pareja. Grant ascenderia en el bufete, seguramente se convertiria en uno de los socios. Podrian enviar a sus hijos a una escuela privada. Dylan siempre seria el nino rebelde del barrio pobre de la ciudad. Su negocio era prospero, pero no era un ejecutivo. Teniendo eleccion, se pondria una chaqueta de cuero negra.
Molly habia ido a el porque lo necesitaba, pero ya no seguia necesitandolo.
Metio la primera marcha y se alejo calle abajo. Lo ultimo que vio fue como Grant le hacia pasar al vestibulo del edificio.
Capitulo 15
Molly se quedo quieta hasta que dejo de oir el ruido de la motocicleta de Dylan, luego se desembarazo del brazo de Grant. Estaba tan aturdida, y no queria tener aquella conversacion con el. Por desgracia, no se le ocurria ninguna excusa para despacharlo. Tal vez fuera mejor asi. Podrian terminar de una vez.
– Vine a verte anoche, pero no estabas -dijo Grant. Su tono era desenfadado, pero noto su irritacion.
– Ya te lo he dicho, estaba fuera.
Al llegar a la puerta de entrada de su apartamento, le tendio la caja de rosas y saco su llavero.
– Permiteme -le dijo, y sonrio.
Molly hizo una mueca. Se habia olvidado de que le habia dado la llave de su apartamento. Tampoco la usaba mucho. Grant raras veces pasaba la noche con ella y su trabajo en el bufete hacia que Molly estuviera en casa mucho antes de que el apareciera. Tal vez habia sido un gesto simbolico, pensado para hacerles sentirse unidos. En aquel momento probablemente habia funcionado, pero ya se sentia cansada y molesta.
Entraron en el apartamento. La sala de estar estaba exactamente como la habia dejado hacia dos semanas. Una vecina habia recogido su correo y se lo habia dejado en la mesa de la cocina, podia ver el monton de cartas desde donde estaban.
Grant se volvio hacia ella, le puso las manos en los hombros y la beso. Seguramente habia querido besarla en la boca, pero Molly volvio la cabeza y sintio el roce de sus labios en la mejilla. Cerro los ojos y trato de sentir algo placentero y familiar en aquel contacto, pero en lo unico en que podia pensar era en lo mucho que le costaba respirar. Dylan se habia ido de verdad.
– Asi que -dijo Grant, dejando las llaves en el mostrador que dividia el comedor de la sala de estar para tomar la caja de rosas-, has estado fuera unos dias.
Vio como buscaba un jarron. Encontro uno en la balda superior de la despensa, abrio la caja y empezo a colocar las rosas. Eran hermosas. De color rojo oscuro y olorosas.
– Si, necesitaba algo de tiempo para pensar. He tenido muchas cosas en la cabeza -le senalo las flores-. Son muy bonitas, gracias.
Grant siguio colocando las rosas. Los ojos de Molly se posaron en sus llaves. Sin pensarlo, dejo la bolsa en el suelo, tomo el llavero de Grant y empezo a separar la llave de su apartamento del resto. Solo tardo un segundo en sacarla y metersela en el bolsillo. Grant ni siquiera se dio cuenta.
Cuando termino de organizar el jarron, lo llevo a la sala de estar y lo coloco en la mesa auxiliar. Luego se sento en el sofa y dio una palmada en el espacio que habia a su lado.
Molly se acerco y se sento en el extremo opuesto del sofa. Grant no se dio por aludido. Se acerco hasta ella y tomo sus dos manos. Tenia los ojos castanos, de un color indefinido, neutro. Se dijo que estaba mal compararlo con Dylan, porque no tenian nada que ver. Que extrano que los dos hubieran tenido un gran peso en su vida.
– Se lo que estas pensando -dijo Grant.
– Lo dudo.
La miro con su mirada de lechuza, como si estuviera haciendo grandes esfuerzos por parecer razonable.
– Estas pensando que voy a molestarme por tu amigo de la moto. Reconozco que no me dio buena impresion, pero confio en ti, Molly. Siempre lo he hecho. Eres una mujer maravillosa y no puedo creer lo estupido que he sido -Molly trato de soltarse, pero el la sujeto con mas fuerza-. Fue asi -continuo-. Estaba trabajando en un caso muy importante. Ya sabes que mi trabajo es muy estresante. Se que lo entiendes. Ademas, tu y yo nos habiamos estancado en la rutina.
Abrio la boca para protestar pero no sabia que decir. No, no podia estar tratando de echarle la culpa a ella, ?verdad?
– ?La rutina? -consiguio decir.
– Si, siempre haciamos lo mismo. No es culpa de nadie, estas cosas pasan. Entre eso y las horas de trabajo, bueno, yo…
Se quedo mirandolo, esperando oir una excusa. Al ver que se quedaba callado le dijo:
– Te largaste con tu secretaria. Se suponia que estabamos comprometidos y te fuiste con otra mujer. Eso es mas que rutina, Grant. Es el Canon del Colorado.
– Ya veo que estas molesta -Grant se removio en su asiento.
– Y tanto que si. Te fuiste sin avisar. Me llamaste desde el hotel para decirme lo que habias hecho. Hasta llamaste a cobro revertido. Eres un canalla egoista y sin corazon, y los dos lo sabemos.
– Esta bien -Grant se puso en pie y la miro-. Te vas a poner sentimental. No importa. Yo puedo razonar por los dos. Reconozco que mi comportamiento fue inadecuado, no debi haberme ido con ella. Pero no voy a aceptar toda la culpa. Es muy joven y bonita. No hacia mas que intentar seducirme y un dia deje de resistirme. Fue un error.
Estaba tan tranquilo que Molly no sabia si reir o empezar a tirarle objetos a la cabeza.
– Ahorrate los detalles -le dijo.
Siguio explicando como el viaje a Mexico habia sido un arrebato. Cuando empezo a describir las playas de arena blanca, lo silencio. Aquello no iba a llevarlos a ninguna parte.
– ?Que pretendes, Grant? -le pregunto, interrumpiendolo a mitad de frase. Grant parpadeo, luego senalo las flores con un gesto de la mano.
– Yo diria que es evidente. Tenemos que restablecer nuestra conexion emocional. La intimidad y la confianza han salido perjudicadas.
Se habia ido con su secretaria de veintidos anos y consideraba que su relacion habia salido perjudicada. ?Que haria falta para destruirla? Vio como se movia por la estancia, como si estuviera en un tribunal. El era el abogado defensor y ella… Bueno, no estaba segura de su papel en toda aquella charada. Grant era razonablemente atractivo, pero no podia imaginarse amandolo. Ya no, ni nunca. ?Que habia sido? ?Una conveniencia? ?Otra forma de acomodarse, de no esperar demasiado para que si lo perdia no le doliera tanto?
– ?Me amas? -le pregunto.
– Molly, ?como puedes preguntarme eso?
– Porque quiero saberlo. ?Me amas?
– Eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida. Habiamos hablado de tener hijos juntos.
– Esa no es una respuesta. ?Por que no estas con tu secretaria ahora mismo? ?Que ocurrio en el paraiso?
Grant tuvo la verguenza de sonrojarse.
– Es muy joven.
– ?Y?
Se aclaro la voz, luego hundio las manos en los bolsillos de su pantalon. Molly se dio cuenta de que estaba trajeado y que era mediodia. Habia salido del trabajo para ir a hablar con ella. Increible. Luego miro el reloj y comprendio que era su hora del almuerzo.
– No teniamos tanto de que hablar -reconocio.
– Entiendo.
– Tendrias que estar contenta -le dijo-. Me he dado cuenta de que ha sido una estupidez antes de que estuvieramos casados y pudiera haberte hecho dano.
De modo que pensaba que no le habia hecho dano. Por extrano que pareciera, tenia razon.
– ?Como sabias que no estaba en el trabajo? -pregunto.
Despues de todo, el se habia ido y ella no habia tenido oportunidad de decirle que la habian despedido.
– Me pase por tu oficina el viernes. Tu jefe me dijo que te habias tomado un par de dias libres. Tambien