– Si deseas confesar tus pecados, soy todo oidos -dijo.

– Mejor busca algunas colegialas a las que molestar.

– Tienes la lengua afilada esta manana, Fifi. Mereces un centenar de Ave Marias por insultar a un servidor de Dios.

– Lo mismo digo, senor Gage. En Italia es delito suplantar a un sacerdote. -Vio a una atribulada madre joven saliendo de una tienda con dos gemelos y la llamo-. Signora! ?Este hombre no es un sacerdote! Es Lorenzo Gage, el actor americano.

La mujer la miro como si fuese una lunatica, y se alejo con sus hijos a toda prisa.

– Buen intento. Probablemente hayas traumatizado a esos ninos de por vida.

– Si no es delito, deberia serlo. Ese bigote parece una tarantula muerta sobre tu labio. ?Y no crees que esa cicatriz es un poco excesiva?

– Mientras me permita moverme de un lado a otro libremente, no me importa.

– Si deseas anonimato, ?por que no te quedas en casa?

– Porque me encanta caminar.

Ella le observo.

– La ultima vez que te vi ibas armado. ?Llevas algun arma bajo la sotana?

– No, aparte de los explosivos que llevo pegados al pecho.

– Vi la pelicula. Horrorosa. Toda esa escena no era sino una glorificacion de la violencia y una excusa para mostrar tus musculos.

– Recaudo ciento cincuenta millones.

– Lo cual demuestra mi teoria acerca de los gustos del publico americano.

– Hay personas que viven en cupulas de cristal, doctora Favor…

O sea que habia descubierto quien era.

Se ajusto las gafas de sol sobre su perfecta nariz.

– Nunca he prestado atencion a la autoayuda, pero incluso asi he oido hablar de ti. ?Tu doctorado es real o de pega?

– Tengo un doctorado en psicologia, lo que me faculta para realizar diagnosticos precisos: eres un gilipollas. Y ahora dejame en paz.

– De acuerdo, me has tocado la moral. -Alargo la zancada-. Yo no te force aquella noche, y no voy a pedirte perdon.

– ?Fingiste ser un gigolo!

– Solo en tu febril imaginacion.

– Hablabas italiano.

– Y tu hablabas frances.

– Largate. No, espera. Eres mi casero, y no tengo agua caliente.

El saludo con la cabeza a un par de ancianas que pasaban cogidas del brazo y las bendijo haciendo la senal de la cruz, lo cual le condenaba sin duda a pasar un milenio extra en el purgatorio. Ella se dio cuenta de que parecia su complice, por lo que echo a caminar de nuevo. Por desgracia, el la siguio.

– Por que no tienes agua caliente? -pregunto.

– No lo se. Y tus empleados no estan haciendo nada al respecto.

– Esto es Italia. Esas cosas requieren tiempo.

– Solucionalo.

– Vere que puedo hacer. -Se acaricio la falsa cicatriz-. Doctora Isabel Favor, me resulta dificil creer que me fuese a la cama con la guardiana new age de la virtud americana.

– No soy new age. Soy una moralista a la vieja usanza, por eso me parece tan repugnante lo que hice. Pero en lugar de lamentarme, superare el trauma e intentare olvidarlo.

– Tu prometido te ha dejado y tu carrera se ha venido abajo. Eso te faculta para el olvido. Pero no tendrias que haber cometido fraude con tus impuestos.

– Fue mi contable.

– Creia que alguien con un doctorado en psicologia seria mas perspicaz a la hora de contratar a su contable.

– Eso es lo que tu crees. Pero como tal vez hayas notado, he desarrollado un gran parentesis en lo que respecta a tratar con gente inteligente.

– ?Dejas que muchos hombres te lleven al huerto? -Su leve sonrisa tenia un deje diabolico.

– Dejame en paz.

– No intento juzgarte, de verdad. Solo siento curiosidad. -Guino su ojo bueno al salir de la sombria calle a la piazza.

– Nunca permito que un hombre me lleve al huerto. ?Nunca! Esa noche… esa noche habia perdido el juicio. Si me has contagiado alguna enfermedad…

– Pase un constipado hara unas dos semanas, pero aparte de eso…

– No te hagas el gracioso. Lei una de tus entrevistas. Segun tus propias palabras, tu… Veamos, ?como lo dijiste? ?Habias «follado con quinientas mujeres»? Incluso dando por hecho cierto grado de exageracion, eres una pareja de alto riesgo.

– Esa entrevista ni siquiera se acerca a la realidad.

– ?No lo dijiste?

– Bueno, me has pillado.

Le dedico lo que ella imaginaba una mirada fulminante, pero como no tenia mucha practica en ese tipo de cosas, probablemente se quedo corta.

El bendijo a un gato que pasaba.

– Era un actor joven intentando conseguir publicidad cuando concedi esa entrevista. Hay que esmerarse para ganarse el pan.

Ella sintio la tentacion de preguntarle con cuantas mujeres habia yacido en realidad, y el unico modo con que consiguio resistirse fue apretando el paso.

– Un centenar como mucho.

– No te lo he preguntado -replico-. Resulta desagradable.

– Estaba bromeando. No soy tan promiscuo. Seras una especie de guru, pero no tienes sentido del humor.

– No soy una especie de guru, y resulta que tengo un sentido del humor muy desarrollado. ?Por que si no estaria hablando contigo?

– Si no quieres que te juzgue por lo que paso la otra noche, tampoco deberias juzgarme a mi. -Le agarro la bolsa y metio la mano dentro-. ?Que es esto?

– Una tartaleta. Y es mia. ?Eh! -Observo como el le daba un bocado considerable.

– Esta buena -dijo con la boca llena-. ?Quieres un poco?

– No, gracias. Disfruta.

– Tu te lo pierdes. -Se acabo la tartaleta-. La comida en Estados Unidos nunca sabe tan buena como aqui. ?Te has dado cuenta?

Ella tambien lo creia asi, pero entro en la tienda de comestibles y le ignoro.

El no la siguio. A traves del escaparate, le vio acuclillarse para acariciar a un perro viejo que se le habia acercado. La amable senora que le habia vendido la miel no estaba alli. En su lugar, habia un senor mayor ataviado con un delantal de carnicero. La miro mientras ella sacaba la lista que habia elaborado con la ayuda de un diccionario de italiano. Penso que la unica persona amistosa con la que se habia cruzado ese dia era Lorenzo Gage. Se trataba de un pensamiento desolador.

El estaba apoyado contra la fachada leyendo un periodico italiano cuando ella salio. Se lo coloco bajo el brazo e intento cogerle las bolsas.

– Ni hablar. Te lo comerias todo. -Avanzo en busca de la calle lateral en la que habia aparcado el coche.

– Deberia desalojarte de la casa.

– ?Por que motivo?

Вы читаете Toscana Para Dos
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×