edad y al que ni siquiera conoce? Seguro que la has educado mejor.

– ?Como? -se sorprendio Daphne-. Yo no la he educado, no es mi hija.

– Como si lo fuera.

Daphne jamas le habia hablado a nadie de ello, pero, para ella, en el fondo de su corazon, Brittany era como su hija y Murat lo habia entendido inmediatamente.

– Date cuenta de que, por mi posicion, se lo que es que todo el mundo espere cosas de ti. A mi no me han permitido olvidarme de mis responsabilidades ni un solo dia.

– Supongo que, sabiendo que algun dia vas a ser rey, no te puedes permitir el lujo de cometer errores.

– Exacto. Por eso precisamente entiendo que hayas tenido que hacer lo que otros querian, incluso cuando eso significaba no hacer lo que tu corazon te dictaba.

– Yo nunca he accedido a sus presiones, siempre he hecho lo que he querido y ellos me han castigado por ello. No solamente mis padres sino tambien mis hermanas. Para todos ellos yo no existo.

Murat la miro a los ojos y Daphne se dio cuenta de que estaba encantada de estar entre sus brazos, lo que era una locura porque aquel hombre era su enemigo. Claro que, en aquellos momentos, no le parecia tan mala persona.

– Existes para mi -le dijo Murat.

Ojala aquello fuera verdad, pero Daphne sabia que no lo era, asi que, haciendo un esfuerzo, se aparto de el.

– No digas eso porque no es cierto.

– ?Por que dices eso? Te he elegido como mi esposa.

– Y me pregunto por que. Yo creo que solamente lo haces porque eres un hombre testarudo que se quiere salir con la suya, pero tu nunca me has querido.

– Te recuerdo que hace diez anos te pedi que te casaras conmigo.

– ?Y que? Si me hubieras querido de verdad, no me habrias dejado marchar, pero no te importo que me fuera. Me fui y nunca viniste a buscarme para preguntarme por que.

Capitulo 5

Murat dejo a Daphne y volvio a su despacho. A pesar de que tenia una reunion concertada, le dijo a su secretaria que no queria que lo molestaran y cerro la puerta.

La estancia era grande y abierta, como correspondia al principe heredero de una nacion tan rica. La zona de conversacion consistia en tres sofas colocados junto a grandes ventanales y la mesa de conferencias tenia espacio para dieciseis personas.

Murat paso de largo ante los muebles y fue directamente al balcon que daba a un jardin privado.

El aire olia a primavera, pero Murat lo ignoro, asi como a los pajaros que cantaban; se quedo mirando el horizonte y recordo el pasado.

Asi que Daphne no sabia por que no habia ido tras ella cuando lo habia abandonado. ?Por que iba a salir corriendo detras de una mujer? Aunque se le hubiera ocurrido hacerlo, lo que no habia ocurrido, no hubiera podido.

Si Daphne hubiera querido seguir manteniendo contacto con el, tendria que haberle pedido perdon de rodillas por haberle hecho lo que le habia hecho.

Daphne deberia saberlo pues procedia de una familia que estaba acostumbrada al poder y que sabia como funcionaba. Murat sabia que su familia estaba encantada con la boda y lo habia sorprendido sobremanera que Daphne se opusiera a sus deseos.

Murat se giro y recordo lo que habia sucedido aquel dia. Su padre fue la persona que le dijo que Daphne se habia ido. Inmediatamente, el rey le dijo que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para que volviera, pero Murat se habia negado porque no estaba dispuesto a ir tras ella por medio mundo.

Si Daphne queria irse, que se fuera.

Solo era una mujer.

Seria muy facil sustituirla.

Ahora, con el paso del tiempo, admitia que Daphne era diferente a cualquier otra mujer. Por eso, jamas habia podido sustituirla. Por supuesto, habia conocido a otras mujeres, habia hecho el amor con ellas e incluso se habia enamorado, pero nunca habia querido casarse con ninguna.

Murat se pregunto que tenia Daphne que la hacia tan diferente.

Era una mujer atractiva y sensual, pero Murat habia conocido a mujeres mucho mas bellas, asi que no era porque fuera mas guapa que ninguna. Aunque Daphne era una mujer muy inteligente, Murat habia conocido a otras mujeres versadas en asuntos tecnicos y cientificos que lo habian dejado con la boca abierta. Daphne era divertida y encantadora, pero Murat habia conocido a otras mujeres asi.

?Que combinacion de cualidades tenia aquella mujer que la convertia en la elegida?

Murat entro en su despacho y recordo lo que habia sucedido cuando Daphne se habia ido. No se habia permitido sufrir, habia prohibido a la gente que hablara de ella y habia hecho como si Daphne jamas hubiera existido.

Y ahora habia vuelto y se iba a casar con el.

Murat se sento, abrio un cajon de su mesa y saco una caja roja de la cual extrajo un diamante. Aquel anillo habia sido un regalo de uno de sus antepasados al gran amor de su vida, una concubina a la que habia sido fiel durante mas de treinta anos y con la que se habia casado cuando su esposa de conveniencia, la reina, habia muerto.

Segun contaba la leyenda, aquel anillo era magico.

Aquel habia sido el anillo que Murat habia elegido para Daphne diez anos atras.

Murat se dijo que aquello no eran mas que tonterias, guardo el diamante de nuevo y llamo al joyero real para que aquella misma tarde le llevara varios anillos para escoger.

El anillo de compromiso de Daphne seria un anillo sin historia ni significado.

Y sin magia.

Daphne se paso toda la manana considerando sus opciones. Murat se habia ido sin decirle nada, negandose a admitir que no se iban a casar y sin haber contestado a como era posible que su hermana y la prensa se hubieran enterado tan rapido de su compromiso.

Obviamente, habia sido el quien se lo habia contado, asi que ?por que no lo admitia?

Daphne se dijo una y otra vez que era imposible que la obligaran a casarse con Murat, pero no sabia si eso era asi en aquel pais.

Daphne iba a tener que mostrarse muy firme si queria evitar que la boda siguiera adelante. Casarse con aquel nombre seria un desastre de proporciones monumentales, asi que tenia que romper aquel compromiso como fuera.

Tenia que confeccionar un plan, para lo cual iba a necesitar mas informacion, pero ?como conseguirla?

– Hola, ?hay alguien en casa?

Daphne, que estaba en el jardin, se giro al oir una voz femenina y entro corriendo en el haren.

– Hola -dijo una vez en el salon.

Habia tres mujeres esperandola, tres mujeres guapas, vestidas muy elegantes y sonrientes. Dos eran rubias y una, pelirroja. Una de las rubias, una mujer menuda con pelo corto y un cuerpo maravilloso, dio un paso al frente.

– Somos el contingente basico de princesas y hemos venido a hablar con la prisionera -sonrio-. Es broma. Por supuesto, no estas prisionera.

Eres la mujer que se va casar con Murat, asi que somos casi familia. Soy Cleo, la mujer de Sadik.

Vaya, ya he vuelto a presentarme como la mujer de alguien, a ver si me acostumbro a no hacerlo -anadio poniendo los ojos en blanco.

– Desde luego, Cleo, esa forma de hacer las cosas no ayuda en absoluto a las mujeres -bromeo la otra rubia, que era un poco mas alta y llevaba unas sandalias con un tacon elevadisimo a pesar de estar embarazada.

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