amiga, pero entre que estaba casada con Heath Champion, ese agente parasito suyo, y que acababa de nacer su segundo hijo, no podia dedicarle a el demasiado tiempo.

Ese mismo dia habia pensado un monton en Annabelle, puede que porque Castora tambien tenia fuertes convicciones y tampoco parecia interesada en impresionarle. Era extrano estar con una mujer que no le hacia insinuaciones. Por supuesto, el le habia dicho que era gay, pero ella habia averiguado que era una farsa hacia por lo menos doscientos kilometros. Bueno, a pesar de todo, ella habia intentado seguir con el jueguecito. Pero la pequena Bo Beep no podia jugar a su mismo nivel.

Blue se quedo boquiabierta cuando vio el hostal de tres pisos perfectamente iluminado. A pesar de todo lo que le habia exasperado hoy, el no estaba aun preparado para darle la patada. En primer lugar, queria que le pidiera dinero. En segundo lugar, habia sido una buena compania. Y ademas, no podia ignorar que habia estado empalmado por culpa de ella los ultimos trescientos kilometros.

El entro en el aparcamiento.

– Aqui aceptan cualquier tarjeta de credito. -Deberia sentirse mal por jugar con ella, pero era tan descarada y respondona que no lo hizo.

Ella apreto los labios.

– Por desgracia, no tengo tarjeta de credito.

Lo que no era sorprendente.

– Abuse de ella hace unos anos -continuo-, y desde entonces no han vuelto a confiar en mi. -Ella estudio el letrero del hostal Los Buenos Tiempos-. ?Que vas a hacer con el coche?

– Darle una propina al tio de seguridad para que lo vigile.

– ?Cuanto?

– ?Y a ti que te importa?

– Soy artista. Me interesa el comportamiento humano.

Aparco el coche en una de las plazas.

– Supongo que cincuenta dolares ahora y otros cincuenta por la manana.

– Genial. -Ella le tendio la mano-. Ya tienes vigilante.

– No vas a vigilar mi coche.

Los musculos de la garganta se le agarrotaron cuando trago.

– Claro que si. No te preocupes. Tengo el sueno ligero. Me despertare al instante si se acerca alguien.

– Tampoco vas a pasar la noche en el.

– No me digas que eres uno de esos imbeciles que cree que una mujer no puede hacer el mismo trabajo que los hombres.

– Lo que creo es que no puedes pagarte una habitacion. -Dean salio del coche-. Yo te invitare.

Ella le dirigio una mirada airada mientras alzaba la nariz y luego salio del vehiculo.

– No necesito que nadie me «invite».

– ?De veras?

– Lo que necesito es que me dejes vigilar el coche. -Ni de cona.

El se dio cuenta de que ella estaba buscando la manera de aceptar su dinero sin quedar mal ante si misma, y no se sintio sorprendido cuando comenzo a largarle lo que cobraba por los retratos.

– Incluso con el descuento, es mucho mas de lo que cuesta la habitacion de un hotelucho y algunas comidas -concluyo-. Estaras de acuerdo conmigo en que sales ganando. Comenzare tu retrato manana en el desayuno.

Lo ultimo que necesitaba era otro retrato suyo. Lo que en realidad necesitaba era…

– Puedes empezar esta noche. -Y abrio el maletero. ?Esta noche? Ya es muy tarde.

Apenas son las nueve. -Este equipo solo podia tener un quarterback y ese era el.

Ella mascullo por lo bajo y se puso a revolver en el maletero del coche. Dean saco su maleta y la bolsa azul marino de Blue. Ella cogio una de las cajas que contenia su material de trabajo y, sin dejar de mascullar, lo siguio a la entrada. El hizo los arreglos pertinentes con el vigilante de seguridad del hostal para que le echara un vistazo a su coche yse dirigio a recepcion. Castora camino a su lado. A juzgar por la musica en vivo del bar y la gente que llenaba los locales del vestibulo, el hostal Los Buenos Tiempos era el lugar de encuentro de la noche de los sabados de ese pequeno pueblo. Dean observo las cabezasque se giraban a su paso. Algunas veces pasaba un par de dias sin que nadie lo reconociera, pero esa noche no ocurriria eso. Algunos se le quedaron mirando sin disimulo. Malditos anuncios de Zona de Anotacion. Dejo las maletas al lado de recepcion. El recepcionista, un veinteanero oriental con pinta de estudioso, lo saludo atentamente sin reconocerlo. Castora le dio un codazo en las costillas y senalo el bar con la cabeza.

– Admiradores -dijo ella como si el no se hubiera fijado en los dos tios que acababan de apartarse de la multitud y se dirigian hacia ellos. Ambos eran de mediana edad y tenian sobrepeso. Uno vestia una camisa hawaiana tensa sobre la prominente barriga. El otro lucia un gran bigote y llevaba botas vaqueras.

– Ha llegado el momento de que me ponga a trabajar -dijo Castora en voz alta-. Yo me encargare de ellos. -No, tu no lo haras. Yo…

– Hola -dijo el de la camisa hawaiana-. Espero no molestar, pero mi amigo y yo nos hemos apostado a que eres Dean Robillard. -Le tendio la mano.

Antes de que Dean pudiera responder, Castora bloqueo el brazo del hombre con su menudo cuerpo, y lo siguiente que supo fue que ella respondia con un acento extranjero que sonaba a una mezcla entre serbocroata e israeli.

– Ach, ese tal Dean Ro-mi-llar ser un hombre muy famoso en America, ?si? Mi pobre marido… -coloco la mano sobre el brazo de Dean-, su ingles es mucho, mucho malo, y no comprender. Pero mi ingles es mucho, mucho bueno, ?si? Y todas las partes que vamos, muchos hombre como vosotros…, se acercan y dicen que creen que es ese hombre, ese Dean Ro-mi-llar. Pero no, digo, mi marido no es famoso en America, si es mucho, mucho famoso en nuestro pais. Es un famoso… ?como se dice?… por-no-gra-fo.

Dean simplemente sintio que se atragantaba.

Ella fruncio el ceno.

– ?Si? ?Lo dije bien? Hace peliculas sucias.

Dean habia cambiado tantas veces de identidad que empezaba a perder la cuenta. Bueno, Castora merecia su apoyo por todo ese trabajo arduo -tan mal enfocado-, asi que borro la sonrisa de la cara e intento simular que no sabia ingles.

Habia dejado tan flipados a los hinchas que los pobres no sabian como salir del atolladero.

– Nosotros… esto… bueno… lo sentimos. Pensamos…, y…

– No pasa nada -respondio ella con firmeza-. Ocurre todo el tiempo.

Tropezandose con sus propios pies, los hombres huyeron.

Castora lo miro con aire satisfecho.

– Soy demasiado joven para tener tanto talento. ?A que te alegras de que haya decidido seguir contigo?

No cabia duda de que era muy creativa, pero dado que tenia que entregarle la VISA al recepcionista todos esos esfuerzos de mantener en secreto su identidad no servian para nada.

– Deme la mejor suite -dijo el-. Y una habitacion pequena junto a los ascensores para mi chiflada acompanante. Si no hay, bastara con un rincon al lado de la maquina del hielo.

El hostal Los Buenos Tiempos habia hecho un gran trabajo instruyendo a su personal, y el joven recepcionista apenas parpadeo.

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