Nita aparecio a sus espaldas y juntas partieron hacia la granja para la cena de los domingos. Dean y Riley hicieron hamburguesas en la parrilla y Blue se encargo del acompanamiento: frijoles con ensalada de sandia condimentada con menta y zumo de lima. No le habia dado el primer bocado a la hamburguesa, cuando Dean empezo a incordiarla para que le hiciera los murales, acusandola de ingratitud, de cobardia artistica, y alta traicion; cosas faciles de ignorar. Hasta que April metio baza.

– Se lo mucho que amas esta casa, Blue. Me sorprende que no quieras dejar tu impronta en ella.

A Blue se le puso la piel de gallina, y mientras todos se dedicaban a tomar otra racion, ella supo que tenia que pintar los murales. No solo para dejar su impronta en la casa como habia dicho April, sino que tambien queria dejar su huella en Dean. Los murales durarian anos. Cada vez que Dean entrara en esa habitacion, el se veria forzado a recordarla. Podia olvidar el color de sus ojos, incluso su nombre, pero mientras esos murales estuvieran en las paredes, no podria olvidarla a ella. Blue empujo la comida a un lado del plato, se habia quedado sin apetito.

– Vale, los hare.

A April se le cayo un trozo de sandia del tenedor.

– ?De verdad? ?No cambiaras de idea?

– No, pero recuerda que te lo adverti. Mis paisajes son…

– Mierdas sentimentaloides. -Apunto Dean con una sonrisa-. Lo sabemos. Enhorabuena, campanilla.

Nita levanto la vista de sus frijoles. Para sorpresa de Blue no protesto.

– Con tal de que me hagas el desayuno, y vuelvas a tiempo de hacerme la cena, no me importa lo que hagas.

– Blue se quedara ahora en la caravana -dijo Dean sin tapujos-. Sera lo mas conveniente para ella.

– ?No querras decir que es mas conveniente para ti? -replico Nita-. Blue es tonta, pero no estupida.

Blue podria haberselo rebatido. Pero no solo era tonta, era completamente estupida. Cuanto mas tiempo permaneciera alli, mucho mas le costaria luego marcharse. Lo sabia por experiencia, Bueno, tenia los ojos bien abiertos. Echaria muchisimo de menos a Dean cuando se fuera, pero se habia pasado toda una vida diciendole adios a la gente que le importaba, asi que ya deberia estar acostumbrada.

– No hay motivos para que sigas viviendo en ese mausoleo -dijo Dean la noche siguiente cuando cenaban en el Barn Grill-. No cuando vas a trabajar todos los dias en la granja. Se cuanto te gusta dormir en la caravana. Incluso te instalare un retrete portatil de Porta Potti para ti sola.

Ella queria quedarse en la granja. Queria escuchar el debil repiqueteo de la lluvia de verano sobre el techo de la caravana mientras se quedaba dormida, hundir los pies descalzos en la hierba mojada cuando saliera por la manana, dormir toda la noche acurrucada junto a Dean. Queria todo aquello que sabia que la torturaria cuando se marchara de alli.

Blue dejo la jarra de cerveza sobre la mesa sin haber bebido ni un solo sorbo.

– De ninguna manera pienso renunciar a que mi Romeo trepe por el balcon todas las noches en busca de su golosina preferida.

– Cualquier dia me partire la cabeza por catar esa golosina.

Eso no ocurriria. Sin que Romeo lo supiera, Julieta habia contratado a Chauncey Crole, que era el hombre para todo del pueblo, para reforzar la barandilla de hierro.

Syl aparecio de pronto en la mesa. Una vez mas queria conocer los progresos de Blue para convencer a Nita de que accediera al plan de mejora del pueblo. Por enesima vez, Blue intento convencerla de lo inutil de esa tarea.

– Si yo digo blanco, ella dice negro. Cada vez que intento hablar con ella del tema, empeoro las cosas.

Syl le birlo a Blue una patata frita y comenzo a mover el pie al ritmo de la cancion «Honky Tonk Badonkadonk» de Trace Adkins.

– Tienes que adoptar una actitud mas positiva, Blue. Diselo, Dean. Dile que nadie consigue nada sin una actitud positiva.

Dean le dirigio a Blue una mirada larga y penetrante.

– Syl tiene razon, Blue. Una actitud positiva es la clave del exito.

Blue penso en los murales. Pintarlos seria como mudar de piel, pero no de una manera natural como cuando uno se quema por el sol, sino de una manera dolorosa, como si la piel estuviera en carne viva.

– No puedes darte por vencida -dijo Syl-. No cuando todo el pueblo depende de ti. Eres nuestra ultima esperanza.

Cuando Syl se marcho, Dean paso un trozo de perca asada al plato de Blue.

– Las buenas noticias son que la gente esta tan ocupada dandote la lata que han dejado de prestarme atencion a mi -dijo el-. Ahora ya puedo comer tranquilo.

No mucho despues, Karen Ann arrincono a Blue en el aseo de senoras. En el Barn Grill ya no le servian alcohol, pero eso no habia mejorado su caracter.

– No se si lo sabes Blue, pero Mister Perfecto se esta tirando a todo el pueblo a tus espaldas.

– Ya lo sabia. De lo que no estoy tan segura es de si sabes que yo tambien me estoy tirando a Ronnie a tus espaldas.

– Gilipollas.

– Deberias intentar centrarte, Karen Ann. -Blue arranco una toalla de papel del dispensador-. Tu hermana fue quien te robo el Trans Am., no yo. Yo soy la que te pateo el culo, ?recuerdas?

– Solo porque estaba borracha. -Se apoyo una mano en la cadera huesuda-. ?Obligaras a esa vieja bruja a abrir el pueblo, si o no? Ronnie y yo queremos poner una tienda de cebos.

– No puedo hacer nada. ?Nita me odia!

– ?Y que mas da? Yo tambien te odio. Pero eso no quiere decir que debas hundirte en la miseria y dejarnos en la estacada.

Blue solto la toalla de papel mojada en las manos de Karen Ann y regreso a la mesa.

El ultimo dia de junio, Blue cargo sus utensilios de pintura en el asiento de atras del Vanquish de Dean, lo saco del garaje de Nita, y enfilo hacia la granja. En lugar de abandonar Garrison, iba a comenzar a trabajar en los murales del comedor. Se habia puesto tan nerviosa que no pudo desayunar y llevo todas las cosas adentro con el estomago revuelto. Simplemente con mirar las paredes en blanco, sentia que las manos se le ponian humedas y pegajosas.

Todos excepto Dean asomaron la cabeza por alli mientras hacia los preparativos. Incluso aparecio Jack. Blue lo habia visto media docena de veces en las ultimas semanas, pero aun se tropezaba con la escalera de mano cuando el andaba cerca.

– Lo siento -dijo el-. Crei que me habias oido llegar.

Ella suspiro.

– No habria servido de nada. Nunca dejare de ponerme en ridiculo en tu presencia.

El sonrio ampliamente y la abrazo.

– Genial -mascullo Blue-. Ahora no podre lavar esta camiseta en lo que me queda de vida, y era mi favorita.

Cuando el se marcho, ella pego algunos bocetos en las paredes para poder mirarlos mientras trabajaba. Con un carboncillo, comenzo a esbozar los contornos por las paredes: las colinas y el bosque, el estanque, un pasto recien segado. Cuando estaba delineando la cerca, oyo que se detenia un coche en

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