?Y una cama!

– Dime adonde vamos -dijo Daphne al cabo de una hora cabalgando-. ?Estamos siguiendo una ruta especifica?

– Si -contesto Murat-. Este camino lleva a hacia el norte, hacia la antigua Ruta de la Seda. No vamos a ir tan lejos, simplemente nos vamos a adentrar en el desierto.

La Ruta de la Seda. Daphne habia oido hablar de ella y siempre le habia apasionado. ?Cuanta historia habia en Bahania! ?Cuantos tesoros por explorar!

– ?Vamos a acampar en un oasis?

– Si, todas las noches hasta que lleguemos a…

– ?Adonde?

– Nos dirigimos a un lugar muy misterioso. He pensado que te gustaria volver a ver a mi hermana Sabrina.

– ?Tu hermana vive en el desierto?

– Si, con su marido. Mi otra hermana, Zara, tambien.

– Zara. Si, se que es la hija de la bailarina, la chica estadounidense que se entero de que era hija de un rey hace unos anos.

– Exacto. Esta casada con un jeque americano que se llama Rafe y que es jefe de seguridad.

– ?De que?

– Eso es secreto. Me tienes que prometer que jamas se lo contaras a nadie -contesto muy serio.

– Sabes que me quiero ir.

– Hemos dicho que no ibamos a hablar de eso.

– El hecho de que no hablemos no quiere decir que no sea asi, pero te prometo que jamas traicionare al pueblo de Bahania ni a ti.

Murat asintio como si no esperara menos de ella.

– ?Has oido hablar de la Ciudad de los Ladrones?

Daphne se quedo pensativa.

– Es un mito, como la Atlantida, una preciosa ciudad situada en mitad del desierto que sirve de santuario a las personas que roban. Se supone que alli estan algunos de los tesoros mas increibles del mundo que nunca han aparecido. Joyas, cuadros, estatuas, tapices. Si un pais ha perdido algo de gran valor en los ultimos mil anos, probablemente este en la Ciudad de los Ladrones.

– Todo eso es cierto.

– ?Como?

– Si, la ciudad existe.

– ?Me estas diciendo que es una ciudad de verdad con edificios y gente?

– Si, es una ciudad asentada alrededor de un castillo que se construyo en el siglo XII. Las edificaciones son de arena del desierto, lo que les permite estar completamente camufladas en el entorno y no ser visibles desde el cielo ni desde una cierta distancia. Cuando nos estemos acercando, nos alejaremos del grupo.

– No me lo puedo creer -comento Daphne emocionada.

– Sabrina es toda una experta en antiguedades. Gracias a su influencia, varias piezas han sido devueltas a los paises de los que provenian. Si te apetece, te acompanara a dar una vuelta por ahi.

– Claro que me apetece. ?Cuando llegamos?

Aquello hizo reir a Murat.

– No tan rapido. Primero, tenemos que llegar al corazon del desierto y situarnos en el limite del mundo conocido.

– Nunca he estado en un lugar asi.

– Te va a gustar.

Capitulo 11

Aunque a Daphne no le hacia ninguna gracia la manera en la que Murat se habia casado con ella y no le gustaba nada que la mantuviera en Bahania contra su voluntad, debia admitir que aquel hombre sabia viajar bien.

Junto a ellos, que iban a caballo acompanados de varios camellos, viajaban varios vehiculos en los que se transportaba todo lo necesario para vivir de lujo en el desierto, desde muebles a alfombras y servicios de plata.

Aquel primer dia comieron rapidamente mientras los caballos bebian agua y descansaban un poco, pero Murat le habia prometido que aquella noche cenarian en condiciones en cuanto el campamento estuviera montado.

Tambien le habia dicho que, poco a poco, se les irian uniendo miembros de tribus nomadas y asi fue. A media tarde, el numero de viajeros se habia triplicado y habia familias con pequenos rebanos de camellos y cabras y varios jovenes con carros.

– Es increible la cantidad de gente que quiere viajar contigo -comento Daphne.

– No es por mi sino por ti -sonrio Murat-. Yo he venido al desierto muchas veces y jamas se ha formado una caravana tan grande. Toda esta gente ha venido porque quiere conocer a su futura reina.

Daphne se sintio halagada y culpable a la vez. Estaba encantada de conocer a toda aquella gente interesada en ella, pero no le hacia ninguna gracia que pensaran que iba a ser la esposa de Murat para siempre.

– Tus ojos te delatan y en ellos veo que estas deseando conocer a aquellas personas que todavia no conoces y por las que ya sientes una inmensa ternura. ?Por que no te planteas abrir tu corazon tambien a tu marido?

– Lo haria si mi marido se hubiera molestado en ganarse mi afecto en lugar de haberme obligado a hacer algo que yo no queria hacer.

En lugar de mirarla apenado o enfadado, Murat sonrio encantado, algo que Daphne no entendio.

– Es la primera vez que me llamas asi.

– ?Como?

– Te has referido a mi llamandome «mi marido».

Que tipico de Murat oir unica y exclusivamente lo que le interesaba.

– No te emociones tanto. No lo he dicho con buenas intenciones.

– Pero es la verdad. Estamos casados y puede que incluso mi hijo este creciendo en estos momentos en tus entranas.

– Yo no me haria demasiadas ilusiones.

Daphne aspiro el dulce aire del desierto. Los sonidos que la rodeaban la hacian feliz. Las risas de los ninos, los cascabeles de los arneses de los caballos y de los camellos, el trino de los pajaros…

Como de costumbre, la inmensidad de la Naturaleza la hizo sentirse pequena y, a la vez, parte de algo mucho mas grande.

– Hace muchos anos que mi gente no tiene reina -comento Murat al cabo de un rato.

– Pues dile a tu padre que se vuelva a casar – contesto Daphne.

– Ha tenido cuatro esposas y varios grandes amores. Yo creo que el prefiere tener sus relaciones sin llegar a casarse.

– Como cualquier hombre, ?no?

Murat la miro con dureza.

– ?Tu crees que yo soy asi? ?Acaso no me aceptas porque temes que me vaya con otras? Te aseguro que no tengo interes en estar con otra mujer. Tu eres mi esposa y eres la unica mujer con la que quiero compartir mi cama.

De haber sido diferentes las circunstancias, aquel dato la hubiera hecho muy feliz, pero Daphne no queria creerse nada de lo que Murat le dijera.

– De momento.

– Para siempre -rebatio Murat -. Soy el principe heredero Murat de Bahania y mi palabra es ley. Te prometo

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