– Molly…

Molly levanto la mano.

– Se que me lo dices con buena intencion, es natural en un hombre querer arreglarlo todo. Pero no tengo arreglo, todavia no. Olvidalo, Dylan. Creeme cuando te digo que hay cosas que no entiendes.

Dylan quiso decir algo mas, pero Molly se alejo antes de que tuviera oportunidad de hacerlo. Fue a recoger el vino y luego la siguio hasta la motocicleta.

Por primera vez, durante el trayecto de vuelta a la casa, no se apoyo en el. Supuso que se estaba agarrando a la barra que habia bajo el asiento, y se sorprendio anorando el contacto de su cuerpo contra el suyo.

Molly llevaba fuera demasiado tiempo. Dylan miro por la ventana de atras de la diminuta casa y se pregunto si debia ir a buscarla. Despues de regresar de la bodega le habia dicho que queria dar un paseo para despejarse por completo del vino. Ya casi habia pasado una hora, pronto anocheceria y empezaba a preocuparse.

Aunque se dijo que no era asunto suyo, tomo su chaqueta y salio por la puerta delantera. Sabia que estaba mal. La habia presionado demasiado al hablar de su trabajo, y ella habia querido hacer aquel viaje para olvidarse de lo que la preocupaba, no para que el se lo echara en cara. Aunque no le gustaba la generalizacion, sabia que era cierta: como hombre que era, queria arreglarlo todo.

Unas pocas nubes aparecian suspendidas en el horizonte. Tenian un color dorado y amarillo palido debido al sol. El mar estaba agitado, podian verse olas a lo lejos. La marea estaba alta aquella noche y las olas rompian con fuerza en la orilla.

Se dirigio al norte porque esa era la direccion que tomaban cuando paseaban por la playa. Un viento frio agitaba su chaqueta y le revolvia el pelo. Mientras caminaba, escrutaba la playa, buscando algun rastro de ella, y trataba de ignorar la voz que le decia que Molly le estaba ocultando algo.

Su instinto podia mantenerse callado en lo referente a la venta de su empresa, pero hablaba por los codos sobre Molly Anderson. Para empezar, era muy explicito en el hecho de que la deseaba. Aparto aquella idea por el momento. Tambien estaba la cuestion de que secreto le estaba ocultando. Despues de todo, escuchaba los mensajes de su contestador automatico todos los dias. No podia imaginarlo, pero tal vez fuera el motivo por el que habia reaccionado tan emotivamente horas antes.

Habia una zona de juegos mas adelante, con varios bancos. A aquella hora del dia, cuando ya hacia fresco, no habia ningun nino a la vista. Vio a un anciano sentado en un banco con un perro grande a su lado. Alguien mas estaba mas proximo a la orilla, sobre la arena. Al acercarse se dio cuenta de que era Molly. A su alrededor, trepando sobre ella, lamiendole la cara y mordisqueandole los dedos, habia media docena de cachorros negros de perro labrador.

El anciano levanto la vista al verlo y senalo a Molly.

– ?Es su esposa?

Por un instante, Dylan quiso decir que si. No sabia por que, pero la necesidad de que la perteneciera era fuerte.

– Una amiga -dijo en cambio.

– Los cachorros nos ayudan en los momentos de afliccion.

Al oir las palabras del anciano, Dylan se fijo en Molly y vio que estaba llorando. A pesar de que acariciaba y jugaba con los perros, las lagrimas se deslizaban por sus mejillas.

Molly no lo habia visto y Dylan no hizo nada para llamar su atencion. Cuando el anciano se movio para hacerle sitio en el banco, le dijo que no con la cabeza. Preferia volver a la casa y dejar a Molly a solas, pero se sentia mal por ella. ?Por que lloraba? ?Por la conversacion que habian tenido? ?Tendria algo que ver con las llamadas que hacia todas las noches? Queria preguntarselo, pero no lo hizo.

El viento agito su trenza y la deshizo casi por completo. Los largos mechones de pelo ondearon en torno a su rostro, y uno de los cachorros se lanzo a atrapar un rizo.

Molly se echo a reir y aparto al animal. Entonces, la luz del ocaso cayo sobre ella, acentuando el color rubio palido de su pelo y el brillo de sus mejillas. Estaba increiblemente hermosa y triste a la vez. No sabia por que no se habia dado cuenta antes. Queria hacer o decir algo, pero no tenia derecho a irrumpir en su intimidad, asi que dio media vuelta y volvio a la casa para esperarla alli.

Capitulo 7

El dia era perfecto. Cielo azul, buena temperatura, una leve brisa. Molly se apoyo sobre los cojines de tela impermeable de la cabina del barco de vela y trato de mantener los ojos abiertos. El impulso de dejarse llevar, como el barco, era fuerte.

– ?Quieres que haga algo? -le pregunto a Dylan.

Estaba sentado junto a la cana del timon, tambien relajado, pero parecia estar mas alerta que ella. Los dos llevaban vaqueros, camisetas y zapatillas de deporte.

– Pense que no habias navegado antes.

– Cierto.

– Entonces, ?como sabrias que hacer?

– Supongo que tu me lo dirias. En realidad no quiero hacer nada, solo estaba siendo educada.

– No te molestes. Pareces estar a gusto ahi sentada. Disfruta del viaje.

– Si insistes… Eso hare.

Hizo lo que le ordeno, y se hundio mas aun en los cojines. El aire salado era un perfume punzante y el suave balanceo del barco de vela, por extrano que pareciera, le hacia sentirse a salvo.

– Pense que pasaria miedo -dijo, manteniendo los ojos cerrados-, pero es agradable.

– Tenemos muchos chalecos salvavidas, lo comprobe antes de que zarparamos.

– Eres muy organizado. Creo que eso me gusta.

Molly cambio de postura hasta quedar tumbada boca arriba, mirandolo. Apoyo la cabeza en el brazo. La vela mayor, como Dylan la habia llamado, aguantaba firmemente la brisa.

– Dime una cosa. ?Como un corredor y disenador de motos como tu sabe tanto sobre vela?

– Una mujer con la que salia estaba obsesionada con este deporte -sonrio-. Saliamos todos los fines de semana. Toda su familia hacia vela y me enseno todos los trucos. La relacion no funciono, pero me aficione a navegar. Salgo en barco siempre que puedo aunque, en los dos ultimos anos, no tantas veces como yo hubiera querido. Si viviera mas cerca del mar, me compraria un barco. Tal vez mas adelante.

– Deben de haber sido una tonelada.

– ?De barcos?

– No, de mujeres.

– No he sido un santo, pero tampoco un mentecato.

Habia tenido al menos tres novias formales antes de salir con Janet, pero podrian haber sido mas. Habia pasado parte de los ultimos diez anos participando en carreras de motociclismo. Apostaba a que habia tenido mujeres a raudales, sobre todo tratandose de el. No solo porque era el tipico hombre alto, moreno y peligroso, sino porque tambien era inteligente y divertido. Una combinacion irresistible, y la prueba era que ella sentia un amor platonico por el.

– ?Cuantas? -le pregunto.

– ?Molly! No puedo creer que me lo preguntes.

Ella tampoco, pero ya que lo habia hecho, queria saber.

– Vamos, Dylan, ?que importa si me dices la verdad? Somos amigos, ?no? Los amigos comparten informacion.

– No esa clase de informacion.

– ?Vamos, por favor! ?Cuantas? -Molly se incorporo y se inclino hacia el.

– No voy a hablar de mi pasado contigo.

Parecia serio, pero Molly vio el brillo en sus ojos.

– ?Cincuenta? ?Cien?

– Menos que cien.

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