– Entiendo. ?Quieres que hagamos un viaje juntos pero no quieres pasar la noche en mi casa? Tiene sentido.
– Vaya -Dylan tenia razon. Molly sintio como se ruborizaba-. Supongo que estas en lo cierto. Entonces, gracias, acepto tu invitacion.
Al menos, echaria un vistazo a su mundo. ?Que aspecto tendria su casa? ?Que haria…? Estaba a punto de darle un mordisco a la hamburguesa cuando se detuvo bruscamente y la volvio a dejar sobre el plato. Se le quedo la boca seca al darse cuenta.
– No se me ha ocurrido preguntartelo -tartamudeo-. No estaras casado o algo por el estilo, ?verdad? No es importante para el viaje, pero no quiero causarte problemas.
En realidad, estaba mintiendo. Si Dylan estaba casado, no querria ir a ninguna parte con el, pero reconocerlo pareceria extrano, como si tuviera un plan romantico secreto.
– Si estuviera casado, no habria accedido -le dijo-. Acabo de salir de una relacion, asi que no son necesarias las explicaciones. No tienes que preocuparte, jovencita… vivo en una casa normal. No encontraras ningun monstruo en el armario.
Su sonrisa bromista fue como un directo en el estomago. Casi grito de terror. No le aliviaba que no estuviera casado, y no iba a enamorarse de el. De ningun modo. Ya tenia bastantes cosas en que pensar en su vida para anadir una mas.
Aclarado aquello, terminaron de comer. Dylan robo una servilleta limpia del bolsillo de la camarera cuando paso a su lado y dibujo un mapa.
– Esta es la oficina -dijo, indicandole un pequeno recuadro que habia dibujado en la servilleta-. El camino a la casa parece complicado, pero en cuanto estes en la carretera es bastante sencillo. La mayoria de las veces solo se puede girar en un sentido -le explico los detalles, saco su llavero del bolsillo del pantalon y extrajo una de las llaves-. Ten. Confio en que no huyas con la vajilla de plata de la familia.
Molly cerro la mano alrededor del pequeno objeto de metal. Todavia estaba caliente del contacto con su cuerpo.
– Gracias, Dylan -le dijo-. Tanto por tu disposicion a acompanarme como por la confianza. No te decepcionare.
– Si pensara que fueras a hacerlo -repuso el, encogiendose de hombros-, no te daria la oportunidad. Ademas, he visto ese pequeno coche que conduces. Podria alcanzarte en menos que canta un gallo.
– No lo dudo.
Molly contemplo sus anchos hombros, que casi sobresalian por debajo de las costuras de su camisa. Era muy corpulento. ?Como seria ser tan fuerte y no tener miedo de que alguien te hiriera? Era algo que los hombres daban por hecho.
– ?Nos vamos? -le dijo, haciendo ademan de levantarse.
– Todavia no hemos pagado.
– Me lo cargan directamente a mi cuenta. La pago cada mes.
– ?Y que pasa con nuestro acuerdo? ibamos a pagarlo todo a medias.
– Jovencita, tienes razon -repuso Dylan-. Me debes diez dolares.
– Eso esta mejor -rio Molly.
Saco el billete de su cartera y se lo dio.
Fuera del restaurante, el cielo estaba despejado. En Los Angeles habia una combinacion de nubes bajas y niebla. Mas alla del restaurante, habia espacios abiertos. La ciudad de Riverside era mas bien rural y el condado se extendia hasta Arizona. Se sentia como si estuviera a miles de kilometros de su casa, en lugar de a solo noventa y cinco.
– Volveremos a la oficina para que puedas recoger tu coche -le dijo mientras le abria la puerta del Mercedes-. Asi podras ir a casa a descansar durante la tarde. Si eres una mujer tipica, tendremos que tener una charla sobre el equipaje.
– Me ofende la insinuacion -dijo Molly, tratando de no pensar en la enorme maleta que llenaba su maletero.
– Voy a darte una bolsa de tela y nada mas.
– No iras a comportarte como un tirano, ?verdad? -pregunto Molly, todavia sin saber a donde queria llegar con todo aquello. ?Que le importaba cuantas maletas llevara y por que queria que utilizara una de las suyas?
– Estoy siendo practico -le toco la punta de la nariz y sonrio-. No vamos a llevarnos el coche para nuestra aventura. Iremos en una de mis motos.
Molly recordo al instante que aquel era Dylan, y lo recordo salvaje y vestido de cuero negro sobre una motocicleta. Abrio los ojos con sorpresa, y la imagen fue tan poderosa que no pudo decir palabra. Lo unico que pudo hacer fue reir de puro deleite.
Dylan observo como Molly se alejaba en su coche y luego se volvio hacia su oficina. Al oir como se alejaba el ruido del motor, se dijo que debia entrar, que necesitaba hacer miles de cosas, pero se quedo alli de pie, contemplando las colinas pardas y la tierra seca y desertica.
No podia creer que le hubiera dado a una desconocida la llave de su casa y le hubiese dejado ir alli ella sola. Hasta Molly se habia sorprendido por su ciega confianza. ?En que habia estado pensando?
Lo cierto era que no habia estado pensando en absoluto. Su instinto le decia que podia fiarse de Molly, y eso habia hecho. Resultaba extrano, considerando que no habia confiado nunca en nadie. ?Que veia en ella? ?Era el pasado en comun, o tal vez la vulnerabilidad de su mirada? Algo habia reclamado su consuelo o proteccion.
Despacio, se dijo. Ya sabia que no debia fantasear sobre las mujeres. Solo buscaban lo que podian sacar de un hombre, fuese un buen rato en la cama o una vida de seguridad economica. La vida le habia ensenado bien aquella leccion, y eso hacia que sus motivos para confiar en Molly fueran aun mas sospechosos. Excepto que no creia que quisiera nada de el. No podia decir por que lo sabia, pero se habia comportado como si asi fuera. Tal vez los anos lo estaban volviendo senil. La realidad era que todo el mundo queria algo, incluso Molly.
Una vez recuperada su filosofia claramente cinica, entro en el edificio. Evie estaba sentada detras de su mesa y lo miraba con curiosidad.
– ?Y bien? -pregunto, sin pretender parecer sutil-. ?Quien era y que queria?
Dylan se apoyo en la mesa.
– Una vieja amiga, la conozco desde hace anos. Salia con su hermana mayor.
– Ah, eso lo explica todo -Evie arrugo la nariz-. Estoy segura de que es buena chica y todo eso, pero no es tu tipo. Quiero decir, que tiene el pelo rizado y eso podria ser interesante, pero es muy normalita y esta un poco gordita.
– No es normalita -Dylan se enderezo, y la irritacion confirio fuerza a su voz-. Janet fue siempre la belleza de la familia, pero Molly tiene muchos rasgos bonitos. Y no es gordita, solo tiene curvas -fruncio el ceno y espero a que Evie lo contradijera.
Ni siquiera queria pensar por que sentia la necesidad de defender a Molly. Tal vez fuera porque era una de esas personas de buen corazon. Y que si no tenia una belleza tradicional, tenia otras cualidades que Dylan admiraba.
– Perdona -dijo Evie, levantando las manos en senal de rendicion-. Solo estaba un poco sorprendida, eso es todo. Suelen perderte las mujeres con tipo de modelos. Creo que es estupendo que busques algo mas que una cara bonita.
– No estoy buscando nada -gruno-. Somos amigos, nada mas.
– Ya lo se -dijo Evie, y se removio con incomodidad-. Siento haber dicho algo que no debiera.
– No, la culpa es mia. Yo… -?que le estaba pasando? ?Por que le parecia mal todo de repente?-. Estare en mi despacho, le dijo, y se dirigio a la parte de atras del edificio.
Se estaba reblandeciendo, eso era. Menos mal que iba a irse de viaje, podria aprovechar el tiempo para aclarar sus ideas.
Al disponerse a trabajar, sintio un leve hormigueo en el estomago. Despues de unos minutos, fue capaz de identificarlo como expectacion. Dylan, que normalmente detestaba cualquier cosa que lo apartara de su trabajo, estaba deseoso de tomarse unos dias libres.