– ?No! -Intento deshacer el nudo de panico que le atenazaba la garganta-. No, claro que no, Jeremy. Seguro que salio a dar un paseo y se extravio.

– A Steffie no le gusta pasear. Le asustan demasiado las aranas. Algo que Harry habia intentado olvidar.

Una rafaga de gotas cayo sobre el parabrisas.

– No te preocupes -dijo Harry-. Se ha extraviado, eso es todo.

La lluvia arrecio con tanta fuerza que Ren no se habria percatado de la puerta del cobertizo si un relampago no la hubiese iluminado cuando el pasaba por alli. Dos dias atras estaba cerrada con llave. Ahora ni siquiera estaba cerrada.

Se enjugo la lluvia de los ojos. Era poco probable que una nina que tenia miedo de las aranas quisiese entrar alli, no al menos de manera voluntaria. Recordo que la puerta abria con dificultad debido a la tierra. Steffie no habria tenido fuerza suficiente para abrirla y entrar…

Kaspar Street ocupaba su mente. Se acerco a la puerta. Al empujarla, se dio cuenta de que abrirla no costaba tanto como antes. La lluvia tal vez hubiese arrastrado algo de tierra. Se abrio sobre las bisagras.

Dentro reinaba la oscuridad y una humedad de mil demonios, incluso con la puerta abierta. Al rodear una pila de cajas deseo tener consigo una linterna.

– ?Steffie?

No hubo mas respuesta que el sonido de la lluvia. Golpeo con la espinilla contra una caja de embalaje. Avanzo por el suelo de tierra, haciendo ruido suficiente como para confundirse.

El sonido de un gemido.

O quiza solo eran imaginaciones suyas.

– ?Steffie?

Nada.

Resistiendose al impulso de lanzarse contra el batiburrillo de cosas, se quedo inmovil y al cabo de unos segundos volvio a oirlo, un sorbido de nariz a su espalda, a su izquierda.

Se volvio. No sabia que iba a encontrar, y si no tenia cuidado podria asustarla aun mas. Dios, no queria asustarla.

No quieres asustar a las pequenas. No hasta que sea demasiado tarde para que puedan escapar.

Dio un respingo. Solo habia leido el guion una vez, pero tenia buena memoria, y demasiadas lineas de dialogo le habian impresionado.

– ?Steffie? -dijo suavemente-. Tranquila, pequena.

Oyo un susurro, pero no hubo respuesta.

– Tranquila -dijo-. Puedes hablar conmigo.

Un leve y temeroso susurro atraveso la oscuridad:

– ?Eres un monstruo?

El entrecerro los ojos. Ahora no, carino, pero dame un mes mas.

– No, carino -dijo muy despacio-. Soy Ren.

Espero.

– P-por favor, vete.

Incluso aterrorizada, la nina recordaba sus buenas maneras.

Las ninitas educadas son las victimas mas faciles, decia Street en el guion. Su deseo de complacer supera su instinto de supervivencia.

Estaba frio y humedo debido ala lluvia, pero empezo a sudar. ?Por que habia tenido que ser el quien la encontrase? ?Por que no su padre o Isabel? Se movio tan despacio como pudo.

– Todo el mundo te esta buscando, carino. Tus padres estan preocupados.

Oyo que algo se movia en la oscuridad. Ella tambien se movia, demasiado asustada, sospechaba el, para dejarle acercar. ?Pero que le asustaba?

Odiaba sentirse como un acosador. Es mas, odiaba haber incorporado de manera casi automatica aquella emocion al basurero interior que conformaba su bagaje de actor, el lugar al que acudia cuando tenia que echar mano de lo mas bajo de la condicion humana. Todo actor tenia una de esas reservas, pero sospechaba que la suya era mas vil que la de la mayoria.

Solo un acto de desesperacion podia haber llevado a la nina hasta alli. A menos que no tuviese otra opcion…

– ?Estas herida? -pregunto con voz tranquila-. ?Alguien te ha hecho dano?

El susurro de Steffie se transformo en un suave y temeroso hipido.

– Hay… hay montones de aranas aqui.

En lugar de dirigirse hacia ella, temiendo asustarla aun mas, Ren se desplazo hacia la puerta para que no tuviese oportunidad de escurrirsele por un lado.

– ?Has venido… has venido por tu propia cuenta?

– La p-puerta estaba abierta y me cole.

– ?Sola?

– Me asuste de un trueno. Pero no sabia que estaria tan… oscuro.

Ren no podia desprenderse de la sombra de Kaspar Street.

– ?Estas segura de que no viniste con nadie?

– Si. Vine sola.

El se relajo un poco.

– La puerta es muy pesada. ?Como pudiste sola?

– Empuje muy fuerte con las dos manos.

Ren respiro hondo.

– Tienes que ser muy fuerte para hacer eso. Deja que aprecie tus musculos.

Nacia un tonto cada minuto, pero ella no estaba incluida en ese grupo.

– No, gracias.

– ?Por que no?

– Porque… no te gustan los ninos.

Ahi me has pillado. Sin duda iba a tener que trabajar a fondo su relacion con los ninos antes de que empezase el rodaje. Una de las cosas que convertia a Kaspar Street en un autentico monstruo era el modo en que sabia entrar en el mundo de los ninos. No advertian su maldad hasta que ya era demasiado tarde.

Se forzo a volver a la realidad.

– Sabes que adoro a los ninos. Incluso yo fui un nino. Aunque no era tan bueno como tu. Siempre me metia en problemas.

– Creo que me he metido en un problema.

Puedes estar segura de ello.

– Que va, todos estaran tan contentos de verte que no tendras ningun problema.

La nina no se movio, pero Ren enfoco la vista lo suficiente para ver una silueta cerca de lo que parecia una silla vuelta del reves. Una vez mas, para cerciorarse, pregunto:

– Dimelo otra vez, carino. ?Estas herida? ?Alguien te ha hecho dano?

Вы читаете Toscana Para Dos
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×