– Puedo asegurarle que su cocina no podria estar en mejores manos.

Nita le dirigio una mirada calculadora que no auguraba nada bueno.

– Ve y traeme el jersey rosa. Esta encima de la cama. Y no me toques el joyero. Si lo haces, lo sabre.

Blue asesto una punalada mental en el negro corazon de Nita y atraveso la recargada sala de la anciana para dirigirse al piso de arriba. Podia acabar el retrato en una semana y salir de alli pitando. Habia sobrevivido a cosas mucho peores que pasar unos dias con Nita Garrison. Era la manera mas rapida de salir del pueblo.

Todas las puertas que daban al pasillo del primer piso estaban cerradas menos una. Estaba todo mas limpio que abajo, aunque la alfombra rosa no habia visto una aspiradora en mucho tiempo y habia un buen punado de insectos muertos en el fondo del plafon del techo. La habitacion de Nita, empapelada en tonos rosas y dorados, tenia muebles blancos, y las cortinas rosas que colgaban en las ventanas le recordaron a Blue a una funeraria de Las Vegas. Cogio el jersey rosa de una silla de terciopelo dorado y lo llevo abajo atravesando la sala decorada en tonos dorados y blancos, donde habia un sofa de terciopelo, lamparas de cristal y moqueta rosa de pared a pared.

Nita la esperaba en la puerta, con los tobillos hinchados sobre unos zapatos ortopedicos Oxford; le tendio a Blue unas llaves.

– Antes de empezar a trabajar, tienes que llevarme a un sitio.

– Por favor que no sea al Piggly Wiggly.

Por lo visto Nita no habia visto nunca Paseando a Miss Daisy porque no entendio el chiste.

– En Garrison no hay Piggly Wiggly. No permito que se instalen las cadenas multinacionales. Si quieres el dinero, tienes que llevarme al banco.

– Antes de que la lleve a ningun sitio -dijo Blue-, llame a sus perros y ponga fin al boicot. Digales que vuelvan a trabajar en la granja de Dean.

– Mas tarde.

– Ahora. La ayudare a buscar los numeros de telefono.

Nita asombro a Blue por la poca resistencia que ofrecio, aunque le llevo una hora hacer las llamadas, durante la cual, le ordeno a Blue vaciar todos los cubos de basura de la casa, buscar sus Maalox antiacido, y bajar una pila de cajas a un sotano aterrador. Al final, sin embargo, Blue se situo detras del volante de un deportivo Corvette Roadster rojo que tenia menos de tres anos.

– ?Te esperabas un sedan azul de cuatro puertas, no? -Nita alzo la nariz en el asiento del pasajero-. O un Crown Victoria. El coche de una vieja.

– Esperaba un palo de escoba -mascullo Blue, observando el polvoriento salpicadero-. ?Cuanto tiempo lleva esta cosa sin salir del garaje?

– Ahora no puedo conducir por la cadera, pero pongo el motor en marcha una vez a la semana para que no se quede sin bateria.

– Deberia bajar la puerta del garaje mientras lo hace. En unos treinta minutos quedaria todo resuelto.

Nita chasqueo la lengua como si fuera a escupir fuego.

– ?Quien la lleva al pueblo? -pregunto Blue.

– El loco de Chauncey Crole. Conduce el taxi del pueblo. Pero siempre escupe por la ventanilla, y eso me revuelve el estomago. Su esposa dirigia el Club de Mujeres de Garrison. Me odian desde el dia en que llegue.

– Menuda sorpresa. -Blue giro y enfilo por la calle mayor del pueblo.

– Lo pagaron caro.

– Jureme que no se ha comido a sus hijos.

– ?Tienes un comentario sarcastico para todo? Dirigete a la farmacia.

Blue deseo haber contenido la lengua. Oir mas sobre la relacion de Nita con las buenas mujeres de Garrison habria sido una buena distraccion.

– Pense que iba al banco.

– Primero tienes que recogerme una receta.

– Soy artista, no una recadera.

– Necesito mi medicina. ?O traer la medicina de una anciana es demasiado trabajo para ti?

El estado de animo de Blue paso del abatimiento al sufrimiento.

Despues de parar en la farmacia -que tenia un letrero en el escaparate donde ponia que se hacian entregas a domicilio-, Nita la hizo entrar en un ultramarinos para comprar comida para perros y salvado, luego pararon en la panaderia para comprar magdalenas de nueces. Al final, Blue tuvo que esperar mientras a Nita le hacian las unas en la Peluqueria-Spa de Barb. Blue aprovecho el tiempo para comprarse una magdalena de nueces para ella y una taza de cafe, con lo que gasto sus ultimos doce dolares.

Quito la tapa del vaso de cafe y espero a que pasara una camioneta Dodge plateada para cruzar. Pero la camioneta no paso. Freno, y aparco delante de una boca de incendios. Se abrio la puerta y salieron un par de familiares botas de gay, seguidas por un par de piernas delgadas igual de familiares embutidas en unos vaqueros.

Tuvo una ridicula sensacion de vertigo antes de mirar con el ceno fruncido la brillante camioneta.

– No digas nada.

17

– ?Donde cono te has metido? -Dean llevaba un Stetson y unas gafas de sol de alta tecnologia con los cristales amarillos y la montura metalica. Varias horas antes, el habia sido su amante, pero ahora se habia convertido en un obstaculo en su camino. Desde el principio, le habia entregado pequenos retazos de si misma, pero la noche anterior le habia entregado una parte importante, y ahora tenia intencion de recuperarla.

Dean cerro la puerta de la camioneta con un portazo.

– Si querias montar en bicicleta esta manana, deberias haberme despertado. Pensaba salir a dar una vuelta de todas maneras.

– ?Esta camioneta es tuya?

– No puedes tener una granja sin tener una camioneta. -La gente comenzo a asomar la cabeza por los escaparates de las tiendas. La agarro del brazo y la apoyo contra el lateral de la camioneta-. ?Que estas haciendo aqui, Blue? Ni siquiera me has dejado una nota. Estaba preocupado.

Ella se puso de puntillas y le planto un beso rapido en esa mandibula beligerante.

– Tenia que venir al pueblo para mi nuevo trabajo, y no tenia ningun medio de transporte, asi que tome prestada la bici. Te la devolvere.

El se arranco las gafas de sol.

– ?Que nuevo trabajo? -Entrecerro los ojos-. No me lo digas.

Ella senalo con el vaso de cafe al deportivo Corvette descapotable de la acera de enfrente.

– No es un mal trato. Tiene un coche genial.

– No vas a pintar el perro de esa vieja.

– No tengo dinero suficiente ni para cubrir una de tus propinas en el MacDonald.

– Nunca he conocido a nadie tan obsesionado con el dinero como tu. -Se volvio a poner las gafas de sol-. Admitelo, Blue. Le das demasiada importancia al dinero.

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