En privado sufren intensamente. La mayoria llevan gruesas prendas intimas porque padecen constantes perdidas de orina. ?No has oido nunca la expresion «Apestas como un eunuco»?

– ?Como lo sabes? -le pregunte.

– ?Me case con uno, por el amor del cielo! Las perdidas averguenzan al hombre en demasia. Mi marido era muy comprensivo con los malos tratos y el sufrimiento, pero eso no le impedia ser violento y celoso. A todo el mundo le deseaba una tragedia.

No le conte a mi familia lo que me proponia porque era consciente de que tenia una posibilidad entre un millon. A la manana siguiente fui al juzgado local antes de acudir al trabajo. Estaba nerviosa, pero decidida. Anuncie mi proposito al guardia y me condujeron hasta un despacho del fondo. Era una habitacion grande. Las columnas, mesas y sillas estaban envueltas con una tela roja. Un hombre barbudo vestido con una tunica roja se sentaba tras un gran escritorio de madera roja. Sobre la mesa habia un pedazo rectangular de seda amarilla; era una copia del decreto imperial. Me acerque al hombre y me arrodille, declare mi nombre y edad, le dije que mi padre pertenecia al clan Yehonala y que habia sido el ultimo taotai de Wuhu.

El hombre de la barba me examino con la mirada.

– ?No tienes mejores ropas? -me pregunto tras un severo escrutinio.

– No, senor.

– No me permiten que deje entrar a nadie en el palacio con aspecto de pordiosero.

– Bueno, ?me permite preguntarle si estoy cualificada para entrar? Si usted me da un si, senor, encontrare la manera de mejorar mi aspecto.

– ?Crees que me molestaria en malgastar palabras si no te encontrara cualificada?

– Bien -dijo mi madre algo aliviada-, acabo de decirle a tu tio que Botella tendra que esperar hasta que el emperador te examine.

– Tal vez para entonces a nuestro tio le haya atropellado una carreta o Botella haya muerto de una sobredosis de opio -dijo Kuei Hsiang.

– Kuei Hsiang -le increpo Rong-, no maldigas asi a la gente. Al fin y al cabo, nos han dado cobijo.

Siempre me ha parecido que Rong es mas juiciosa que Kuei Hsiang. Eso no quiere decir que Rong no estuviera asustada. Toda su vida fue delicada y asustadiza. Trabajo unos dias en un bordado y de repente lo dejo, diciendo que veia como le cambiaban los colores. Llego a la conclusion de que debia de rondar un fantasma, le entro panico e hizo trizas el bordado.

– ?Por que no estudias, Kuei Hsiang? -le pregunte a mi hermano-. Tienes mas oportunidades que Rong y que yo. El examen para la administracion publica imperial se celebra cada ano. ?Por que no lo intentas?

– No tengo lo que se necesita -fue la respuesta de Kuei Hsiang.

Hermana Mayor Fann estaba sorprendida de que hubiera pasado el examen de acceso en la oficina de la casa imperial. Cogio una vela y estudio mis rasgos.

– ?Como no me di cuenta? -Me hizo ladear la cabeza a derecha e izquierda-. Ojos vivarachos en forma de almendra, parpados alineados, cutis liso, nariz recta, una hermosa boca y un cuerpo esbelto. Debian de ser las ropas las que ocultaban tu belleza.

Fann bajo la vela y se cruzo de brazos. Caminaba por la habitacion como un grillo en un frasco antes de una pelea.

– No tendras este aspecto cuando entres en la Ciudad Prohibida, Orquidea. -Me puso la mano en los hombros y me dijo-:Ven, deja que te transforme.

En el vestidor de Hermana Mayor Fann, me converti en una princesa. Fann me demostro que su reputacion era cierta; quien en otro tiempo se encargara de vestir a la emperatriz me envolvio en una tunica de saten verde claro con bordados de faisanes blancos que parecian de verdad. Un ribete bordado engalanaba el cuello, los punos y el bajo de la prenda.

– Esta tunica me la dio su majestad como regalo de boda -me explico Hermana Mayor Fann-. Casi no me la he puesto, porque temia mancharla. Y ahora ya estoy demasiado vieja y gorda. Te la presto, y tambien el tocado a juego.

– ?No se dara cuenta su majestad de que era suya?

– No te preocupes -dijo Fann negando con la cabeza-. Tenia cientos de vestidos similares.

– ?Que pensara de este vestido?

– Que tienes el mismo gusto que ella.

Estaba emocionada y le dije a Hermana Mayor Fann que nunca se lo agradeceria lo bastante.

– Recuerda, la belleza no es el unico criterio de la seleccion, Orquidea -dijo Hermana Mayor Fann mientras me vestia-. Puedes perder porque eres demasiado pobre como para sobornar a los eunucos, que a su vez encontraran la manera de senalar tus defectos a sus majestades. Yo personalmente he asistido a semejantes ocasiones. Era tan agotador que finalmente todas las chicas me parecian la misma chica. Los ojos de sus majestades ya no registraban la belleza, por eso la mayoria de las esposas y concubinas imperiales son feas.

Tras interminables meses de espera, apenas podia contener mi nerviosismo. Dormia mal y me despertaba con horribles pesadillas. Luego la espera llego a su fin: al dia siguiente entraria en la Ciudad Prohibida para competir en la eleccion.

Nubes altas tapizaban el cielo y la brisa era calida mientras mi hermana y yo caminabamos por las calles de Pekin.

– Tengo la sensacion de que tu seras una de las doscientas concubinas, si no una de las siete esposas -dijo Rong-. Tu belleza es incomparable, Orquidea.

– Mi desesperacion es incomparable -la corregi.

Continue andando cogida fuertemente de su mano. Rong vestia una tunica de algodon azul claro con hombreras pulcramente cosidas. Ambas nos pareciamos en los rasgos, pero a veces su expresion traslucia su temor.

– ?Y si nunca llegas a pasar una noche con su majestad? -pregunto Rong, levantando las cejas hasta formar una linea en su frente.

– Es mejor que casarse con Botella, ?no crees?

Rong asintio.

– Te enviare de palacio las telas con los estampados de moda -le dije, intentando animarla-. Seras la muchacha mejor vestida de la ciudad. Tejidos exquisitos, lazos fabulosos, plumas de pavo real.

– No te apartes de tu camino, Orquidea. Todo el mundo sabe que la Ciudad Prohibida tiene reglas muy estrictas. Un movimiento en falso y podrian cortarte la cabeza.

Guardamos silencio el resto del camino. La muralla imperial parecia mas alta y mas gruesa. Aquella muralla nos separaria.

Capitulo 3

Desfilaba con los miles de muchachas elegidas de todo el pais. Despues de las primeras rondas de inspecciones, el numero disminuyo a doscientas. Yo me encontraba entre las afortunadas y ahora competia para convertirme en una de las siete esposas del emperador Hsien Feng.

Un mes antes, la delegacion de la casa imperial me habia enviado a someterme a un reconocimiento medico. El proceso me habria afectado de no haber estado preparada. Tuvo lugar en el sur de Pekin, en un palacio rodeado de un gran jardin cuidado. En otro tiempo la casa y los terrenos se habian empleado como palacio de vacaciones de los emperadores. En mitad del patio habia un pequeno estanque.

Conoci a muchas chicas cuya belleza no tengo palabras para describir. Cada doncella era unica. Las muchachas de las provincias del sur eran delgadas, con cuellos de cisne, largos miembros y pequenos pechos. Las muchachas del norte eran como la fruta madura; tenian pechos como calabacines y nalgas del tamano de una calabaza.

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