relacion a corto plazo.

Tal vez la invitase a ir con el. Ver cosas conocidas a traves de sus ojos le aportaria a Ren una nueva perspectiva. Sin embargo, no podia invitarla. Ni todos los disfraces del mundo podrian evitar que algun paparazzo les viese, y eso acabaria con lo poco que quedaba de su reputacion de chica buena.

Por otra parte, estaba el hecho de que ella rechazaria ir con el cuando descubriese de que iba realmente Asesinato en la noche.

Su malhumor volvio a salir a la superficie. Ella nunca entenderia lo que ese papel significaba para el, tal como se habia negado a entender que no era el acarrear con una imagen distorsionada de si mismo lo que le llevaba a querer interpretar a los malos. Simplemente, no podia identificarse con los heroes, y eso no tenia nada que ver con haber vivido una infancia desquiciada. Bueno, no mucho, en cualquier caso. Y, habida cuenta de que ella habia contratado a un contable estafador y que se habia comprometido con un gilipollas, ?tenia derecho a juzgarle?

Era un milagro que su aventura no se hubiese ido apagando, aunque resultaba dificil imaginar que algo se fuese simplemente apagando si Isabel estaba involucrada. No, cuando su aventura acabase, lo haria con una explosion. La idea resultaba tan deprimente que le llevo unos segundos percatarse de que Anna seguia hablandole.

– … Pero ahora es tu hogar, el hogar de tu familia, y volveras. Asi pues, celebraremos la fiesta este ano para retomar la tradicion, ?verdad?

No podia imaginarse regresando, no si Isabel no estaba alli, pero le dijo a Anna que lo organizase todo.

– Tu no eres de esas personas que piensan que las embarazadas no necesitan hacer el amor, ?verdad? - Tracy miro a Isabel de forma acusadora-. Porque de ser asi, echale un vistazo a este hombre y dime si cualquier mujer, embarazada o no, podria resistirse.

Harry parecia incomodo y satisfecho al mismo tiempo.

– Yo no se mucho del tema… -dijo-. Pero de verdad, Isabel, no creo que sea necesario esperar mas tiempo. Definitivamente, no es necesario. Hemos pasado mucho tiempo hablando, y las listas que nos pediste que hiciesemos han sido de mucha utilidad. No me habia dado cuenta… No sabia que… -Una ancha sonrisa ocupo su rostro-. Nunca imagine las muchas maneras en que ella me ama.

– Y yo no sabia que el admirase tantas cosas de mi. ?De mi! -Tracy sintio un escalofrio de satisfaccion-. Creia que lo sabia todo sobre el, pero solo habia rascado la superficie.

– Esperad un poco mas -dijo Isabel.

– ?Que clase de consejera matrimonial eres tu? -le recrimino Tracy.

– De ninguna clase. Improviso sobre la marcha. Os lo dije desde el principio. Vosotros insististeis en esto, ?lo recordais?

Tracy suspiro.

– Vale, no queremos volver a meter la pata -admitio.

– Entonces hablemos de las listas de hoy. ?Habeis anotado los veinte atributos del otro que os gustaria tener?

– Veintiuno -dijo Tracy-. He incluido su pene.

Harry rio y se besaron, y la punzada de envidia que sintio Isabel incluso le dolio. El matrimonio tenia sus recompensas para aquellos que conseguian sobreponerse al caos.

– ?Rapido! Se han ido.

A Isabel se le cayo el boligrafo cuando Ren entro en el salon trasero de la villa, donde ella se habia sentado en un hermoso escritorio del siglo XVIII para escribirle una carta a un amigo de Nueva York. Dado que la familia Briggs habia ido a comer a Casalleone, no tuvo que preguntarle a Ren a quienes se referia.

Se inclino para recoger el boligrafo, pero el la hizo levantar de la silla antes de que pudiese cogerlo. Ultimamente habia estado de un humor cambiante, en un momento parecia querer cortarle la cabeza, y al siguiente ponia cara de pillin, como ahora. Cuanto mas tiempo pasaba con el, con mayor claridad apreciaba la batalla que tenia lugar en su interior entre la persona que creia ser y la que ya no se sentia comoda bajo la piel de chico malo.

Ren senalo la puerta.

– Vamos. Supongo que tenemos un par de horas antes de que vuelvan.

– ?Algun lugar en concreto?

– La casa.

Corrieron ladera abajo, cruzaron la puerta y subieron al piso de arriba. Cuando estuvieron en la habitacion, ella senalo la cama pequena y dijo:

– Sabanas limpias.

– Van a dejar de estarlo bien pronto.

Ella se quito la ropa mientras el cerraba la puerta con llave, atrancaba las contraventanas y encendia una lampara. Los escasos vatios de la bombilla inundaron de sombras la habitacion.

El vacio sus bolsillos en la mesita de noche y se desnudo. Ella ya estaba tumbada en la estrecha cama y le hizo sitio. Ren acerco la boca a su cuello y le quito el brazalete.

– Quiero que estes completamente desnuda para mi. -Los pezones de Isabel se erizaron ante el tono rasposo y posesivo de aquella voz. Cerro los ojos al tiempo que el posaba los labios en la palma de su mano. Hablo sobre su piel-. Desnuda a excepcion de esto…

Alargo la mano hacia la mesilla de noche. Segundos despues, un aro de metal se cerraba alrededor de su muneca. Ella abrio los ojos de golpe.

– ?Que estas haciendo?

– Te detengo. -Agarro ambas munecas, la que estaba libre y la esposada, y las alzo por encima de su cabeza.

– Bien, ?para ahora mismo!

– Me temo que no. -Paso las esposas por detras de una barra del cabezal y cerro el otro extremo en la otra muneca.

– ?Me has esposado a la cama!

– Soy tan canalla que a veces me sorprendo a mi mismo.

Isabel intento decidir cuan enfadada estaba, pero no podia evitar que le hiciese gracia.

– Son esposas autenticas -dijo.

– Me las han traido por FedEx. -Deslizo los labios por el antebrazo de Isabel hasta llegar a la axila. Cuando tiraba de las esposas, unas deliciosas oleadas recorrian su piel.

– ?No crees que hay ciertas reglas para el bondage? -dijo con un gemido cuando el atrapo uno de sus pezones con la boca y chupo-. ?Hay un… protocolo!

– Nunca le he prestado demasiada atencion al protocolo.

Siguio abusando de su pobre e indefenso pezon, pero ella no pensaba sucumbir a aquel delicioso temblor hasta darle su opinion.

– Se supone que no tienes que utilizar esposas de verdad, sino algo que pueda desatarse con facilidad. - Contuvo un gemido-. Al menos, tienen que estar acolchadas. Y tu pareja tiene que estar de acuerdo con que la aten… ?Te lo habia comentado?

– Creo que no. -Se acuclillo, le separo las piernas y la miro.

Ella se lamio los labios.

– Bueno, pues lo hago ahora.

Ren jugueteo con su vello pubico.

– Tomo nota.

Ella se mordio el labio con suavidad al tiempo que el la abria.

– Yo… ah… hice un trabajo de investigacion cuando estudiaba el master.

– Ya veo. -El erotico tono de su voz vibro en las terminaciones nerviosas de Isabel. El movimiento de su lengua era como una pluma calida y humeda.

– Tambien es necesario… establecer una palabra… ahhh… por si las cosas traspasan el limite.

Вы читаете Toscana Para Dos
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату