– Eh, gracias por la disculpa, pero es hora de olvidarlo. Cualquiera habria reaccionado de esa forma. Ya es terrible que te hayan despedido, pero si encima estas saliendo con un idiota como ese Grant, ?que otra cosa puedes hacer sino enfadarte?
Molly se quedo mirandolo. Tenia un ligero rubor en el rostro, seguramente por haber cocinado. Le gustaba el color de sus mejillas.
– Grant no es un idiota en realidad.
Dylan dejo el tenedor en el plato.
– Explicame eso. Las mujeres siempre haceis lo mismo. Algunos tipos os tratan como basura y luego los defendeis.
Molly abrio la boca, luego la cerro y movio la cabeza.
– Tienes razon, no puedo creerlo. Las mujeres hacemos eso. ?Por que? No se por que lo he dicho. Realmente es un cretino. A veces deseo encontrarmelo y darle una paliza. Pienso olvidarlo lo antes posible, pero eso no significa que no tenga derecho a estar furiosa.
– Bien, porque si realmente tienes algo bueno que decir de el, te perdere el respeto.
– Si me sorprendes defendiendolo otra vez, dimelo, ?vale?
– Claro -Dylan se inclino hacia delante y apoyo los codos sobre la mesa-. Lo digo en serio, Molly. No creo que nadie deba seguir en una relacion si no es feliz, pero hay muchas formas menos cobardes de irse. Lo que Grant hizo fue una canallada, tienes suerte de haberte librado de el. Estoy segura de que ahora no lo sientes asi, pero es cierto.
– Te agradezco lo que me dices, aunque te extranara saber que lo echo muy poco de menos. Y eso indica que nunca debi haber accedido a casarme con el. Pero es que pense…
Molly se quedo callada, y sus ojos perdieron parte de su luminosidad.
– ?Que pensaste?
– Que era una apuesta segura. Es abogado y esta en un bufete respetable. El tipo de hombre que mi madre habria elegido. No lo se. No hago mas que pensar en mis elecciones y no me gusta lo que veo.
– Esta bien que te hayas dado cuenta ahora. Los tipos como el se pasan la vida haciendo canalladas. Si se fue con una mujer antes de la boda, imaginate lo que habria hecho despues.
– ?Es furia lo que detecto en tu voz? -le pregunto Molly-. Este tema te importa.
– Por supuesto. Soy un fiel partidario de la monogamia. Tal vez mis relaciones no duren mucho, pero cuando estoy con alguien, estoy ahi. Esta bien, como adolescente me importaba mas la cantidad, pero todo el mundo madura. Grant es un perdedor y estaras mejor sin el. Si te hace sentir mejor, me encantaria darle una paliza por ti.
Molly se echo a reir.
– Dylan, eres un cielo, pero no, gracias. Creo que el destino o como quieras llamarlo le pasara la cuenta a Grant a su debido tiempo -ladeo la cabeza-. No habria imaginado eso de ti. Lo de la monogamia.
– ?Porque soy de los que les gusta alternar?
– No -Molly fruncio el ceno-. Que raro. Nunca habria dicho que te gusta alternar, pero tampoco que te habia creido un hombre fiel.
– Pues es una cosa, o la otra -dijo en tono desenfadado, para que no supiera que el hecho de que pensara bien de el le resultaba importante.
– Supongo que pense que resultabas tan atractivo a las mujeres, que no podias evitar que te tentaran constantemente. Pero no digo que no seria culpa tuya. Es algo complicado. Bueno, supongo que en el fondo lo que pasa es que estoy impresionada.
Dylan tomo un sorbo de cafe.
– No creo que haya dicho nada tan especial.
– Desayuno con tortitas y clase de filosofia -dijo, y sonrio-. ?Que conseguire si hago unos gofres?
– Poesia francesa -bromeo Dylan.
Capitulo 6
La pequena ciudad holandesa de Solvang estaba disenada para los turistas. Durante el verano y los fines de semana estaba abarrotada de gente, pero entre semana y fuera de temporada, como aquel dia, solo habia un punado de personas mirando los escaparates y entrando en los numerosos restaurantes. Molly levanto la cara hacia el sol calido y sonrio. La vida era agradable. Penso que se lo pasaria bien con Dylan, pero no habia imaginado que llegaria a disfrutar tanto. Los cuatro dias que llevaban juntos habian estado llenos de diversion y conversaciones agradables. Le gustaba estar con el, y no solo porque diera gusto mirarlo.
Estaban tomandose las vacaciones dia a dia. Aquella manana habian decidido ir en motocicleta a Solvang, que estaba a una hora de distancia de su playa en direccion norte. Por la tarde visitarian las bodegas de la localidad.
– Tienen un molino de verdad funcionando -dijo Dylan cuando se pararon delante de un escaparate.
Varios molinos de ceramica azul y blancos brillaban a la luz del sol.
– Es parte del atractivo -dijo Molly-. Pero tambien tienen arte exclusivo, encaje y cosas bonitas para la casa. Y comida. Una comida deliciosa.
– Entonces, ?nos quedamos a almorzar? -pregunto Dylan, mirando su reloj.
– Me gustaria. Tienen unos pasteles de ensueno.
– ?Habias estado aqui antes?
Molly asintio.
– Pero cuando era nina. Pase un fin de semana con una amiga y su familia. Fue muy divertido.
Al volverse para seguir bajando por la calle, Dylan le rozo con el brazo. Se habia acostumbrado a los contactos casuales que formaban parte del dia a dia. Se habia acostumbrado, pero no podia ignorarlos. No importaba en que estuviera pensando, si Dylan la tocaba de alguna forma, todo su cuerpo se ponia en alerta roja. A veces era una grata distraccion. Si podia conseguir que la tocara cuando estaba preocupada o ansiosa, nunca tendria que enfrentarse con su trauma personal.
Avanzaron hasta el establecimiento siguiente. En aquel vendian cristal. El escaparate estaba lleno de pequenas figuras de dragones y grifos, jarras preciosas, jarrones y copas.
– No te encapriches con nada -la advirtio Dylan-. Lo que compres tiene que caber en tu bolsa de tela.
– Siempre podria hacer que me lo enviaran a casa -le recordo.
– Buena idea.
Molly penso en su motocicleta. Se habia acostumbrado a montar en ella y le gustaba. Aunque preferiria conservar el coche para los desplazamientos diarios, no le importaria tener una moto para dar un paseo los fines de semana.
– ?Como entraste en el mundo de las carreras de motos? -pregunto mientras caminaban por la calle.
A su izquierda habia un amplio parque, a su derecha, mas tiendas. Al final de la calle habia un restaurante que recordaba por su deliciosa comida. Tal vez podrian almorzar alli.
– Por la puerta de atras -dijo Dylan-. Cuando me fui de casa tenia veinte dolares en el bolsillo. Viaje hacia el este durante un par de dias, hasta que me quede sin dinero, y luego consegui un trabajo en un taller de reparacion. Era bastante bueno, sobre todo con las modificaciones. Uno de mis clientes, Bill Jensen, tenia varias motos de carreras y me ofrecio que pilotase una los fines de semana.
– ?Que tal se te dio?
– En las regionales, bien, pero cuando fui a las nacionales, no tanto. Se me daba muy bien hacer cambios en las motos, pero la carrera en si era mas dificil de lo que creia.
Dylan bajo la cabeza y sus miradas se cruzaron. Su pelo negro, sus ojos oscuros, sus rasgos atractivos. Era una tentacion viviente, penso. Y simpatico. Tuvo que morderse el labio inferior para no sonreir, consciente de que Dylan querria saber que era tan divertido.
– Nunca volviste -dijo para cambiar de tema.
– No tenia nada a lo que volver -hundio las manos en los bolsillos del pantalon. Llevaba una camisa de mangas largas de color burdeos, con las mangas recogidas en los codos-. Pense en volver a casa, ?pero para