era el gran amor de tu vida y no solo la mejor fuente de esperma, pero se hizo mas dificil. Me levantaba cada manana para mirarte y desear que me quisieses como yo te queria, pero tu ni siquiera me veias. Y estabas en lo cierto. Empece a apagarme. Y fui tirando. Pero cuando te quedaste embarazada por quinta vez, y estabas tan contenta, ya no pude fingir. Queria, pero no podia. -Se le rompio la voz-. Simplemente… no podia.
Tracy intento comprenderlo, pero no era capaz de ordenar las emociones contrapuestas que crecian en su interior. Alivio. Rabia por tener un marido tan obtuso. Y alegria. Oh, si, alegria, porque todavia quedaban esperanzas. No sabia por donde empezar, asi que decidio hacerlo de un modo curioso.
– ?Y que hay de la pasta de dientes?
El la miro como si viese un segundo embarazo en su frente.
– ?Pasta de dientes?
– A veces me olvido de comprar pasta de dientes. Y te vuelves loco cuando no encuentro mis llaves. Me dijiste que si volvia a utilizar mi chequera una sola vez mas me la quitarias. ?Y recuerdas la abolladura en el guardabarros del coche que tu creias que habia sido cuando llevaste a Jeremy al beisbol? Fui yo. Connor vomito en mi coche y no tuve tiempo de limpiarlo, asi que cogi el tuyo, y le estaba gritando a Brittany en el aparcamiento de Target cuando choque contra un carrito de la compra. ?Que hay de eso?
El parpadeo.
– Si hicieses una lista ordenada de la compra, no olvidarias la pasta de dientes.
Como siempre, Harry no lo habia entendido.
– Nunca voy a hacer una lista ordenada de la compra, ni voy a dejar de perder las llaves, ni voy a mejorar en todas esas cosas que te sacan de quicio.
– Lo se. Tambien se que hay miles de hombres que harian cola para tener la oportunidad de comprarte la pasta de dientes y dejar que estrellases su coche contra un carrito de supermercado.
Tal vez si lo habia entendido.
Isabel le habia dicho a Tracy que pensase con la cabeza en lugar de dejarse llevar por el corazon, pero era dificil hacerlo cuando se trataba de Harry Briggs.
– Sabia que serias un buen padre, y tal vez fue una de las razones por las que me enamore de ti. Pero te habria seguido amando aunque solo hubieses sido capaz de concebir un hijo. Contigo me sentia completa. No es que quisiese tener mas hijos porque tu no eras suficiente para mi. Queria tener mas hijos porque mi amor por ti era tan grande que necesitaba diversificarlo.
La esperanza brillo en los ojos de Harry, pero seguia pareciendo triste. Ella se percato de que sus inseguridades eran incluso mas profundas que las suyas. Ella siempre le habia visto como el hombre mas inteligente del mundo, asi que le resultaba dificil asimilar la idea de que tal vez la mas lista de los dos era ella.
– Es cierto, Harry. Palabra por palabra.
– Es un poco dificil de creer. -Parecia estar embebiendose de su rostro, a pesar de conocer todos y cada uno de los poros de su piel-. Miranos. Soy la clase de hombre con el que podrias cruzarte por la calle una docena de veces sin darte cuenta. Pero tu… Los hombres se convierten en buzones de correos cuando te ven.
– Nunca he conocido a un hombre tan fascinado por las apariencias. -Se olvido de pensar con la cabeza y le dio un golpecito en la mandibula para llamar su atencion-. Me encanta tu aspecto. Puedo quedarme contemplandote durante horas. Estuve casada con el hombre mas guapo de la galaxia y lo pasamos fatal. Y si, tienes razon: podria haber conquistado a cualquier hombre de los que estaban en aquella fiesta, pero ninguno de ellos me atraia. Y cuando te volque la copa encima, te aseguro que no pensaba en ti como el padre de nadie.
Tracy advirtio que su marido empezaba a distenderse, pero no todo estaba hecho.
– Algun dia sere vieja y, si miras a mi abuela, comprenderas que para cuando tenga ochenta anos sere fea como el demonio. ?Dejaras de quererme entonces? ?La apariencia es lo unico que te importa? Porque de ser asi, tenemos un problema mayor del que yo creia.
– Por supuesto que no. Yo no… Yo nunca…
– Hablando de cortinas de humo. Siempre he creido que eras una persona de pensamiento claro, pero incluso en un dia malo soy capaz de pensar con mas claridad que tu. Dios, Harry, a mi lado pareces un cubo de basura emocional.
Eso le hizo reir, y su aspecto era tan ridiculo que ella se dio cuenta de que finalmente estaban avanzando. Queria besarle para borrar todos sus miedos, pero ella tenia que seguir lidiando con sus propios miedos, y sus problemas no desaparecerian a base de besos. No queria tener que pasar el resto de su matrimonio tranquilizandolo. Tampoco le gustaba lo importante que era para el su aspecto. El rostro que el tanto amaba mostraba ya signos de desgaste. ?Como se sentiria Harry cuando todo su cuerpo empezase a marchitarse?
– Tras tantos anos de matrimonio, podria pensarse que nos comprendiamos mejor el uno al otro -dijo Harry.
– No puedo seguir viviendo asi. Tenemos que arreglar de manera definitiva lo que se ha roto entre nosotros.
– No se como vamos a hacerlo.
– Acudiendo a un buen consejero matrimonial, asi lo haremos. Y cuanto antes lo hagamos, mejor. -Se puso de puntillas, le dio un beso y se volvio hacia la casa-. ?Isabel! ?Podrias salir un momento?
18
Isabel y Ren estaban tumbados desnudos sobre el grueso edredon, dandose calor mutuamente en la fresca noche. Ella alzo la vista para observar las chispeantes velas del candelabro que colgaba del magnolio. Ren le rozo el pelo con los labios y dijo:
– ?Demasiado fuerte para ti?
– Mmm… Dame un minuto. -No dejaba de ser curioso, pero estar tumbada a su lado no la incomodaba en absoluto. Era extrano sentirse tan a salvo al lado de un hombre tan peligroso.
– Solo para que conste en acta. Esos problemas sexuales que tenias… Creo que podemos decir que son cosa del pasado.
Ella sonrio contra su cabello.
– Solo intentaba ser amable.
– ?Con el projimo?
– Es una filosofia con la que intento vivir.
El solto una carcajada.
Ella recorrio su columna vertebral con los dedos. El coloco los labios en su muneca y contemplo su brazalete.
– Siempre lo llevas puesto.
– Es como un recordatorio. -Bostezo y recorrio la silueta de su oreja con el dedo indice-. Lleva grabado la palabra RESPIRA en el interior.
– Ya, algo que te recuerda que tienes que estar centrada. Sigo pensando que suena aburrido.
– Nuestras vidas son tan agitadas que resulta facil perder la serenidad. Tocar el brazalete me calma.
– Has tenido que tocar algo mas que el brazalete para calmarte esta noche. Y no solo estoy hablando de la ultima hora que hemos pasado encima de esta manta.
Ella sonrio.
– Los
– Mas o menos.
Isabel se apoyo en un codo y recorrio con los dedos todo su musculoso pecho.
– Tus espaguetis al
– Habrian estado mejor una hora antes. Han estado discutiendo durante meses, pero han elegido precisamente esta noche para acudir a una consejera matrimonial.
– Necesitaban ayuda de emergencia. Yo no soy una autentica consejera matrimonial.
– Seguro que no. Les hiciste jurar por sus hijos que no harian el amor.
– Se supone que no tenias que haber oido eso.