viajes para recoger las cosas de la playa. Se sentia mal por dejarle hacer todo el trabajo, pero no habria podido enfrentarse a el. No estaba segura de poder volver a verlo. Tal vez lo mejor para los dos era que se fuera.
Salvo… que no queria irse. No queria tener que buscar otro lugar donde esconderse y no queria dejar a Dylan, lo que significaba que tendria que reconciliarse con lo que habia ocurrido entre ellos.
?Acaso habia sido tan terrible?, se dijo. Pensando en ello racionalmente, casi podia convencerse de que no tenia importancia. Habian hablado de su vida y de como se habia venido todo abajo; el habia tratado de bromear y ella habia reaccionado mal. Luego, Dylan la habia seguido para asegurarse de que estaba bien y, cuando habia visto que no lo estaba, le habia ofrecido consuelo.
Aquel era todo su crimen. No se habia excitado al besarla, pero eso no iba en contra de la ley. No era culpa suya que se hubiera vuelto a enamorar platonicamente de el y de que lo que habia ocurrido fuera, para ella, una experiencia pasional increible. Dylan no habia hecho nada malo, debia entenderlo porque era cierto. En realidad, habia sido un cielo. Huir en aquel momento seria una cobardia, por no decir una estupidez. Le gustaba estar con el. Durante los quince dias siguientes iba a necesitar una distraccion y el era la mejor que se le ocurria. Ademas, le caia bien.
Molly se acerco a la ventana y contemplo la oscuridad. ?Y que si le habian pisoteado un poco el orgullo? Habia sobrevivido en peores situaciones. El truco era superarlo y seguir adelante, porque en el fondo de su corazon, sabia que no queria irse.
– Me prometi a mi misma que no seguiria lamentandome -susurro en la oscuridad-. Que no me reprocharia nada ni pensaria en lo que podria haber sido. Me prometi que iba a vivir la vida en lugar de tomar siempre la opcion mas segura.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire como una acusacion. Por la manana haria las paces con Dylan, se disculparia por su comportamiento y se olvidaria de lo ocurrido. Podria seguir disfrutando de su amor platonico a solas y dejaria de esperar que el participara en ningun sentido. «Nada de seguir lamentandome por todo», se dijo. «Me limitare a vivir».
Cuando Dylan salio de la ducha, olio a comida y su estomago rugio, lo cual no tenia sentido. Normalmente le bastaba con un cafe y un donut si Evie los llevaba a la oficina. Pero, de repente, la idea de desayunar le parecia esplendida.
Se dio prisa en vestirse y afeitarse, luego se peino el pelo todavia humedo y se dirigio a la cocina. Se paro a la entrada y miro a Molly. Estaba removiendo algo en un enorme cuenco. Habia una jarra de cafe en la mesa y el beicon se freia en una sarten. Aquella escena domestica debia haberle espantado, ya que si a alguna de sus companeras de cama se le ocurria empezar el dia de aquella manera, Dylan salia por la puerta antes de que pudieran decirle «Buenos dias». Claro que raras veces pasaba toda la noche con ellas, y asi evitaba todo aquel asunto.
Con Molly no sentia deseos de salir corriendo. Al contrario, se imagino acercandose a ella por detras y rodeandole la cintura con los brazos. Queria inspirar la fragancia de su suave piel, rozar los labios contra su nuca y luego besarla por la espalda hasta que se le pusiera la carne de gallina. Penso en quitarle el cuenco de las manos y dejarlo sobre la mesa para luego estrecharla entre sus brazos y besarla. El mostrador parecia un poco alto, pero apostaba a que la mesa tenia la altura adecuada. La imagino sentada y vestida solo con una camiseta, con las piernas abiertas y dandole la bienvenida mientras el…
– Buenos dias.
Dylan oyo las palabras y tuvo que hacer un esfuerzo por volver a la realidad. Trago saliva, luego se movio, confiando en que Molly no se hubiera percatado del repentino cambio en la delantera de sus pantalones.
– Ah, hola -consiguio decir en tono ligeramente ronco.
Molly llevaba una camiseta blanca de mangas largas remangada hasta los codos que le llegaba hasta la mitad del muslo. Tenia los pies desnudos y la cara limpia. Se habia recogido el pelo en una trenza que le caia por la espalda. Tenia que tener veintisiete o veintiocho anos, pero estaba igual que a los diecisiete. La recordo como habia sido entonces, con el aparato ortopedico en la boca y los granos. De acuerdo, se corrigio, tal vez estuviera diferente, pero no mucho. Molly le dedico una rapida sonrisa y luego le senalo el cuenco con la cabeza.
– Estoy haciendo tortitas, espero que te gusten.
– Me encantan, y estoy muerto de hambre.
– Bien, sientate.
Dylan entro en la cocina.
– ?Puedo ayudarte?
– No, lo tengo todo controlado -se mordio el labio inferior-. Dylan, respecto a lo de anoche… -Dylan levanto una mano para detenerla.
– No tienes que explicarte.
– Bien, porque no iba a hacerlo, pero si que voy a disculparme. No puedo cambiar el modo en que reaccione, pero puedo intentar hacer las paces -sostuvo en alto el cuenco-. Por eso he hecho las tortitas. Deberian arreglar la situacion.
A Dylan no le importaba que le guardara secretos, Dios sabia que el tambien tenia unos cuantos, pero le gustaba que reconociera que se habia comportado de forma un poco extrana.
– Tortitas de disculpa, ?eh? -dijo, mientras se acomodaba en una de las sillas de metal detras de la pequena mesa-. No se si es una buena idea. Las estas sometiendo a mucha presion, ?crees que podran funcionar como tortitas? Apuesto a que las has dejado marcadas de por vida. Ahora tendran que someterse a terapia durante mucho tiempo.
Molly se quedo mirandolo durante un par de segundos, luego se echo a reir.
– Si nos las comemos, el problema queda resuelto, ?no?
– No lo habia pensado. Parece una solucion extrema, pero seguramente funcionara.
– Y yo que pensaba que era la unica loca -dijo, mientras se disponia a verter la masa en la sarten.
Unos pocos minutos despues, coloco un plato con una pila de tortitas y una fuente con beicon en la mesa. Despues de servir el cafe, Molly se sento.
– Tienen un aspecto fabuloso -le dijo Dylan.
– Esperemos que sepan igual.
– Lo haran.
Hablo con soltura, pero en el fondo sabia que no importaba lo que decia. En aquellos momentos no podia saborear nada, solo podia mirarla y recordar lo que habia sentido la noche anterior al abrazarla y besarla. La deseaba… otra vez. Se estaba convirtiendo en un problema de todos los dias. La cuestion era que no iba a hacer nada al respecto.
Le sirvio unas tortitas y luego se lleno su plato.
– Gracias, Molly. No tenias por que hacer esto, pero te lo agradezco. ?Que te parece si empezamos otra vez y somos amigos? Me caes bien. Creo que podriamos divertirnos mucho juntos.
La sonrisa la hacia bonita. Que curioso que hacia diez anos no se diera cuenta de lo preciosa que era su sonrisa. Tal vez era demasiado joven y estaba demasiado preocupado por aparentar. Tal vez nunca se habia tomado la molestia de fijarse en ella.
– Me parece bien -le dijo-. Tu tambien me caes bien, Dylan, y siempre lo hemos pasado bien juntos. No hay razon para pensar que eso haya cambiado.
– Me has leido el pensamiento -repuso Dylan.
Era un hombre adulto, no habia razon por la que no pudiera mantener su libido bajo control. O empezaria a ponerse pantalones mas holgados.
Molly mastico una tortita durante un minuto, luego trago saliva.
– Pero todavia siento lo de anoche, perdi por completo el control. He estado sometida a mucha presion ultimamente, en el trabajo y con Grant.