Daphne se llevo la mano a la tripa y se pregunto si se habria quedado embarazada porque la noche anterior Murat y ella habian hecho el amor varias veces y ninguna con proteccion.

Daphne decidio que habia llegado el momento de entender realmente lo que habia sucedido. Aunque quisiera seguir casada con Murat, tenia que conseguir que el principe entendiera que no se podia salir siempre con la suya, que si queria que su matrimonio fuera feliz y duradero, tenia que asumir que las decisiones las tomaban los dos y tenia que comprometerse a no volver a obligarla a hacer nada que ella no quisiera.

En cualquier caso, quedarse embarazada era la peor solucion, asi que Daphne se dijo que iba a tener que evitar compartir la cama con Murat, lo que no le iba a resultar nada facil porque aquel hombre hacia el amor con una magia maravillosa.

Tenia que ser fuerte.

Daphne se aseo y se vistio. Murat le habia comentado algo de que aquel dia habia una reunion tribal y que tenia que ver a los jefes de nomadas y Daphne habia accedido a acompanarlo.

Expresamente para la ocasion, le habian dejado preparado un vestido de encaje y una pequena diadema de diamantes y oro.

Daphne se quedo mirandola. Sabia que Murat era el principe heredero y que algun dia seria rey, pero nunca habia pensado en ella como en la futura reina. Ahora, mirando la corona, sintio el peso de varios miles de anos de historia sobre ella.

Daphne se cepillo el pelo con cuidado hasta que le parecio que brillaba, se coloco la corona sobre la cabeza asegurandose de que estuviera recta y, cuando estuvo preparada, salio de la tienda, donde la esperaba uno de los hombres de confianza de Murat.

– Buenos dias, princesa Daphne -la saludo el hombre haciendole una reverencia-. Los juicios estan a punto de empezar. Por favor, acompaneme.

Hacia una manana maravillosa y clara y el campamento estaba casi vacio, pero Daphne se fijo en que habia una carpa enorme en la que cabian facilmente mil personas y alli fue precisamente adonde se dirigieron.

Al verla entrar, Murat fue hacia ella y la tomo de la mano.

– Vamos a empezar -sonrio.

Daphne recordo entonces las maravillosas sensaciones de la noche anterior y se dijo que debia decirle cuanto antes a Murat que aquello no podia volver a suceder, pero decidio que aquel no era ni el momento ni el lugar.

Lo siguio hasta dos pequenos tronos situados en un estrado. A su izquierda estaba el tribunal tribal y frente a ellos varias filas de personas sentadas. En el centro habia un hombre mayor que parecia el maestro de ceremonias.

Aquel hombre leyo un documento antiguo en un idioma que Daphne no pudo reconocer, pero Murat le habia contado la noche anterior lo que iba a hacer. Por lo visto, por la manana revisarian casos de delincuentes y Murat tendria la ultima palabra sobre su sentencia mientras que, por la tarde, habria peticiones.

Tras escuchar el caso de varios robos, Murat absolvio a dos de los acusados por creer que los habian acusado en falso y sentencio a un tercer hombre a seis meses de prision por haber robado unas cabras.

A Daphne le parecio una medida desproporcionada, pero Murat le explico que robarle a una familia del desierto su pequeno rebano de cabras era como condenarlos a morir porque corrian el riesgo de morir de hambre antes de poder salir del desierto o de llegar a otro campamento. Ademas, no podrian acarrear sus posesiones y tendrian que dejarlas atras. Los ninos mas pequenos no tendrian leche para comer. Robar era una cosa muy seria en el desierto y Daphne entendio a la perfeccion el castigo.

A continuacion, llevaron a un hombre de casi treinta anos acusado de haber robado junto con otros dos complices veinte camellos de una familia. Los dos complices era la primera vez que pasaban por el tribunal, pero el jefe era la tercera, asi que tenia antecedentes. Para colmo, en la huida habian matado a uno de los animales que se habia quedado rezagado, algo que entre la gente del desierto ya constituia en si mismo un delito imperdonable.

Murat escucho a ambas partes y se giro hacia el tribunal.

– Cadena perpetua -dijeron sus miembros.

El criminal dejo caer la cabeza sobre el pecho.

– Tengo dos hijos y soy viudo.

Murat asintio y mando llevar a los ninos a su presencia. Entraron en la estancia un chico de unos catorce anos que llevaba de la mano a una nina mucho mas pequena. El chico lloraba sin parar mientras que la nina parecia confusa, como si no entendiera lo que estaba sucediendo.

– Aqui tenemos a los dos hijos del ladron – dijo el principe mirando a los alli reunidos.

Se hizo un momento de silencio y, a continuacion, un hombre alto de unos cuarenta y pocos anos se puso en pie y avanzo hacia el estrado.

– Yo me hago cargo de ellos -anuncio.

Murat permanecio en silencio.

– Doy mi palabra de que los tratare como si fueran mis propios hijos. El chico podra ir a la universidad si quiere.

Daphne miro al hombre y enarco las cejas.

– Y la chica tambien -prometio el hombre.

– Muy bien -murmuro Daphne.

Murat asintio complacido, pero todavia no habia dado su beneplacito, asi que el hombre llamo a alguien y una nina de unos once anos se puso en pie y avanzo hacia ellos.

– Es mi hija pequena, la hija a la que mas quiero -explico el hombre-. La entrego a la tutela del principe para asegurar el bienestar de los dos chicos que me llevo.

La nina lo miro horrorizada.

– Papa…

– No pasa nada, carino. Todo ira bien -le aseguro su padre acariciandole la cabeza.

Murat se puso en pie.

– El acuerdo me parece bien. Los hijos del ladron entraran en una familia nueva y sus pasados seran olvidados. Su vida estara limpia y no cargaran con la culpa de su padre.

Dicho aquello, se acerco a Daphne, le tendio la mano, que ella acepto, y ambos salieron de la carpa por la parte trasera.

– No entiendo por que ese hombre ha entregado a su hija.

– Porque es el seguro de que tratara bien a los otros dos. El tribunal hace examenes periodicos para asegurarse de que los hijos de ladrones entregados a otras familias son tratados bien. Si no fuera asi, se los quitarian y tambien perderia a su hija. Es la manera de asegurarse de que ese hombre cuidara a esos ninos como si fueran suyos de verdad, y lo digo muy en serio. Esos ninos jamas tendran el estigma de ser los hijos de un ladron -le explico Murat mientras iban hacia su tienda-. Solemos actuar asi con los hijos de los delincuentes para darles una oportunidad ya que ellos no son culpables por las decisiones erroneas que tomaron sus padres. En cualquier caso, conozco al hombre que se va a quedar con los hijos de este delincuente y se que es un buen hombre. Han tenido suerte.

Al entrar en su tienda, Daphne comprobo que la comida los estaba esperando. Murat la ayudo a sentarse y se sento frente a ella. Al cabo de unos segundos, una chica joven les sirvio la comida.

– ?Y esta tarde? -pregunto Daphne.

– Esta tarde cualquier persona que lo desee podra acercarse a nosotros para que mediemos en algun contencioso.

– Supongo que tardaras un monton de tiempo con eso.

– No te creas. Tengo fama de ser muy duro y solamente los mas valientes se atreven a pedir mi consejo.

– ?Eres un hombre justo?

– Cuando el destino de mi gente esta en mis manos, te aseguro que no me tomo la responsabilidad a la ligera. Escucho a ambas partes e intento encontrar la mejor solucion para todos los involucrados.

Daphne se dio cuenta de que Murat no era lo que ella creia, no era un hombre amable y compasivo solo cuando las cosas fueran como el queria, sino que era un hombre que queria ser un buen lider y una buena persona.

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