– ?Va todo bien?

– Si -asintio Molly-. Todavia no hay mensaje.

Queria preguntarle si eso era bueno o malo, pero no tenia derecho y no queria molestarla. Deseo poder acercarse a ella y estrecharla en sus brazos. Aquello haria que los dos se sintieran mejor. Pero antes de que pudiera pensar si ella agradeceria aquel gesto, Molly se acerco a la mesa de la cocina.

– ?Estas listo para seguir con nuestra partida de cartas? Se que estaba ganando – Molly le brindo una fugaz sonrisa mientras hablaba, pero luego Dylan vio la tristeza en sus ojos.

El dolor. El miedo. Se acerco a ella y le toco el hombro.

– Molly, deja que te ayude.

– No puedes hacer nada -dijo moviendo la cabeza-. Ojala pudieras, pero tengo que superar esto yo sola.

– ?Es sobre Grant o tu trabajo?

Molly no lo miro a los ojos.

– ?Por que no seguimos jugando? -susurro-. Lo mejor que puedes hacer es ayudarme a olvidar. Eso es realmente lo que quiero hacer, fingir que nada de esto me esta pasando.

Sabia que no estaba hablando de su viaje sino de su problema. Queria insistir para que se lo contara todo, pero no lo hizo. En cambio, le ofrecio una silla y se sento en el lado opuesto de la mesa. Si jugar a las cartas la ayudaba a olvidar, entonces, haria eso por Molly. Haria cualquier cosa, hasta no volverle a preguntar que iba mal.

Capitulo 8

– Era un viejo sedan. No tenia mucha potencia -dijo Dylan, y sonrio al recordarlo-. Primero rehice el sistema de escape, lo abri para que el motor pudiera respirar. Podias oir como se acercaba a tres manzanas de distancia. Luego jugue un poco con el motor. Le di mas potencia.

– ?Por que? -pregunto Molly-. Creia que la senora Carson te caia bien.

– Si, por eso hice cambios en su coche. Ella no tenia dinero, asi que no le cobre nada. Hasta le compre las piezas yo mismo -su sonrisa se disipo-. Cuando mis padres estaban demasiado borrachos para prepararme la comida o incluso preocuparse por mi cuando llegaba a casa, la senora Carson me cuidaba. Estaba pendiente de mi, y si salia hasta muy tarde, me reganaba. Una vez se puso tan furiosa que crei que iba a pegarme -se encogio de hombros-. Claro que ni siquiera tenia metro y medio de estatura, y dudo que llegara a pesar cuarenta kilos. Aun asi, verla en jarras mientras me sermoneaba desde el ultimo peldano del remolque bastaba para que me entrara el panico.

– Me alegro de que alguien cuidara de ti -dijo Molly.

Dylan la miro. Paseaban juntos por la playa. Acababan de cenar y estaban viendo la puesta de sol.

– Casi tenia diecisiete anos, podia cuidar de mi mismo.

– No se trata de eso -le dijo Molly-, todos podemos cuidar de nosotros mismos, pero no deberiamos tener que hacerlo todo solos. Me alegro de que pudieras contar con ella, y de que te preocuparas por ella tu tambien. Aunque destrozaras su coche.

– No lo destroce, lo mejore -levanto las manos en gesto de protesta-. Reconozco que aumente la potencia del motor, pero perdia aceite y lo arregle, y le di un repaso a todo el coche. Le cambie los amortiguadores y rote los neumaticos. Lo cierto es que, cuando acabe con el, casi podia volar. A ella le encanto. Se lo adverti, pero no me escucho. Dos dias despues, vino a casa toda orgullosa y emocionada. A los sesenta y cuatro anos de edad, por fin le habian puesto una multa por exceso de velocidad. Cualquiera habria dicho que habia ganado el primer premio en un concurso de belleza.

– ?Quieres decir que se alegraba por la multa?

– Sonreia de oreja a oreja.

Molly puso los ojos en blanco.

– Lo peor de todo esto es que en el fondo quiero creerte.

– Reconozco que de nino era un poco salvaje -dijo Dylan-, pero no era malo. No me meti en muchos lios, al menos, no tantos como creia todo el mundo.

– Eras el chico de moda -Molly hizo una pausa y senalo la arena-. ?Te parece bien aqui?

– Claro.

Se dejo caer en la arena y Dylan tomo asiento a su lado. Molly doblo las rodillas para acercarlas a su pecho y rodeo las piernas con los brazos.

– Ya lo creo que lo eras -dijo, retomando la conversacion-. Eras la tentacion de todas las chicas bonitas. Todas estabamos platonicamente enamoradas de ti. Incluso yo.

Lo dijo con naturalidad. Dylan espero a ver si se daba cuenta de lo que acababa de reconocer. Lo hizo. Se puso rigida y se cuadro de hombros.

– Lo que queria decir es… -se quedo sin voz.

– ?Si? -Dylan no podia ocultar el tono placentero en su voz.

– Bueno, ya sabes -concluyo timidamente.

– No, no lo se. Me gustaria conocer los detalles.

Molly lo miro.

– Apuesto a que si. Pero si lo hubieras sabido entonces, te habrias muerto de la risa.

– No digas eso, no es cierto -sin pensarlo, Dylan le toco la mejilla-. Me habria sentido halagado. Siempre me has caido bien, Molly.

– Si, pero no era mas que la hermana pequena de Janet.

– Pero eras alegre y divertida y me gustaba estar contigo.

Se habia dejado el pelo suelto aquella noche y ondeaba suavemente al viento. Queria tocar aquellos mechones para comprobar si eran tan suaves como parecian. Queria enredar los dedos en sus rizos y acercar su rostro para besarla.

– Nunca estuviste interesado por mi.

– Pensaba que eramos amigos. Ademas, solo tenias diecisiete anos.

– Estas siendo amable y te lo agradezco -repuso Molly, apoyando la barbilla en las rodillas-, pero la verdad es que no me viste nunca como alguien especial. No te culpo -dijo rapidamente, antes de que pudiera interrumpirla-. La adolescencia no me favorecio. Era el patito feo.

– Ahora eres un hermoso cisne.

– Buena replica -Molly levanto las cejas-. No es cierta, pero es bonita. Conozco mis limitaciones. Soy un pato decente. No soy fea, pero tampoco un cisne -se dio unas palmaditas en las caderas-. Un pato muy orondo, pero puedo abrirme paso por el lago.

Dylan no habia mentido al decirle que era un hermoso cisne, pero tenia la sensacion de que no iba a creerlo. Tambien queria decirle que le gustaban sus curvas. Si, no era a lo que estaba acostumbrado, pero no podia dejar de pensar en ellas. Habia algo muy acogedor en su cuerpo, una esencia femenina que lo atraia.

– En cambio, tu estabas fabuloso en el instituto.

– Exageras un poco. Pero algunas de las cosas que antes me importaban ya no me importan.

– ?Como que?

– Me preocupa menos cuanto tiempo voy a tardar en llevarme a una chica a la cama. He aprendido que esperar es muy beneficioso. Quisiera creer que todavia no he vivido los mejores anos de mi vida.

– Espero poder decir lo mismo.

Molly parecia relajada al hablar, pero Dylan sintio la tension en su cuerpo. Tenia la mandibula apretada y su sonrisa era un poco forzada. Estuvo a punto de preguntarselo. Abrio la boca y empezo a formar las palabras, pero no pudo. No solo porque no queria husmear en su vida sino porque de repente tuvo miedo. No de Molly, sino de su secreto. Asi que volvio a un tema que pudiera distraerlos a los dos.

– Cuentame mas cosas del amor platonico que sentias por mi -le dijo.

Molly se echo a reir y la tension se disipo.

– ?Que te gustaria saber?

– Todo. Empieza por el principio y habla lentamente. ?Tenias un diario en el que apuntabas todas las

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