– Eso es porque eres muy bonita.
– Si, claro. Tu eres mi hermana, tienes que hablar bien de mi. Pero Dylan no, asi que supongo que decia la verdad. Es tan bueno y amable. No se por que acepto a venir conmigo, pero le estare agradecida el resto de mi vida.
– No se lo dijiste, ?verdad?
Molly cerro los ojos. Alli estaba, la verdad de la que habia estado intentando esconderse. Le habia dicho a Dylan que lo amaba. Suponia que en el fondo habia confiado en que iria a buscarla. Que se presentaria en su motocicleta y la llevaria con el.
Pero esas cosas no ocurrian en la vida real. Dylan no era la clase de hombre que se comprometia con una mujer, y probablemente se alegraba de sentirse libre otra vez.
– Prometi que no me arrepentiria de nada, asi que, si, se lo dije. No se ha puesto en contacto conmigo desde entonces. No importa – dijo enseguida, y luego miro por la ventana a los arboles que habia en el jardin-. Me ayudo a pasar unos momentos muy duros para mi. Tengo los recuerdos y la fuerza. Es suficiente.
– ?Lo es? -pregunto su hermana.
– Tiene que serlo. Asi que de momento, estoy pensando en lo que quiero hacer. Durante la proxima semana tomare algunas decisiones. Tal vez acepte la oferta de trabajo o tal vez encuentre otro. He estado pensando en volver a estudiar y hacer un master.
– Tienes razon -suspiro Janet-. Tienes que decidirte. Siento haberte presionado.
– Yo no lo siento. Me recuerda que te preocupas por mi y te lo agradezco.
– Llamame en un par de dias y hazme saber lo que haces, ?de acuerdo?
– Te lo prometo.
Se despidieron y colgaron el telefono. Molly agradecia que su hermana estuviera preocupada, pero ella no lo estaba. La respuesta le vendria pronto. Tenia fe y paciencia. Tambien tenia la satisfaccion de saber que no lamentaba nada de lo que habia pasado con Dylan. Si, habria sido maravilloso que el hubiese querido quedarse, pero eso no podia controlarlo. Habia hecho lo posible. Conocia la diferencia entre no renunciar sin luchar y darse de cabezazos contra una pared. Si la deseaba, sabia donde encontrarla. Al menos, por el momento.
Dylan colgo el telefono y miro con enojo aquel instrumento ofensivo. Su abogado lo estaba presionando para que tomara una decision. La oferta de la multinacional de motociclismo era mas que justa, era generosa. No habia razon por la que decir que no. Ninguna, salvo que no le parecia bien.
Claro que en las dos ultimas semanas nada le habia parecido bien. Habia aprendido lo sombrio y frio que podia ser el mundo cuando no tenia a Molly para que le aportara su luz y calor. La echaba de menos. La deseaba y la necesitaba. Se hallaba en un estado terrible, porque por mucho que lo intentara, no podia olvidar los dias que habian pasado juntos. Los recuerdos lo acosaban, impidiendole dormir, comer o trabajar. Evie le habia dicho el dia anterior que, si no cambiaba de actitud rapidamente, se iria. Ni siquiera podia echarle la culpa. Habia estado desahogandose con todo el mundo.
No era solo porque echase de menos a Molly, tambien lamentaba que la hubiese dejado sin decirle la verdad. Que la amaba. Si, el, que nunca habia amado a nadie antes.
No estaba seguro de cuando habia ocurrido. Todavia no estaba seguro de creer en el amor, excepto que no habia otro modo de describir sus sentimientos por ella. Molly llenaba sus pensamientos. En diferentes momentos del dia se preguntaba que estaria haciendo. Queria estar con ella. Queria pasar el resto de su vida tratando de conocerla por completo. Queria aprender sus cambios de humor, descubrir los misterios que la convertian en una persona tan maravillosa. Queria tocarla y abrazarla. Queria hacer el amor con ella noche tras noche, hasta que la pasion fuera un amigo familiar que los mantuviera en calor hasta el amanecer.
Pero… siempre pero. No tenia derecho a inmiscuirse en su vida. Habia tomado sus decisiones. Tenia un trabajo y tenia a Grant. No iba a presentarse y a perturbar todo aquello. No queria hacerle dano por nada del mundo.
Ojala tuviera algo que ofrecerle, algo de valor. Pero solo era un crio que habia crecido en un remolque. No sabia como ser un padre o un marido. No sabia como amar, solo sabia que la amaba. Preferia echarla de menos que lastimarla en ningun sentido. Asi que no se ponia en contacto con ella, a pesar de que anhelaba oir su voz y ver su sonrisa. El era el que habia querido que no perdieran el contacto, pero no podia limitarse a ser amigo suyo. Era un cobarde.
Contemplo su despacho y todo por lo que habia luchado. Antes era una fuente de orgullo, pero ya no le veia el sentido. Sin Molly, no tenia nada. Se puso en pie y tomo su chaqueta, luego salio a la entrada del edificio. Evie le lanzo una mirada cautelosa.
– ?Vas a alguna parte? -pregunto, tratando de no parecer esperanzadora. Con el fuera del edificio, todo el mundo recuperaria el buen humor.
– Estare fuera el resto del dia -asintio. Hizo un ademan en direccion al telefono-. Llama a mi abogado y dile que firmare.
– ?Vas a vender la compania? -dijo Evie con ojos muy abiertos.
Dylan sabia que no se preocupaba por su trabajo. Habia hablado de la oferta con sus empleados y sabian que tenian asegurados sus puestos.
– Si. No se por que, pero he perdido la motivacion para llevarla a mi manera. Sera lo mejor para todos.
Acto seguido, se fue. Tenia la moto aparcada delante del edificio. Habia estado conduciendola desde que volviera de pasar quince dias con Molly. Arranco el motor y se dirigio a la autovia. Tal vez no tenia derecho a ponerse en contacto con ella directamente, pero eso no queria decir que no pudiera preguntar por ella.
Una hora despues entro en un aparcamiento subterraneo. Despues de ponerle el candado a la moto, subio a la vigesimo primera planta para tener una breve charla con el prometido de Molly.
La recepcionista lanzo una mirada a su chaqueta negra de cuero y fruncio el ceno. Cuando dijo que no tenia cita, su expresion se volvio aun mas cautelosa. Dylan suspiro y saco su tarjeta. La leyo dos veces y luego su rostro se suavizo y le dio una sonrisa de bienvenida.
– Senor Black, me alegro de conocerlo. Mi hermano participa en carreras de motociclismo y tiene dos de sus motos de encargo. Por favor, tome asiento mientras intento hacer hueco en la agenda para hacerle pasar.
Lo condujo a un comodo sillon, le ofrecio cafe y galletas y todas las publicaciones desde revistas de deportes hasta prensa del corazon. Ah, el precio de la fama.
La recepcionista desaparecio para hacer sus malabarismos. Quince minutos despues, lo conducia al despacho de Grant.
El astuto abogado no se molesto en levantarse de detras de su enorme escritorio de madera, ni expreso ninguna sorpresa por la interrupcion de Dylan. En cambio, se recosto en su ostentoso sillon de cuero y alzo sus cejas de color castano claro.
– ?Que puedo hacer por usted, senor Black?
Dylan no habia planeado que decirle al prometido de Molly. Para ser sincero consigo mismo, queria meterle el miedo en el cuerpo y advertirle de que, si volvia a enganarla, el mismo en persona se aseguraria de que sus correrias terminaran de una vez por todas.
– Molly es muy especial. Quiero asegurarme de que lo entiendes.
Grant se puso en pie y miro a Dylan como si se hubiera vuelto loco.
– ?Especial? ?Eso crees? -el desprecio impregnaba su voz y casi se estremecio-. No se por que has venido, pero si te ha enviado ella para convencerme para que le de una segunda oportunidad, olvidalo. Le di a Molly la oportunidad de volver conmigo y la rechazo.
– ?Molly no te perdono? -repuso Dylan, tratando de asimilar sus palabras.
Grant se encogio de hombros.
– Por fortuna, por lo que a mi respecta. Como ya le dije, no tendre ningun problema en sustituirla. De hecho, ya tengo citas con dos mujeres distintas este fin de semana. Pero ella lo lamentara. Los hombres como yo no aparecen todos los dias. Para empezar, no es muy bonita, y despues de haber tenido ese problema en el pecho… -se estremecio-. No se que habria sido peor, si el cancer, o acabar desfigurada.
Dylan reacciono sin pensar. Mas tarde se dijo que agredir fisicamente a un abogado no era muy inteligente, pero en el fondo no le importaba. Merecia la pena que aquel canalla lo demandara.
Se acerco a donde Grant estaba de pie, echo el brazo hacia atras y le dio un punetazo en la cara. Mientras el hombre permanecia en estado de