que cumplire mi voto de lealtad hacia ti hasta el dia de mi muerte.
Daphne se sintio de repente muy mal por dudar de el y por un momento se pregunto si estaba siendo imbecil por resistirse a el. Si, era cierto que se habia casado con ella en contra de su voluntad, pero no la estaba maltratando.
?Un momento! ?Es que acaso un matrimonio feliz era aquel en el que no habia maltrato? ?Y el amor y el respeto? ?Y aquello de tratarse mutuamente con dignidad? Por no hablar de que, despues de haber actuado asi, lo mas probable era que Murat continuara ignorando su opinion y sus deseos durante toda la vida.
– No te preocupes, tengo intencion de dejarte libre mucho antes de que mueras.
– Te burlas de mi sinceridad -contesto Murat.
– Te recuerdo que tu ignoras mis deseos mas profundos y sinceros.
– Yo no he intentado sobornarte en ningun momento.
Daphne no pudo evitar reirse.
– ?Y eso es bueno?
– Sabia que no aceptarias ningun soborno. Ofreciendote joyas o dinero no habria conseguido hacer que cambiaras de opinion.
– Por supuesto que no.
?Como era posible que Murat la conociera tan bien y se comportara como un perfecto imbecil con ella?
– Eres un hombre muy complicado.
– Gracias -sonrio Murat.
– No se yo si me lo tomaria a modo de cumplido.
– Por supuesto que es un cumplido. Eso asegura que jamas te aburriras a mi lado.
– Nos pelearemos constantemente.
– La pasion es sana.
– Si, pero demasiado rabia puede dar al traste con los cimientos de cualquier relacion.
– Yo no consentire que a nosotros nos suceda eso.
– A veces, uno no puede elegir.
– Yo siempre puedo elegir porque soy el principe…
Daphne lo interrumpio haciendo un gesto con la mano en el aire.
– Si, si, ya sabemos todos que eres el principe heredero bla, bla, bla. A ver si te buscas material nuevo.
Murat la miro estupefacto.
– ?Como te atreves a hablarme asi?
– ?Y quien te va a hablar asi sino yo? Soy tu esposa.
– Nadie puede hablarme asi. No esta permitido.
– Murat, algun dia seras un monarca estupendo, pero a ver si te sobrepones a ti mismo de una vez.
Murat se quedo mirandola intensamente, echo la cabeza hacia atras y estallo en carcajadas.
Aquel sonido deleito a Daphne, quien se dio cuenta de que era la primera vez que lo escuchaba. Por supuesto, habia oido reir a Murat en otras ocasiones, pero no de aquella manera incontrolada y espontanea.
Obviamente, no era un hombre que permitiera que lo tomaran por sorpresa. En aquel momento, Daphne se dio cuenta de que ella podria ser la persona en la que Murat podria confiar absolutamente, la persona de la que podria depender, la persona que la ayudaria con sus cargas y que le daria un espacio seguro en el que descansar.
Daphne sintio que la necesidad se apoderaba de ella. Durante toda la vida habia querido formar parte de algo pues siempre se habia sentido diferente a su familia y, desde que se habia ido de casa, no habia encontrado a nadie a quien amar completamente.
Con Murat…
Murat era un hombre que tomaba lo que queria. Daphne penso en todas las citas que habia tenido con hombres que no llamaban cuando habian dicho que llamarian o que se sentian demasiado intimidados por su familia como para querer volver a salir con ella. En definitiva, hombres debiles.
Murat era muy fuerte. Tal vez, demasiado fuerte. Daphne se pregunto si habria algun punto intermedio y equilibrado y se pregunto que elegiria si tuviera que elegir una de las dos cosas.
«La fuerza», decidio.
– ?Que te parece? -le pregunto Murat pasandole una fuente de comida.
– Esta increible -sonrio Daphne-. Me siento como si estuviera en una pelicula.
Se encontraban rodeados por un mar de tiendas, estaba anocheciendo y habian encendido varias hogueras en las que se estaban preparando los mas variados alimentos, cuyos aromas llegaban hasta ellos mezclados con los del heno de los caballos.
Murat y ella cenaron a solas. Hacia una noche maravillosa y Murat estaba sentado frente a Daphne con aspecto de sentirse como en su casa en aquel entorno primitivo.
– ?Sueles venir mucho por aqui? -le pregunto Daphne.
– Cuando puedo.
– ?Venias cuando eras mas joven?
– Entonces, tenia un monton de cosas que hacer en palacio. Estudios, clases, atender a dignatarios que venian de visita, reuniones, pero, siempre que podia, me escapaba al desierto.
En aquel momento, uno de los guardias se acerco a informarlos de que una familia queria verlos y Murat y Daphne se pusieron en pie y los recibieron.
Llegaban discutiendo entre ellos. Por lo visto, el hombre insistia en irse mientras que la mujer insistia en quedarse.
– ?Que ocurre? -pregunto el principe.
– Venimos a implorar la ayuda de nuestra futura reina -contesto la mujer-. Tenemos una camella que esta a punto de dar a luz y el hombre que se encarga de estos tramites no ha venido con la caravana. La madre esta muy debil y corre riesgo de morir. Nos han dicho que usted entiende de animales. Por favor, ayudenos -gimio mirando a Daphne.
Daphne se fijo en que aquella gente, aunque iba muy limpia, llevaba la ropa remendada aqui y alla y supuso que no podia permitirse el lujo de perder un animal, asi que, aunque no sabia que marcaba el protocolo en un caso como aquel, decidio ayudar.
– Nunca he ayudado a traer al mundo a un camello, pero si tengo experiencia con vacas y caballos - contesto.
La mujer suspiro aliviada.
– Muchas gracias. Un millon de gracias, Alteza. Por favor, por aqui -le dijo guiandola a toda velocidad.
Daphne la siguio despojandose de su ropaje tradicional, que le entrego a Murat. Para cuando llegaron a donde esperaba el animal, Daphne lucia su camiseta de algodon y sus vaqueros, que quedaron completamente manchados despues del nacimiento del pequeno.
Tres horas despues, el pequeno camello se esforzaba por tenerse en pie y su madre se acerco a ayudarlo.
Daphne los observo encantada.
– Impresionante -comento Murat a su lado-. Has actuado con mucha seguridad.
– De algo me tenian que servir mis estudios y mis practicas -contesto Daphne estirandose-. No sabia que estuvieras por aqui. Es muy tarde.
– Queria ver lo que pasaba -contesto Murat pasandole el brazo por los hombros y guiandola fuera de las cuadras-. Mientras estabas trabajando, he estado hablando con los ancianos de la tribu. Por lo visto, la madre de esos chicos ha muerto y el padre esta enfermo. Son tres hermanos que se encargan del pequeno rebano de la familia y necesitaban desesperadamente al nuevo camello.
– Menos mal que no lo sabia mientras estaba ayudando porque trabajar bajo tanta presion no me gusta nada.
– Si el camello o su madre hubieran muerto, yo los habria compensado por ello. En cualquier caso, no ha sido necesario. Gracias a ti, esa gente puede seguir viviendo de su rebano.
Lo habia dicho con orgullo, algo que sorprendio a Daphne. Sus padres nunca habian valorado su profesion.