del que saco un monton de documentos y papeles.
– Senorita Snowden, el principe Murat me ha informado que la boda tendra lugar dentro de cuatro meses, asi que disponemos de muy poco tiempo. En cualquier caso, le he traido unos cuantos documentos historicos para que se informe usted de las bodas que se han celebrado en este pais antes que la suya. Tambien he confeccionado una lista con sugerencias sobre las flores y otros asuntos relacionados. Puede que algunas de mis ideas le parezcan obsoletas a una mujer joven y moderna como usted, pero aqui en Bahania tenemos una historia, una historia larga y honorable que tenemos que respetar.
– No va a celebrarse ninguna boda -le espeto Daphne disfrutando de la expresion de terror del senor Peterson.
– ?Como ha dicho?
– He dicho que no me voy a casar con Murat.
– Querra usted decir el principe Murat.
Teniendo en cuenta que, en teoria, era la prometida del susodicho, ?como se atrevia aquel hombrecillo a corregirla?
– Principe o no principe, no me voy a casar con el.
– Entiendo.
– Muy bien. Pues, si entiende eso, entienda tambien que no hay ningun motivo por el que usted y yo tengamos que tener esta conversacion. Le agradezco mucho que haya venido a visitarme. Hasta luego – lo despidio Daphne con la esperanza de que el hombre se fuera.
Por supuesto, no fue asi.
– El principe Murat me ha dicho que…
– Ya supongo lo que le habra dicho, pero se equivoca. No va a haber boda. He dicho que no me voy a casar con el. ?Le ha quedado claro?
El senor Peterson agarro un boligrafo y una hoja de papel en blanco.
– Creo que deberiamos hablar de la lista de invitados. Me han dicho que proviene usted de una familia numerosa y distinguida. ?Sabe cuantos familiares suyos van a venir?
Daphne suspiro comprendiendo que el senor Peterson habia decidido ignorarla y seguir adelante.
– No tengo ni idea -contesto tan contenta.
– ?Le importaria confeccionarme una lista de invitados cuando lo supiera?
– Si, si me importaria. No voy a darle ninguna lista.
– No tendre mas remedio que ponerme en contacto con su madre.
– Muy bien, haga lo que quiera -contesto Daphne poniendose en pie-. Perdone, pero tengo que dejarlo porque tengo que solucionar este tema de una vez por todas.
A continuacion, se dirigio a la puerta, que estaba abierta para que el senor Peterson pudiera irse cuando quisiera. Daphne la abrio. Los dos guardias que habia fuera se sorprendieron al verla y Daphne aprovecho el momento de confusion para salir corriendo por el pasillo.
Ante ella habia unos ascensores y tuvo la suerte de que uno de ellos estaba alli. Una vez dentro, pulso el boton de la segunda planta y observo con placer como las puertas se cerraban en las narices de los guardias.
De momento, habia conseguido escapar.
Al llegar a la segunda planta, salio del ascensor y se apresuro a encaminarse hacia el ala del palacio donde se encontraban los despachos administrativos.
Al llegar a un amplio vestibulo, Daphne no supo hacia donde ir, asi que se acerco a un recepcionista.
– ?El principe Murat?
– ?La esta esperando?
En ese momento, Daphne escucho pasos apresurados en la distancia.
– Soy su prometida -contesto en tono cortante.
Inmediatamente, el hombre dio un respingo.
– Si, por supuesto, senorita Snowden. Tiene que seguir usted el pasillo de la izquierda. Hay dos guardias en la puerta del despacho del principe, asi que es facil localizarlo. Si quiere, la acompano.
– No hay necesidad -contesto Daphne caminando aprisa en la direccion que el hombre le habia indicado.
Al llegar frente al despacho de Murat, vio que uno de los guardias se llevaba la mano al auricular que tenia en el oido, como si estuviera recibiendo instrucciones.
– Voy a entrar y no me lo vais a poder impedir -anuncio Daphne con resolucion.
Al instante, los dos hombres fueron hacia ella enarbolando sus armas.
– No creo que al principe le hiciera ninguna gracia que me matarais.
Daphne volvio a oir pasos apresurados por el pasillo.
?La iban a atrapar!
– ?Murat! -grito cuando uno de los guardias la asio del brazo.
Murat aparecio en la puerta.
– ?Que pasa aqui? -se extrano-. Soltadla inmediatamente -anadio al ver que su escolta personal habia apresado a su prometida.
Daphne aprovecho para correr a refugiarse detras de el.
– ?Y el senor Peterson? -le pregunto Murat.
– No nos hemos llevado muy bien -contesto Daphne-. Lo unico que queria era que hablaramos de la boda y yo ya le he dicho que no va a haber ninguna boda, asi que no ha sido una conversacion muy agradable para ninguno de los dos.
Murat la tomo de la mano y la llevo a su despacho.
– Quedate aqui -le dijo-. Ahora vuelvo.
Dicho aquello, se fue a hablar con la guardia.
Una vez a solas, Daphne se fijo en que estaba en una estancia preciosa desde la que se veian los jardines.
– De momento, estas a salvo -anuncio Murat al volver-. Voy a ir hablar con mi equipo de seguridad. No deberian haberte dejado escapar.
– Diez puntos a mi favor -contesto Daphne.
– Me parece interesante que, siendo libre, hayas venido corriendo a mi.
– Obviamente, he venido aqui porque quiero hablar contigo. Murat, tenemos que hablar de la boda. No puedes hacerme esto.
– Creo que lo mejor sera que hablemos dando un paseo a caballo por el desierto, asi que ve a cambiarte de ropa.
– ?Y si no quiero?
– Claro que quieres.
Daphne recordo los paseos que habian dado diez anos atras por el desierto, el olor de la brisa, el movimiento del caballo y la belleza del entorno.
– Si, si quiero, pero no me gusta nada que te creas que sabes lo que quiero en todo momento.
– Se lo que quieres en todo momento. Ahora, ve a cambiarte de ropa. Te recojo dentro de media hora.
– ?Eso quiere decir que me puedo pasear por el palacio con total libertad?
– Claro que no -sonrio Murat.
Capitulo 7
Daphne se acomodo en la silla de montar y respiro hondo. Habia pasado mucho tiempo al aire libre en los jardines del haren, pero por alguna razon la vida le parecia mucho mejor y mucho mas brillante ahora que estaba sentada sobre un caballo a punto de entrar en el desierto.
Tenia mil razones para seguir estando enfadada con Murat. Para empezar, por supuesto, que seguia manteniendola prisionera e insistiendo en que se iban a casar, pero, por extrano que pareciera, ahora mismo